Bahía Blanca | Domingo, 19 de mayo

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Mayor Buratovich, más allá de la cebolla

"Nuestro mayor anhelo es lograr una sana convivencia entre la comunidad boliviana y la argentina, así como nuestra inserción en la sociedad", reflexionó Pedro Ayarde, presidente de Cobolvi (Colectividad Boliviana de Villarino) y concejal del Partido Integración y Movilidad Social. "Queremos que a nuestros hijos no les suceda lo mismo que a nosotros, que anduvimos haciendo vida nómade durante toda nuestra infancia", agregó.

 "Nuestro mayor anhelo es lograr una sana convivencia entre la comunidad boliviana y la argentina, así como nuestra inserción en la sociedad", reflexionó Pedro Ayarde, presidente de Cobolvi (Colectividad Boliviana de Villarino) y concejal del Partido Integración y Movilidad Social.


 "Queremos que a nuestros hijos no les suceda lo mismo que a nosotros, que anduvimos haciendo vida nómade durante toda nuestra infancia", agregó.


 Ayarde explicó que el cultivo de la cebolla es la actividad que capta la mayor cantidad de extranjeros y la labor que más ganancia deja.


 Sin embargo, la temporada va de enero a mayo.


 ¿Qué actividades desarrollan cuando termina la temporada? ¿De qué viven? ¿Tienen sus papeles en regla?


 Ayarde explicó que dentro de la comunidad existen diferentes escalas sociales, de modo que muchos de ellos ya pudieron adquirir sus propias tierras, las que suelen explotar también con otros cultivos.


 "De todas maneras, la cebolla requiere actividad durante todo el año. De hecho, ya se está comenzando a sembrar", acotó, para señalar que muchos trabajadores bolivianos realizan tareas de albañilería y otras "changas".


 En las diferentes localidades con presencia extranjera (Mayor Buratovich, Hilario Ascasubi y Pedro Luro), existen asentamientos bolivianos, con guarderías, jardines de infantes, escuelas y unidades sanitarias.


 Durante el primer semestre del año, la población boliviana aumenta considerablemente con la presencia de los denominados trabajadores golondrina.


 En estos casos se dan con más frecuencia casos de ilegalidad o falta de permisos para trabajar, aunque, según Ayarde, prácticamente no se dan casos de personas indocumentadas.


 "¿Qué hacen una vez terminada la recolección y descolado? Algunos vuelven a su país, pero la mayoría busca otras zonas de la Argentina para hacer la temporada, porque su diversidad de climas permite realizar distintos trabajos", puntualizó.


 En Mayor Buratovich, el mayor asentamiento se encuentra en el barrio Primavera (ex Matadero), donde residen alrededor de 400 familias bolivianas.


 "No tenemos cifras exactas. De hecho, uno de los objetivos de nuestra colectividad es hacer un censo que permita conocer datos certeros", dijo.


 Creada el 8 de enero de 2006, la sede de Cobolvi se ocupa de agrupar y atender la problemática de una comunidad que, sólo en el distrito de Villarino, suma a alrededor de 8 mil personas, en su mayoría dedicadas al cultivo de la cebolla.


 "Soy hijo de una familia nómade y no es lo que quise para mis hijos. Por eso decidí instalarme en Hilario Ascasubi, donde ellos pudieron crecer sin problemas", dijo Ayarde.


 Valoró las posibilidades de trabajo, salud y educación que la Argentina le ha brindado a esta comunidad.


 "Eso permitió que muchos de nuestros hijos pudieran estudiar y ser alguien en la vida. Cada vez hay más profesionales bolivianos, lo que demuestra la gran integración que se vive día a día", consideró.


 "Tenemos que seguir aprendiendo a respetar lo que nos brinda la Argentina y, si ese proceso tiene dificultades, ver cómo poder resolverlas", puntualizó.


 Se refirió, entre otros aspectos, al plan Prosovi, que permite ciertos beneficios a las personas con menos recursos, en especial en temas de salud.


 "Hay que `afinar' algunos detalles de salud y educación y para eso nos reuniremos con el intendente (Raúl Mujica). De todos modos, de a poco se van obteniendo logros", aseguró.


 Recordó que dos meses atrás, cuando comenzó a desempeñarse como edil, suponía que su tarea se inclinaría a la defensa de la colectividad boliviana, aunque finalmente se dio cuenta que era más abarcativa.


 "Represento a la comunidad en general y eso es muy positivo", sostuvo, para agregar que su lema es humildad, respeto y trabajo.


 --Ayarde ¿La comunidad boliviana ya es parte de la sociedad de Villarino?


 --Sí; especialmente en Hilario Ascasubi. En salud y en educación, por ejemplo, nos sentimos cada vez más insertos y eso nos alegra.


 
En temporada



 Entre 7 y 10 mil personas son las que están ligadas al trabajo específico de la cebolla en temporada, en la zona sur del distrito de Villarino.


 El dato fue obtenido en la subdelegación del ministerio de Trabajo, con sede en Mayor Buratovich.


 Hasta el mes de agosto, cuando termina la temporada de trabajo, y hasta diciembre, la actividad sufre una importante merma. Muy pocos galpones son los que continúan trabajando.


 La producción de cebolla va de la mano con el crecimiento de los pueblos del sur de Villarino. Esta expansión se evidenció, aún más, durante los últimos 10 o 12 años.


 En general, quienes provienen de Bolivia son productores; es decir, tienen sus propias explotaciones.


 Los golondrinas, en cambio, llegan para trabajar en épocas pico, durante no más de 20 días.


 Se trata de un trabajo más intensivo, donde se obtienen buenas ganancias, ya que se paga por jornada.


 Los problemas de desborde en el sistema de salud de las localidades involucradas se generan, precisamente, en ese momento.


 José Eduardo Dehenen, director de Servicios de la delegación de Mayor Buratovich, explicó que la realidad de estos pueblos indica que su sistema desborda en los primeros seis meses del año.


 "Hasta los comercios y la recolección de residuos se ven saturados", ejemplificó el funcionario.


 Luego, cuando los trabajadores golondrinas parten a otros rumbos, el movimiento se normaliza.


 "Este cuadro se parece mucho a una peregrinación; la diferencia es que esa saturación no se da un solo día, sino durante seis meses. Es lógico: el que se lastima, el que se resfría hace uso del sistema de salud; las ventas, la fisonomía, en general, cambia radicalmente", expuso.


 A las dos guarderías estatales que funcionan en Buratovich acuden mayormente hijos de trabajadores de la cebolla, al igual que la Escuela Nº 53 y el Jardín de Infantes Nº 909.


 "Lo cierto es que la comunidad boliviana se ha insertado en nuestra vida. De hecho, comparte nuestra vida. Muchos de sus integrantes compraron su porción de tierra o alquilan, pero están aquí, viven con nosotros", resumió.

Día de la Independencia




 El próximo miércoles 6 de agosto se celebra el Día de la Independencia de Bolivia. En Villarino, los actos centrales tendrán lugar en el predio de Cobolvi, situado en el acceso a la localidad de Hilario Ascasubi.

"Habrá más movimiento"




 Para Carlos Agrello, empacador y exportador de cebolla, terminada la temporada el movimiento será mayor que en otras oportunidades, ya que el buen precio (18 pesos la bolsa de 25 kilogramos) permitirá comenzar en los próximos días con los laboreos para la siembra.


 "Con buenos precios, la expectativa de siembra cambia", dijo.


 En cuanto a la legalización y la obtención de los permisos para trabajar, dijo que el mayor problema lo tienen los trabajadores golondrina.


 "De a poco se va normalizando, pero es un proceso lento. Hay gente que se va, gente que viene y los controles se hacen sólo a principios de la temporada", explicó.


 El área de Migraciones se ocupa de la documentación, mientras que el ministerio de Trabajo (ambas reparticiones funcionan en Buratovich) del blanqueo del personal y la vigencia de la obra social.


 "Lo principal es que tengan su DNI y puedan sacar el CUIL para poder trabajar", indicó.


 En los galpones de empaque, el blanqueo es total. La obra social de los trabajadores de la cebolla es Osprera. Y están afiliados al sindicato de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales.


 "¿Si los bolivianos tienen gran capacidad de trabajo? Es relativo. Tal vez son más constantes porque trabajan en familia", sostuvo.


 Asimismo, diferenció aquellos que vienen a trabajar en situación de emergencia --en temporada-- y aquellos que están afincados en el pueblo y, por ende, acostumbrados al "ritmo argentino".


 "El que cosecha la cebolla hace lo mismo con el limón, la papa, etcétera. Es, prácticamente, otra cultura", manifestó.


 Ejemplificó con las casas de material, algunas de dos pisos y con todos los servicios, que tienen muchos bolivianos radicados aquí desde hace una década.

"Todo lo que tengo lo hice trabajando"




 Macario Esposo Florez, boliviano, de 45 años, lleva 15 radicado en el barrio Primavera de Mayor Buratovich.


 "Decidí venir con mi familia por trabajo. Después pude hacer mi casa y acá estoy", define el hombre, que acusa mucha más edad de la que tiene.


 Mal no le ha ido.


 Tiene su camioneta Ford F 100, un tractor, un prolijo galpón a medio construir y, según dice, "mucha salud" para seguir trabajando.


 Abierto y con una sonrisa ancha, relata cómo es un día cuando el trabajo es intenso.


 "Nos levantamos a las cinco y salimos para el campo en familia. Para los más chicos hay guarderías donde poder dejarlos. En general, estamos muy contentos aquí", cuenta.


 Macario confiesa que durante los meses sin trabajo en la cebolla, la familia sobrevive con las reservas generadas durante la cosecha.


 "Así pasamos el invierno. No voy a decir que económicamente estamos muy bien, pero `tiramos", reflexiona.


 Contento con la Argentina, tal como se define, es padre de cinco hijos que estudian o trabajan.


 "¿Mis planes? Permanecer aquí. Mis hijos son argentinos, votan en este país. No me va mal. Eso sí: todo lo que tengo lo logré trabajando", aclara.

Cecilia Corradetti/Enviada especial