Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

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Porqué comunicarse es mucho más que hablar

La aparición de las primeras palabras parece ser la preocupación principal de los padres, minimizándose la importancia de los pasos previos que el bebé debe recorrer, relacionados con los intentos comunicativos, previos al lenguaje. La comunicación es un proceso que se va construyendo paulatinamente y que implica una situación social entre dos o más personas. Es decir, comunicarse es mucho más que hablar. Por esto, los niños primero deben convertirse en "comunicadores", aprendiendo a iniciar y recibir información. Luego, sobre este formato, estarán habilitados para desarrollar el lenguaje.

La aparición de las primeras palabras parece ser la preocupación principal de los padres, minimizándose la importancia de los pasos previos que el bebé debe recorrer, relacionados con los intentos comunicativos, previos al lenguaje.





La comunicación es un proceso que se va construyendo paulatinamente y que implica una situación social entre dos o más personas. Es decir, comunicarse es mucho más que hablar. Por esto, los niños primero deben convertirse en "comunicadores", aprendiendo a iniciar y recibir información. Luego, sobre este formato, estarán habilitados para desarrollar el lenguaje.








 En la etapa denominada del prelenguaje, previa a la aparición de las primeras palabras, el niño utiliza manifestaciones intencionales y voluntarias que tienen funciones comunicativas. Para ello se vale de gestos, miradas, sonrisas que están ligadas a la presencia del otro.


 Los recién nacidos demuestran algunas capacidades sociales que sólo se ponen de manifiesto en investigaciones muy delicadas sobre las pautas de atención y acción. Es por esto que sintonizan preferentemente con los estímulos que brindan las personas, por ejemplo, prefieren los visuales redondeados, estructurados, móviles, relativamente complejos y con abultamientos que son las características que coinciden con la cara humana.
Además, son capaces de responder armónicamente a esos estímulos, es así que los neonatos imitan patrones como sacar la lengua o abrir la boca o responden mediante movimientos que en cámara lenta parecen una danza con la melodía del lenguaje de sus figuras de crianza, un fenómeno que se llama sincronía interactiva.



 Hacia los 2 o 3 meses, los bebés comienzan a fijarse en los matices más expresivos del rostro humano y se muestran capaces de compartir e intercambiar expresiones emocionales.


 Se producen intercambios expresivos con sonrisas, vocalizaciones, gestos de tristeza, temor, sonrisa, etcétera.


 Durante los primeros nueve meses la comunicación no es por medio de palabras, se establece una relación vincular entre los bebés y sus madres, la que pone de manifiesto una capacidad que es la que le permite expresar cara a cara las mismas emociones que el otro expresa. Esta posibilidad surge de una relación dual entre papá-mamá/bebé.


 Las emociones y relaciones somatotónicas son las primeras puertas por las que los niños penetran en las mentes ajenas, por esto que permite experimentar la misma emoción que el otro siente, en un intercambio mutuo, por ejemplo, responde sonriendo cuando le hablan.


 Antes de la primera palabra, el bebé pronuncia una variedad de sonidos biológicamente condicionados que van desde los gritos y el llanto, significativos en la medida en que el medio los interpreta y responde de una manera que cree apropiada. Pasa luego a los gorjeos (que son sonidos consonánticos velares g, k, j). Alrededor de los 4 meses se agregan sonidos vocálicos (a, e, o). Posteriormente, a los 6 meses, aproximadamente, aparecerá el balbuceo (repeticiones silábicas: "bababa", "mamama").


 Entre los 6 y los 9 meses el balbuceo se hace más preciso y aparecen en las producciones los acompañantes vocálicos, que se evidencian con variaciones en la entonación, el tono y el timbre de voz. Los papás manifiestan, por ejemplo, "siempre dice eso y de esa manera cuando le muestro el osito".


 Antes de llegar a los 6 meses, los bebés desarrollan vínculos firmes con figuras de crianza, a las que reconocen. Se hacen capaces de anticipar conductas ajenas, muy simples en rutinas diarias, por ejemplo, cuando se lo va a alimentar o bañar.


 A los 6 meses muestran un interés genuino por las conductas de sus madres. Comienzan las protoconversaciones --conversaciones vocales, frente a frente, con turnos--.


 Entre los 7/8 meses comienzan a interesarse por los objetos, el cambio de postura les muestra una perspectiva del mundo que los rodea.


 Estos cambios lo habilitan a mirar alternadamente entre un objeto o situación interesante y una persona en un claro intercambio comunicacional.


 Hacia los 9 meses aparecen las vocalizaciones controladas, también conocidas como jerga o balbuceo con entonación. En esta etapa, el bebé comienza a discriminar las diferencias sutiles entre los sonidos y las diferentes formas de hablar por las distintas entonaciones que su interlocutor le muestra.


 A partir de los 9 meses se pueden identificar vocalizaciones que parecen corresponderse con palabras. Entonces, en el último trimestre del primer año se va a dar un progreso que va desde el balbuceo a la palabra. Algunos niños dejan de balbucear y definitivamente aparece la palabra. Otros continúan balbuceando durante un período más prolongado, mientras que otros desarrollan estadios transcicionales y mezclan balbuceo y unidades parecidas a palabras.


 De este modo, el niño balbucea "ma-ma" y la madre que se cree llamada acude felicísima, lo acaricia le sonríe, le festeja y ella a su vez repite la palabra mágica que la hizo acercarse "mamá". El niño asocia, finalmente, sin ningún sentido previo con la venida placentera de su madre y ahora repite voluntariamente los sonidos necesarios para que venga. Esta es la primera utilización simbólica del lenguaje y este mecanismo tiene una importancia capital.


 Por lo antes dicho, el bebé durante los 9 primeros meses expresa emociones y afectos. Pero es a partir del noveno mes cuando aparecen las conductas comunicativas que se refieren a algo y se realizan mediante signos.


 Es en ese período que surgen los primeros pointing, conductas de señalamiento. Es decir, señalan con el dedo índice o la palma de la mano objetos, generalmente fuera de su alcance, para pedirlos.


 Posteriormente surge un gesto de señalamiento más evolucionado que pretende "compartir" con el adulto una situación u objeto de interés, por ejemplo, indica el cielo para mostrar un avión que pasa. Ya no señala sólo para pedir.


 La mirada alternante entre el otro y el objeto, lo que el otro señala o mira con interés lo mismo que mira el otro, acompañan estos primeros gestos comunicativos intencionales.


 En esta evolución irrumpen otras palabras significativas. Podrá responder cuando se le pregunta "¿dónde está papá?", señalando con el dedito dónde está su padre. Además, cuando dice "papá" puede estar pidiéndole al padre que lo tome en brazos, que juegue con él, que lo acaricie o puede estar pidiendo que venga. De esta forma "papá" se convierte en una palabra frase.


 Más adelante, en el desarrollo del lenguaje utiliza esa misma palabra "papá" por el que hace abstracción de la figura paterna y denomina así a cualquier persona del sexo masculino. Finalmente, vuelve a usar la palabra "papá" para denominar sólo a su padre, ya que ha aprendido otros términos para designar a los demás hombres.


Viviana Larrea.
(Licenciada en Fonoaudiología)


Qué hacer desde el hogar











 Los adultos son los guías responsables de que el niño aprenda a comunicar sus necesidades y que, en el futuro, utilice correctamente la lengua, que aprenda sus normas y, principalmente, que se beneficie de sus riquezas sociales e individuales.


1
Para comunicarse hay que aprender muy temprano a esperar su turno en un diálogo, aunque estos estén compuestos sólo de gestos o sonidos, respetar las secuencias en que se alterna el turno con otra persona.

2
Desde muy pequeños, no anticiparse y responder a las necesidades sin esperar que de algún modo expresen lo que necesitan.

3
Si son lactantes, que se despierten y cuando den señales de hambre ofrecerles la leche. En una etapa posterior, esperar a que pidan "más" con un gesto, por ejemplo, si no tienen más agua, pueden alcanzar el vaso o señalar la jarra que la contiene. Darles la oportunidad de pedir, acorde a la etapa evolutiva que cursan.

4
Si bien las deformaciones lingüísticas son comunes a todos los niños en su desarrollo y corresponde a su nivel madurativo que el niño diga en vez de perrito, "perito" o "gua-gua", el adulto debe ser el modelo, ofrecerle una lengua depurada y decirle "sí, es un perrito". No es conveniente que haga la misma devolución con deformaciones. Tendrá que construir un discurso acorde con la edad del niño y estar seguro de que lo puede comprender, para que luego la utilice.