¿Qué hacer?
Mi hijo tiene fiebre
Se considera fiebre cuando el paciente tiene una temperatura axilar superior a 38 grados.
La temperatura axilar debe ser tomada con termómetro en dicha región, durante un período aproximado a los 4 minutos.
El termómetro más frecuentemente usado es el de Mercurio, más allá de que en los últimos años surgieron otros tipos que se caracterizan por su fácil manejo y comprensión (digitales, tiras, chupete/chupón, de oídos, etcétera).
El uso del termómetro es altamente aconsejable, ya que es una manera simple y precisa de distinguir los casos reales de fiebre versus aquellas expresiones típicas como "parece tener fiebre..." o "lo noté calentito...".
La fiebre debe ser entendida como un mecanismo de defensa del cuerpo, encargado en avisar que algo está ocurriendo.
La fiebre genera un medio hostil para los microorganismos invasores, intentando evitar el progreso y la evolución de enfermedades.
En la mayoría de los casos, nos atrevemos a afirmar que la fiebre no es el problema, sino que la búsqueda del diagnóstico debe orientarse a la causa específica que produce la enfermedad o trastorno.
Una vez diagnosticada y adecuadamente tratada la causa de la enfermedad, la fiebre desaparecerá.
Algunos casos especiales.
Estas son situaciones para consultar de inmediato a un profesional:
* Menores de 3 meses.
* Temperatura axilar igual o mayor a 41 grados centígrados.
* Pacientes con inmunodeficiencias congénitas y adquiridas.
* Presencia de manchas rojas en la piel.
* Pacientes con alteración del estado de conciencia: confusión, somnolencia excesiva, dificultad respiratoria, cefalea intensa, convulsiones (rigidez o sacudidas del cuerpo con pérdida del conocimiento).
* Pacientes con 48 a 72 horas de fiebre.
* Niños con antecedentes de convulsiones febriles.
* Dudas que generan angustia familiar.
* Todo niño que no luce bien.
35,4/37,5
centígrados es el margen de oscilación de la temperatura normal en los seres humanos.