Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

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Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

EL BOLSON

Un retazo del paraíso Mario Gabrielli Especial para "La Nueva Provincia" A poco más de mil kilómetros de Bahía Blanca, se extiende un valle longitudinal, donde al este corre extensamente el deslumbrante cerro Piltriquitrón y al oeste la Cordillera de los Andes. Allí, precisamente, está El Bolsón.



Un retazo del paraíso


Mario Gabrielli
Especial para "La Nueva Provincia"


A poco más de mil kilómetros de Bahía Blanca, se extiende un valle longitudinal, donde al este corre extensamente el deslumbrante cerro Piltriquitrón y al oeste la Cordillera de los Andes.
Allí, precisamente, está El Bolsón.


















 Un microclima reconfortante, libre de toda contaminación ambiental, junto con interminables masas forestales y un pueblo donde abundan los rosales de un colorido propios de una fiesta de matices, invitan a sentir que se ha alcanzado una meta que conmueve el espíritu, estimula paz y encontradas emociones.


 No es una pintura acaso. Las palabras tratan de traducir una realidad que patentiza otro retazo bellísimo de un país que, como la Argentina, lo tiene todo a través de una Naturaleza pródiga, generosa y, seguramente, dibujada generalmente por la mano del Creador.


 Hace 83 años, Adalberto Pagano, quien fuera gobernador de Rio Negro y estuviera estrechamente vinculado a Bahía Blanca, en otros momentos de su vida, fundaba El Bolsón.


 Seguramente, ese pedazo celestial al borde del Paralelo 42 --límite con Chubut-- lo habrá conmovido, al punto de tomar fuertes decisiones. Allí funcionaría un centro turístico, pues una mirada que abarcara lentamente nada menos que 360 grados, incitaba a construir "algo" que perdurara.


 Fue obra de Pagano la erección del bello y sencillo edificio de la Municipalidad: el hospital, hoy ampliado con todas las posibilidades de la compleja medicina que aloja.


 También el correo, la Escuela-hogar y el primer hotel, edificio, de extrema sobriedad, que pasó, con el tiempo, a cumplir diversas funciones comerciales.




 Cientos de artesanos.




 Frente a estas últimas instalaciones, luego de atravesar la florida avenida San Martín, con un deslumbrante bulevar por medio, cubierto por rosales dotados de los colores más singulares que se puedan esperar, se levanta la plaza central del pueblo de 35 mil habitantes, que lleva el nombre del ingeniero Pagano.


 En su interior, como si todavía fuera necesario, un lago contribuye a la decoración. Y en varias avenidas interiores se alojan los pequeños locales donde diariamente ofrecen su producción cerca de 600 artesanos.


 Hombres y mujeres pertenecientes a una llamativa población que vive mansamente entre los árboles, plantas y especies cultivables en los zigzagueantes caminos interiores de los cerros vecinos, elaboran a la vista los suvenir, utilizando elementos naturales, materiales propios de la zona, plata, madera, lanas...


 Las sucesivas autoridades municipales coincidieron en declarar a El Bolsón como el primer municipio no nuclear. La protección ambiental es un sentimientos fuertemente arraigado entre la población.


 Un detalle imposible de obviar: se han multiplicado notablemente radicaciones de familias procedentes de distintas zonas del país. Es muy especial el abandono de la Capital Federal de personas que salen al encuentro de un lugar de paz.


 La construcciones se observan no sólo en el pueblo, sino que están exparcidas entre los cerros vecinos.




 De todo, todo el año.




 El Bolsón pertenece, orgánicamente, al Departamento de Bariloche.


 De la ciudad cabecera dista, por camino pavimentado, unos 120 kilómetros. Limita, a pocos metros --como se ha dicho-- con la provincia del Chubut. Y dentro de ella, pero ya como una inevitable pertenencia, se encuentra a 10 kilómetros el lago Puelo, inmenso, de una presencia casi mágica. Un poco más allá, El Hoyo, con su famosa pista de esquí, y luego Epuyén, Cholila...


 Cuenta el titular de turismo, José Caliva, que anualmente se realiza el Festival Internacional de Jazz. Hace poco transcurrió la octava edición. Es normal la concurrencia de conjuntos de distintos lugares del país y aún de países vecinos.


 Durante varios días, la Plaza Pagano aloja notables conjuntos que producen tradicionales o modernos sonidos. Además, se cumplen conferencias, talleres y reuniones formativas.


 Próximamente, los días 6 y 7 de marzo, se desarrollará la Fiesta Nacional del Lúpulo, que tendrá lugar en la zona del aeropuerto local, en el acceso norte.


 También ha ganado fama nacional la práctica del parapente, utilizándose el Piltriquitrón, nombre de origen mapuche, que significa algo así como "cerro colgado de las nubes".


 Tiene 2.300 metros de altura sobre el nivel del mar. En los 1.400 metros, existe un curioso reducto. Allí, hace algunos años, un incendio ardió numerosas lengas. Hoy se ha convertido en un centro de tallado. Año a año, concurren artistas de todo el país para sumar alguna realización.

Cada vez, más gente.






 Asegura Caliva que en los últimos tiempos ha crecido el número de turistas que visitan el pueblo y la región. El año pasado se contabilizaron unas tres mil personas por mes. Se estima que este año ese número crecerá no menos de un 50 por ciento, en virtud de que se han concretado muchas reservas de alojamiento.


 La localidad tiene tres mil plazas fijas y puede atender, en los centros gastronómicos locales y de la zona, 2.400 cubiertos.


 De todos modos, en opinión de una franca opinión del director de Turismo, la mejor época para visitar el pueblo y la deslumbrante región de lagos, árboles y flores, es el otoño.


 "Es ya temporada baja, pero igualmente se pueden desarrollar todas las actividades propias de esta época", afirmó.


 La práctica del esquí se efectúa en el cerro Perito Moreno, ubicado a 20 kilómetros del pueblo, en dirección a Bariloche, en el llamado Circuito Mallín Ahogado.


 La pista principal tiene 1.400 metros máximo de longitud. No existen, todavía, medios de elevación. El ascenso se realiza por arrastre. Se estima que para el año venidero ya se contará con aerosillas.


 Es casi cierto que El Bolsón es hoy casi un "descubrimiento".


 Existe un lugar como el descripto. Y vale conocerlo. Ya lo están haciendo muchos argentinos y extranjeros de distintas nacionalidades.


 Se asegura que agencias de turismo de ciudades de los Estados Unidos y de países del continente americano y de Europa, tienen precisa información de esta "tacita de plata" de la Patagonia...


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Datos esenciales


Cómo llegar


Desde Bahía Blanca a El Bolsón, se deben transitar 1.120 kilómetros. Se marcha por las rutas 22 --hasta Bariloche, mil kilómetros -- y luego 120 kilómetros hasta la localidad.


Un visionario


La localidad fue fundada, hace 83 años, por quien fuera gobernador de Rio Negro, el ingeniero Adalberto Pagano.


Azul profundo


Notables atracciones son sus muchos lagos vecinos donde es posible practicar deportes náuticos y pesca.


Una mirada especial


Como una postal, domina la imponente imagen del cerro Piltipritrón.


Desde lo alto


En el cerro Perito Moreno, a 20 kilómetros de El Bolsón, funcionan en invierno varias pistas de esquí.


Con las manos


En la plaza central operan cerca de 600 artesanos, quienes residen en el pueblo y alrededores y utilizan materiales propios de la zona.


Para ver y oir


La oferta cultural es variada, diversas y frecuente.


Qué comer


La oferta gastronómica es original y funciona todo el año.
Obvio, predominan el corderito patagónico, truchas, y sopa de rosa mosqueta.


La novedad


Desde este verano habrá paseos en carruajes estilo vagonette de estancias, tirados por una yunta de caballos.


PAGINAS HISTORICAS

1

Gente de Chile










































































 


 María Laura Larracochea, secretaria municipal de Turismo de El Bolsón, nos acerca atractivas páginas de historia de esta población y su entorno.


 Cuenta, entonces, que a principios del siglo XX el fértil valle de El Bolsón alojaba una fuerte corriente migratoria chilena que se había asentado con suerte diversa desde 1883 comienzo se acercaban a la fertilidad de estos valles con. Se acercaron con intención de pastoreas sus animales vacunos y yeguarizos.


 "En realidad, no sabían de quién eran las tierras que trabajaban, ya que recién en 1902 se expidió la Corona Británica, que había dirimido la cuestión limítrofe


 Desde 1887 se puede estimar --agrega Laura--que la colonización de chilenos tuvo intención de realizar ciclos de siembra. Construyeron precarios galpones, incipientes corrales y huertas familiares. Entre sus enseres campesinos, viajaron también semillas de plantas exóticas.


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2

Otto Tipp, alemán y cervecero













 Muchos alemanes emigrados a Chile cruzaron también la frontera imaginaria y se aposentaron en la zona de El Bolsón. La familia Hube, Muller o Tipp son algunos de los nombres de pioneros de ese origen.


 Don Otto Tipp adquirió tierras a la vera de lo que es hoy la ruta 258, hacia Esquel, sobre las primeras estribaciones de Villa Turismo. Luego vendió esa tierra a un inmigrante español, también venido de Chile, don Antonio Merino.


 Otto Tipp debe haber traído los primeros bulbos de lúpulo a la región. En principio, usaba la enredadera para sombrear las galerías de las antiguas casonas o de simple cerco para las huertas familiares. Pero le cupo a este alemán el haber sido el primero en utilizarla para la elaboración casera de cerveza.


 Fabricaba en enormes barriles de 300 o 200 litros, grandes cantidades de cerveza en cuya elaboración utilizaba las flores del lúpulo.


 Cuando la cerveza estaba lista, dicen los memoriosos, Otto levantaba en un improvisado mástil ubicado en las alturas de la loma cercana, una bandera blanca. Era la señal esperada por los vecinos para acercarse a la casa y darse a beber la cerveza casera de Don Otto.


 Repetida la señal a lo largo de años, quedó grabada en la memoria de los viejos pobladores del valle... Una vez que Tipp vendió su tierra a Don Antonio Merino, se fue de la localidad.


 El lúpulo mantenido en los límites de la casa, se propagó con libertad. Algunos vecinos lo llevaron a sus propiedades para darle usos ornamentales. En esa proliferación descontrolada, el lúpulo encontró, en el clima de estos valles, el hábitat natural para su desarrollo.


 Pasarían años para que un inmigrante croata descubriera el potencial económico que se ocultaba en el lugar.


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3


Primera plantación comercial















 La Maltería y Cervecería Quilmes hacía años que venía experimentando en distintos sitios de la geografía Argentina en la búsqueda del lugar adecuado para encarar el cultivo intensivo del lúpulo, evoca también la joven funcionaria.


 En esa tarea había destacado a un profesional, doctorado en la Universidad de Florencia, nacido en un pueblo llamado Zalec, (Eslovenia) en donde se cultivaba desde siempre el lúpulo.


 Se llamaba Leopoldo Léskovar y su nombre va a quedar para siempre vinculado a la actividad lupulera Argentina y regional.


 Las pruebas piloto para el cultivo de la enredadera se hicieron en la zona de Nicolás Otamendi, en las cercanías de Mar del Plata, pero fracasó en el intento.


 Intentos parecidos se hicieron en Sierra de la Ventana y Mendoza con resultados poco satisfactorios. Léskovar recala finalmente en la zona del Alto Valle Rionegrino en busca del lugar adecuado en donde implantar el lupular que produjera un rinde adecuado a las necesidades de la empresa que lo enviaba.


 Allí se contacta con Antonio Sinijoj, inmigrante esloveno, que poseía una gran plantación de peras, manzanas y cerezas.


 Rápidamente, lo convence de los beneficios del lupular y Sinijoj arranca varias hectáreas de plantaciones de frutales e inicia la primera experiencia en suelo rionegrino.


 Los resultados fueron buenos y, para su instalación, Quilmes le facilitó los bulbos, maquinaria y algún préstamo para financiar los primeros tiempos.


 Léskovar, en su permanente búsqueda del sitio ideal, viaja a la zona de la Comarca Andina del Paralelo 42 alrededor del año 1956.


 En ese viaje tuvo oportunidad de ver, con sus propios ojos, que en la zona el lúpulo crecía pródigamente por todas partes y en forma salvaje y sin cuidados.


 Esto lo entusiasmó. Antonio Sinijoj había adquirido en la zona de Lago Puelo una chacra ese año.


 Cuenta su hijo, Wladimiro, "mi padre había comprado la chacra perteneciente a un maestro pionero de la zona, Don Remigio Nogués. En el galpón viejo, en la que antes funcionaba la escuela, había una antena sobre la que se enroscaba una robusta planta de lúpulo".


 Convencido luego por Léskovar, se decide iniciar allí la primera plantación y se comienza con 40 hectáreas.


 Sinijoj tenía una suerte de administrador-capataz en esa chacra un coterráneo suyo, Luis Bavdaz (léase Baudash) quien se encargó de cuidar las plantaciones realizadas por Antonio y Wladimiro Sinijoj, aunque bajo la supervisión de Léskovar.


 La empresa Quilmes financió la compra de alguna maquinaria para poder encarar semejante emprendimiento. Se compra una cosechadora de origen inglés marca Bruff, que levantaba un promedio de 25 plantas por minuto. A partir de ese momento se comienza con una paulatina y sostenida sofisticación técnica.


 Se considera, entonces, a la familia Sinijoj como los pioneros en el cultivo a niveles industriales de lúpulo en la región.


 La plantación inicial se hizo en 1957 y se implantó la variedad Spalt Verde.