“Contactos frágiles”: la forma de relacionarnos en tiempos de la virtualidad
El flamante libro, publicado por Esteban Dipaola y Luciano Lutereau, explora las formas del amor, de la amistad y de las relaciones en general.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Esteban Dipaola es doctor en Ciencias Sociales, investigador y profesor de filosofía. Luciano Lutereau es psicoanalista, doctor en filosofía y doctor en Psicología.
Ambos publicaron Contactos Frágiles, un libro que analiza las formas del amor, de la amistad y de las relaciones en general en los tiempos de la virtualidad, cuando el contacto personal se desdibuja, las relaciones se evitan y los conflictos se eluden. Hablan del uso de la victimización, de la perdida de los ritos y de un individualismo cada día más presente.
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“El riesgo de lo humano comienza por la creencia de que se puede ser uno sin los demás”. De Contactos Frágiles.
--¿Cómo definirían la temática del libro? ¿A qué contactos se refiere esa condición de frágiles?
--El libro aborda ciertas transformaciones en los vínculos humanos, que no son nuevas pero sí novedosas. Es decir que tienen su desarrollo durante muchos años aunque tomaron mayor visibilidad en el último tiempo.
“Esta es una época donde el contacto está vedado y se lo evita: personas que nunca llegan a concretar una cita, amigos que quedan en verse aunque nunca lo hagan. Esto que puede quedar en lo simplemente anecdótico revela algo profundo: entramos en una era de afianzamiento de las conductas individualistas cuya consecuencia es precisamente la conformación de individuos frágiles.”
--¿Es un libro pensado para profesionales del tema o está al alcance de cualquiera?
--Está escrito para que cualquier persona pueda leerlo sin inconvenientes. Es un libro que interroga esta época y está lleno de ejemplos cotidianos, en los que estamos todos involucrados. En particular, indaga en las modalidades de vivir los afectos en el presente, cuando podemos pasar de la indiferencia a la indignación, del enamoramiento idealizado al odio cancelador.
--¿Se han modificado los lazos a partir de la virtualidad? Ustedes mencionan que para que haya efectivamente una comunidad debe ser dinámica y “expuesta a conversaciones”.
--La virtualidad o, mejor dicho, las estrategias de vinculación mediante dispositivos electrónicos es parte de toda una modificación de los lazos, pero es un error caer en que se debe exclusivamente a esos dispositivos.
“Las formas de vincularse son dinámicas en el tiempo y se conforman como un proceso. Lo que ocurre de singular en esta época es que todos estamos inmersos en esa fragilidad, estamos igualados frente a la imposibilidad de tramar lazos estables. Las nuevas tecnologías son un modo de expresión y parcialmente una causa, pero no son lo determinante”.
Sin rituales y sin dioses
La sociedad actual, señalan los autores del libro, ha prescindido de los dioses, ya no los necesita ni espera nada de ellos. Lo mismo que los rituales. Sin embargo, ambos elementos son clave en el desarrollo de una persona.
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“Cuando un deseo es reprimido, el problema no es que deje de existir, sino que sigue existiendo de forma reprimida, lo cual le da una fuerza aun mayor”. De Contactos Frágiles.
--Mencionan que en este tiempo del individualismo “no aparecieron nuevos dioses” y que en el presente nadie espera algo de ellos.
--“No aparecieron nuevos dioses” es una frase del sociólogo Durkheim, cuando advierte sobre las transformaciones de la modernidad. Es una idea de más de 100 años y la recuperamos en el libro para remarcar esa distancia: para Durkheim los dioses nuevos todavía no habían aparecido, pero lo iban a hacer, en cambio en esta época ni siquiera se los espera.
“Esa es la cuestión: en el período de la sociedad industrial o moderna, las instituciones regulaban las formas de vincularnos. Actualmente esas mismas instituciones están en un profundo descrédito: ni el trabajo, ni la familia, ni la educación se corresponden en este tiempo con la valoración que tuvieron en la primera mitad del siglo XX, y esto es lo que marca una clave de interpretación sobre los cambios en los vínculos”.
--¿Es algo propio de los jóvenes?
--No, no puede suponerse como algo exclusivo de la juventud: una persona de setenta años encuentra dificultades para vincularse y sostener ese vínculo tanto como un adolescente. Lo que cambia es el modo en que eso afecta en la experiencia de ambos casos.
--Señalan como hecho relevante la perdida de los ritos, ¿por qué son tan importantes?
--Los rituales son lo único que unen a una sociedad, sin rito no hay lazo social. En el caso del psicoanálisis, Freud desarrolla esto en Totem y tabú; en la sociología Durkheim trabaja lo mismo en Las formas elementales de la vida religiosa.
"Los ritos son la prueba de que el vínculo involucra un sacrificio originario y que para la vida en sociedad es imprescindible. El problema de esta época es que nadie sabe ceder y sin esa cesión ritual en la que me doy para el otro, no es posible fomentar un vínculo".
--Ustedes sugieren que el individualismo evita la relación con otros para evitar ser afectados por sus opiniones y que los seres humanos sin conflicto se convierten en individuos “sin afectividades y emocionalidades”. ¿Eso está sucediendo?
--Sí, claro. Esto es la marca constitutiva de esta época. Si no hay una cesión de lo que soy para vincularme no hay posibilidad de lazo social. El individualismo de este tiempo se caracteriza por esto, por despojarse de los afectos y por evitar quedar expuesto al afecto de los demás. Vivimos en una sociedad que regula el afecto como si fuera una dosis que debe consumirse de a poco. Por esto mismo aparecen nuevos tipos de acusaciones al otro para definir un vínculo: es muy intensa o intenso, tóxico, etc.
Ser uno sin poder serlo
“En las redes sociales pasiones básicas de lo humano --como el pudor y la vergüenza--quedan fuera de juego y en lo que parecen debates no se trata más que de ver quién tiene la última palabra y de humillar al enemigo”. De Contactos Frágiles.
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La fragilidad de las relaciones actuales radica en gran medida en la falta de compromiso que se está dispuesto a asumir, en evitar cualquier tipo de confrontación, en culpa siempre al otro del fracaso de una relación.
--¿Se puede ser uno sin los demás?
--Es imposible y este es el problema que propone pensar el libro: ¿por qué vivimos juntos? Por qué todavía lo hacemos cuando nos despojamos del contacto.
--Hay una referencia a la victimización. ¿Es realmente un recurso muy en boga? ¿Qué se logra con eso y cuál es la diferencia entre ser víctima y victimizarse?
--Este es un tema que, antes que nosotros, investigaron Eliacheff y Lariviére en su libro El tiempo de las víctimas. Alcanza con que alguien se declare víctima de algo para que adquiera una voz pública. Ahora bien, no es lo mismo victimizarse y ser una víctima. Por lo general, las víctimas no se victimizan y por eso precisan ser reconocidas como tales.
“Otra cosa es la victimización como modo de manipulación y extorsión de los demás. Es un tipo de actitud narcisista que dificulta mucho los vínculos, porque quien se victimiza no acepta que una verdad pueda tener matices e integre puntos de vista. Para quien se victimiza, la verdad es solamente lo que esa persona dice”.
--Otro punto interesante: en la vida no nos hace sufrir lo que pasó, sino “lo que no pasó”.
--Esto se interpreta en función de otra actitud narcisista de esta época: la melancolía. Esta se define por la fijeza en lo no ocurrido, en quedar atrapados en lo pendiente, en no poder disfrutar de lo vivido, sino en permanecer en un tiempo suspendido, meramente potencial. No es raro escuchar que muchos relatos de vida hoy se detengan en lo que podría haber pasado si...
--¿En los nuevos tiempos las relaciones de pareja se han modificado de tal forma que no hay compromiso ni celos?
--Sin duda las personas se comprometen menos, es un motivo de queja constante. O bien cambió la idea de compromiso, ya no entendida como una promesa.
“Tal vez la dificultad está en que se piensa el compromiso como una limitación en aras del otro, sino pensar que se trata de un compromiso con el propio deseo”.
“Respecto de los celos, estos han aumentado y se han diversificado: celos posesivos, celos por miedo al abandono, celos narcisistas, etc. Los celos aumentaron porque ya no hay roles simbólicos en los que estabilizar la relación; hoy estamos, mañana no sabemos, ¿quién puede creer que tiene el lugar asegurado?”.
--¿Cómo ven el matrimonio como institución? Hay una frase de Freud que mencionan: “Hay matrimonios que no se separan porque todavía hay uno que no terminó de vengarse lo suficiente del otro”. ¡Eso suena terrible!
--Por algo todavía cuesta tanto asimilar el pensamiento freudiano, a nadie le gusta que le digan la verdad. Y el matrimonio era una institución con sus dobleces, normativa y algo hipócrita, pero también tenía dos roles que organizaban el vínculo: marido y esposa. Hoy una pareja ya no se piensa en términos de lo que a cada quien le toca hacer por el lugar que ocupa simbólicamente en la relación con el otro. Entonces, el matrimonio se disolvió, aunque la gente se siga casando y, por supuesto, las parejas siguen basándose muchas veces en la venganza.
--En cuanto a las relaciones virtuales. ¿Permiten conductas que nunca se verificarían en persona, cara a cara? ¿Qué consecuencias tiene esto a la hora de establecer esas relaciones?
--Los vínculos virtuales habilitan alguna desinhibición que no es posible en el encuentro de los cuerpos. Se suele decir que la virtualidad expone la intimidad sin pudores, pero esa intimidad no deja de estar mediada por el dispositivo, por la pantalla.
“Cuando dos personas se encuentran el pudor o la vergüenza participan de lo que sucede entre ellos, sea esto un encuentro amoroso, una entrevista laboral o una relación médico-paciente. Pero no es que la virtualidad posibilite conductas que no se dan en el encuentro de los cuerpos, cara a cara, sino que admite otro tipo de representación del lazo que luego, como cualquier actividad cuando se lo traduce a otro plano, responde a cambios”.
“La cualidad de esta época es que al no regirse esos lazos por estructuras normativas estables, la manera de vincularse es sumamente frágil”.
Cosas sueltas
“No consideramos que haya que advertir o alarmar. Lo que proponemos es pensar una época como la presente, pero sin moralizar. No nos interesa evaluar si hubo un tiempo pasado mejor o más feliz, porque además sería algo no contrastable y una especulación personal. Sí observamos que el individualismo de este tiempo funda un individuo reactivo, que no tiene piel, como podría decirse de quien no hubo sensaciones compartidas. Vivimos en una individualidad de la aspereza, donde parece siempre mejor tener al otro distante y sin contacto”.
“Ambos (por los autores del libro) tenemos formación en filosofía y, luego, uno como psicoanalista y el otro como sociólogo. Nuestro propósito es, como filósofos, asumir una perspectiva crítica con respecto de las categorías que usamos para pensar y, por otro lado, sobre los mecanismos inconscientes del deseo con un modo contemporáneo para pensar lo social. Nos interesa mantener la tensión y el conflicto entre interpretaciones, porque así se construye un conocimiento colectivo, corriéndonos de la opinión individual”.