Desde los cuatro puntos cardinales
No es necesario ser un especialista en matemáticas para comprender la exactitud numérica. En cuestiones artísticas, en cambio, se puede pasar de un cinco a un cuatro y mantener una precisa armonía.
Tampoco es necesario ser un sesudo conocedor de la geografía para saber que la referencia de ubicación espacial en un territorio nos propone cuatro orientaciones, a saber, norte, sur, este y oeste.
De estas meras elucubraciones --nonadas, como las definiría nuestro querido poeta "Coqui" Soulé Tonelli, de quien vale su acotación porque fue un especialista del estudio de nuestro acervo-- surge la ecuación que nos remite al conjunto folklórico más relevante de nuestra patria chica rosaleña. Los 4 Rumbos, por supuesto.
Habían nacido como quinteto, Los 5 del Sur, en un año difícil y convulsionado (¡cuando no lo fueron en la historia reciente!), 1973. A los conflictos internacionales y nacionales, las artes sumaban la pérdida de tres grandes Pablos. Neruda, el poeta; Cassals, el violinista; Picasso, el pintor.
Los canales 11 y 13 los mostraron a televidentes de todo el país. La desaparición física de uno de sus integrantes los obligó a modificar el aspecto matemático aludido al principio por lo que pasaron a llamarse Los 4 Rumbos.
Néstor Villafain. Roberto Muñoz. Hugo Figueroa. Gilberto Sosa. Todos ellos provenientes de distintas regiones del interior de nuestro país. La geografía había reemplazado a la aritmética para darle nombre a la agrupación.
Y vaya si hicieron bien las cosas desde un principio que ese mismo año, en el Festival de Cosquín obtuvieron el premio denominado "mención especial".
En esa edición, los memoriosos seguramente recordarán la polémica generada porque el jurado coronó ganador a Los 4 de Córdoba por la bellísima pieza titulada "Cuando nombro al amor", en tanto que las preferencias del público se inclinaban por los también cordobeses Los del Suquía.
De este conjunto todo el mundo en la provincia mediterránea tarareaba el romántico estribillo que comenzaba diciendo "Amor, hoy me voy lejos de tí...", aunque también lo hacía con el nada poético verso "¡Cortate el pelo, cabezón!", inmortalizado por Carlitos Rolán, adalid de la música cuartetera.
Lo cierto es que los embajadores puntaltense dejaron bien sentado al folklore de este pago y desde entonces comenzaron una carrera ininterrumpida que lleva más de tres décadas de existencia mostrada en una innumerable cantidad de escenarios de todo el territorio nacional.
Coronel Pringles, Pehuen co, Tornquist, Bahía Blanca, por citar algunos de la región circundante. También hicieron lo propio en las provincias Córdoba, Mendoza, La Pampa, y por supuesto, Buenos Aires Capital, hasta donde llegaron para cantar en ATC.
A todos esos lares llevaron su pasión por el canto, acompañado del soporte de las bordonas, el punteo y el rasguido de las guitarras; la percusión del bombo legüero; y el afiatado contrapunto de los variados registros.
Además, llevaron y difundieron como los más puntaltenses entre todos los puntaltenses, aunque no lo eran ni lo son de nacimiento, a un símbolo de nuestra identidad: la zambita "La Rosaleña", escrita por don Armando Pallotti. Nunca se cansaron de expresar al límite de sus cuerdas vocales que "... a mi querida Punta Alta, también le quiero cantar".
Como suele ocurrir en las agrupaciones, hubo recambios entre sus integrantes. Néstor Agüero y el poeta Juan Carlos Jalil reemplazaron a Villafaín y Muñoz. Gerardo Guías y Néstor Castro hicieron lo propio con los citados Agüero y Jalil, y, a su vez, fueron reemplazados por Luis Brizuela y Héctor Funes. Por Brizuela, a su turno, se integró Carmelo Gemetro.
La formación más reciente, que en 2004, sopló treinta velas de cumpleaños en una inmensa torta amasada a pura música, comprende a Hugo Figueroa, Gilberto Sosa, Héctor Funes y Carmelo Gemetro.
Nacidos, respectivamente, en San Rafael, Mendoza; Candelaria, San Luis; Tres Lomas, Buenos Aires, y Pirané, Formosa, desde donde no hace mucho Rosario Puerto Belgrano trajo una épica clasificación a uno de los torneos de ascenso de nuestro fútbol de cada día.
También, respectivamente, tercera voz aguda y guitarra de acompañamiento; tercera voz grave y primera guitarra; percusionista y primera; y segunda guitarra y segunda voz.
Con un extenso y ecléctico repertorio, precisamente porque proviene del norte, el sur, el este y el oeste, y que incluye desde el clásico candombe "Negro José", pasando por temas compuestos por autores locales, hasta baladas contemporáneas como "Pasacalles de amor", de Los Nocheros, estos cuatro puntaltenses continúan apostando a nuestra música nacional.
Porque es lo que aman hacer.