Cincuenta años de "Adiós Nonino"
"Siempre quise componer otro tango de las características de Adiós Nonino, pero fue inútil. Nunca me salió".
Así solía decir Astor Piazzolla cuando muchos le confiaban que ése era su tema más melódico y conmovedor.
Lo compuso dos días después de enterarse de la muerte de su padre Vicente, apodado Nonino, el 13 de octubre de 1959, víctima de un derrame cerebral, poco antes de cumplir sus 67 años en Mar del Plata.
Piazzolla estaba actuando en el hotel Flamboyán, de San Juan de Puerto Rico, en la compañía que lideraba el entonces juvenil Juan Carlos Copes. Allí recibió una llamada telefónica de su señora, la pintora Dedé Wolff, desde Nueva York, ciudad en la cual se había radicado para intentar desarrollar su novedoso tango, denostado por los tangueros ortodoxos.
Cuando retornó a Manhattan, donde además de Dedé vivían sus hijos Diana y Daniel, Piazzolla se encerró en la habitación de su departamento de la calle 92, donde tenía una foto de su padre sobre el piano donde componía siempre sus obras.
Pero esta vez tomó el bandoneón y comenzó a ejecutar Nonino, el tema que le dedicara a su padre en 1954 cuando estaba estudiando en París con Nadia Boulanger.
Entre sollozos fue transformando la primigenia melodía en otra más doliente y melancólica, a manera de un réquiem. Y así, en menos de una hora, nació Adiós Nonino, que con el transcurrir de los años se convertiría en el tema más difundido y del cual ya se conocen más de 200 interpretaciones en todo el mundo.
La muerte de Nonino aceleró el retorno de Piazzolla a Buenos Aires, ya cansado de no poder tocar la música que sentía en los Estados Unidos y tener que grabar un par de discos "horribles", según su propia definición, presionado por las grabadoras.
En mayo de 1960 formó su famoso Quinteto Nuevo Tango, con el que estrenó Adiós Nonino en la recordada Radio Splendid. El conjunto se completaba con Simón Bajour (violín), Jaime Gosis (piano), Horacio Malvicino (guitarra) y Enrique Kicho Díaz (contrabajo).
Desde 1960 hasta su derrame cerebral, ocurrido en París el 5 de agosto de 1990, Piazzolla nunca dejó de interpretar su famoso tango en todas sus presentaciones con su quinteto, noneto o sexteto. Y, por lógica, era ovacionado en cada ocasión.