Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

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Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

Bahía Blanca, ¿la tierra del diablo?

Huecuvú Mapú o Tierra del Diablo era el nombre impuesto por los aborígenes a las tierras donde se encuentra emplazada Bahía Blanca aunque, en rigor, dicha denominación abarcaba una amplia región norpatagónica. El topónimo aludía a las duras condiciones climáticas de nuestra zona, especialmente a la agresividad de sus vientos, calores sofocantes y fríos extremos.

 Huecuvú Mapú o Tierra del Diablo era el nombre impuesto por los aborígenes a las tierras donde se encuentra emplazada Bahía Blanca aunque, en rigor, dicha denominación abarcaba una amplia región norpatagónica.


 El topónimo aludía a las duras condiciones climáticas de nuestra zona, especialmente a la agresividad de sus vientos, calores sofocantes y fríos extremos.


 Aún hoy dicha definición resulta por momentos adecuada, sobre todo en días como los de las últimas semanas, donde la tierra en suspensión y los termómetros a punto de estallar castigaron sin piedad a los bahienses, pese a la proliferación de equipos de aire acondicionado y otras tecnologías que hacen más confortable la vida en estas latitudes.


 Para los más supersticiosos, quizás el origen de nuestros males climáticos pueda remontarse a la maldición arrojada sobre nuestra ciudad por la viuda del cacique Yanquetruz, pocos meses antes del gran malón del 19 de mayo de 1859.


 Según el desaparecido historiador José Guardiola Plubins, esta historia se remonta a 1855, cuando el comandante Nicolás Otamendi, al frente de 80 milicianos y el capitán Ramos, con 48 húsares, fueron masacrados por las huestes de Yanquetruz en proximidades de Tandil. Sólo dos hombres se salvaron: un trompa que los indios se llevaron cautivo y un soldado dejado en el lugar por muerto.


 Tres años después, el 24 de octubre de 1858, en el boliche de Silva, ubicado en la primera cuadra de la calle Zelarrayán, los parroquianos vieron ingresar a Yanquetruz vistiendo pomposamente el uniforme del difunto teniente coronel Otamendi, lo que desató el repudio de algunos de los oficiales de la Guardia Nacional allí reunidos.


 Ante las recriminaciones de los soldados, Yanquetruz les recordó que el coronel Villar le había asignado el grado de oficial y que era jefe de las fuerzas indígenas auxiliares de Bahía Blanca.


 La discusión, mezclada con los vahos de ginebra, no tardó en caldearse y cuando el cacique echó mano a su filosa daga fue apuñalado desde atrás por el capitán Jacinto Méndez, un sujeto de avería.


 También existen otras versiones que dan cuenta del asesinato del cacique durante unas tratativas de paz a manos de gente de Calfucurá que pretendía su alianza.


 Según Guardiola Plubins y otros historiadores, al enterarse de la muerte de Yanquetruz, su esposa, que era machi o hechicera, mediante un rito aborigen maldijo al incipiente poblado de Bahía Blanca por los siguientes mil años.


 Este 24 de octubre sólo habrán pasado 150 años, restando 850 almanaques para que el "hombre blanco" pueda habitar apaciblemente estas tierras.

Dureza climática. La dureza de nuestro clima ha sido percibida y descripta por numerosos viajeros a lo largo de la historia, y en buena medida dichas observaciones tienen bastante asidero, por cuanto el hecho de vivir en Bahía Blanca predispone a las personas a padecer determinadas dolencias físicas.




 Las enfermedades atribuibles al clima bahiense han sido estudiadas hace ya algunos años por las investigadoras de la UNS Alicia Capelli de Steffens, Cintia Piccolo y Alicia Campo de Ferreras, quienes coincidieron en destacar como afecciones más frecuentes los trastornos de la conjuntiva, amigdalitis, gastroenteritis, hipertensión, asma y otras patologías de las vías respiratorias superiores.


 Las investigadoras determinaron que existe una relación directa entre la aparición de olas de frío y calor con un aumento en la mortalidad; especialmente, de ancianos.


 Uno de los casos más evidentes se produjo en 1988, cuando se registró una mínima absoluta de -12º, y a la semana siguiente se desató una serie de fallecimientos que superó los valores medios.


 Durante el verano es habitual que en las unidades sanitarias se incremente el número de consultas por trastornos en la conjuntiva como consecuencia de largas jornadas con vientos secos, cálidos y polvo en suspensión.


 Un trabajo similar, encarado por las investigadoras María Ramos y Alicia Campo, en la ciudad de Punta Alta, determinó que "los valores extremos de temperatura, su combinación con la humedad y el viento, exponen al organismo a condiciones que en algunos casos inciden en forma directa en la aparición o agravamiento de enfermedades".


 "Entre ellas --agrega el informe--, es posible contar las de piel y las gastrointestinales, los problemas articulares y vasculares, así como cefaleas, diarreas, asma, insomnio y otros".

Las mujeres, más perjudicadas




 A nivel mundial, los especialistas coinciden en que las variaciones del clima no afectan del mismo modo a todas las personas ni lo hacen con la misma intensidad.


 Se calcula que un tercio de la población es muy sensible, otro tercio resulta inmune y al resto sólo la afectan las grandes variaciones.


 En ese marco, las mujeres resultan más sensibles que los hombres en una proporción de dos a uno.


 Resulta frecuente que ante un cambio de humedad aparezcan dolores reumáticos y que cuando se avecinan tormentas, algunas personas manifiesten una mayor ansiedad.


 Generalmente los seres humanos soportan mejor el frío que el calor, aunque en términos generales puede decirse que la temperatura es el factor meteorológico al que resultan más sensibles.


 El calor causa sensación de fatiga y bajo tono vital, produce pérdida de agua y sales minerales (sudoración).


 Con el frío empeoran los problemas circulatorios y si el descenso es muy violento puede causar contracciones de los vasos sanguíneos.


 Los cambios bruscos de presión atmosférica provocan leves trastornos en los oídos, con sensación de taponamiento o dolor.


 Un exceso de la humedad ambiental afecta a las cicatrices y a las articulaciones. Quienes han sufrido alguna fractura o fueron intervenidos quirúrgicamente son más sensibles.


  
Investigadoras determinaron que existe una relación directa entre la aparición de olas de frío y calor con un aumento en la mortalidad; especialmente, de ancianos.

 




Cómo nos afectan los agentes climáticos

La temperatura

Elevada: incrementa la sudoración, descenso de la presión arterial, fatiga y bajo tono vital.
Baja: Trastornos respiratorios y circulatorios.

El viento

Cálido y seco: fatigas y decaimiento.
Frío y húmedo: Hipersecreción mucosa.
Templado y húmedo: Cefaleas y jaquecas.

La humedad

Mayor a 75%: Recrudece reuma, artritis y artrosis.
Menor a 25%: Sequedad de la piel y las mucosas.