Una rauda caminata del presidente
Enemigo del protocolo, sin la banda ni el bastón de mando, y con el saco cruzado desabrochado, el jefe del Estado impuso un paso raudo en la caminata que, en tres minutos, hizo al mediodía entre la Casa Rosada y la Catedral Metropolitana.
Nuevamente, la seguridad del jefe del Estado tuvo que trabajar atentamente al salir a las 13 de la Iglesia mayor de Buenos Aires, primero cuando fue rodeado por cuatro ex combatientes de Malvinas y dos mujeres mayores, y luego cuando en lugar de dirigirse directamente a la Casa de Gobierno fue saludando uno por uno a los manifestantes que se instalaron junto a la valla instalada en el cordón norte de la Plaza de Mayo.
La primera dama, Cristina Fernández, los integrantes del gabinete y el ex presidente Raúl Alfonsín, con sus 78 años a cuestas, mantuvieron el paso impuesto por Kirchner, que saludó constantemente desde la calzada de Rivadavia hacia la Plaza de Mayo, abarrotada ya de gente a las 11.57.
Pese a no ser un practicante fiel del protocolo, Kirchner llegó al umbral de la Catedral a las 12 en punto, el horario fijado para el comienzo del tedéum que dio el cardenal Bergoglio.
Pero en la vuelta a la sede gubernamental Kirchner se tomó todo su tiempo.
Primero fueron los gestos de afecto de los ex combatientes que lo rodearon para abrazarlo y besarlo, gestos que el mandatario devolvió, al igual que a dos señoras mayores.
Pareció que la misma marcha que a la ida iba a tener para volver a la sede gubernamental, pero nuevamente el jefe del Estado hizo trabajar a los controles de seguridad, cuando optó por acercarse a la valla donde lo vivaban las decenas de miles de manifestantes.
Kirchner no escatimó abrazos y besos con todos aquellos que tuvo al alcance verja de por medio y fue recorriendo así las casi dos cuadras que van desde la Catedral hasta la Rosada. (DyN)