"Cara de queso", en la ficción y en persona
Sale del restaurante donde almuerza con el actor Martín Piroyansky y la productora Natalí Cabirón. Camina algunos pasos, pide un atado de cigarrillos, acusa el paso de un camión cuyo ruido inunda la línea telefónica y, tras la pausa, sigue hablando de su próxima llegada a Bahía Blanca y del motivo de esa visita.
El interlocutor es Ariel Winograd, director y autor del libro de Cara de queso, quien vendrá el próximo jueves a realizar la presentación del filme en Cinemacenter y aquí permanecerá hasta el próximo domingo.
Se trata de su ópera prima, la que produjo la mencionada Natalí --bahiense y su novia-- quien acusa entre otros títulos Sábado, Modelo 73 y El fondo del mar.
En el elenco figuran nombres reconocidos como los de Mercedes Morán, María Vaner, Juan Manuel Tenuta, Martín Piroyansky, Nahuel Pérez Biscayart, Federico Luppi, Carlos Caspar, Daniel Hendler y Julieta Zylberberg, entre otros.
Pero no es escasa la experiencia en rodajes de este muchacho de extracción judía. Hace un año, en Nueva York, tuvo oportunidad de asistir en la cámara nada menos que a Spike Lee, en el rodaje de Un plan perfecto.
Suerte y algo más
-- ¿Se puede decir que debutaste con el pie derecho, dadas las buenas críticas que la película tuvo de medios de alcance nacional?
-- ¡Increíble..! Estamos pasando los 50.000 espectadores y tenemos muchas ganas de ver cómo empieza a funcionar en el interior del país.
-- Dado que "Cara de queso" se estrenó en Capital el 12 de octubre, en ese aspecto también tuviste bastante suerte porque muchas películas llegan a nuestro medio alrededor de dos meses después.
-- Cierto y nosotros tenemos deseos especiales de proyectarla en Bahía Blanca porque es la ciudad de origen de Natalí. Siempre es lindo volver a casa y mostrar lo que se está haciendo.
-- ¿Cómo influyó la presencia de tu novia en la producción?
-- Ella genera bastante más que una simple producción. Esta película no podría haber existido sin su creación.
Afectos especiales
-- ¿Hay una fórmula para convocar a tanta cantidad de figuras consagradas, nacientes y meramente debutantes, cuyos nombres están no sólo vigentes sino al tope del cartel?
-- Pasa por el mismo lugar. Y además pasó algo muy lindo a través del guión: todos los actores se coparon con la propuesta y se crearon unas relaciones afectivas muy especiales entre ellos. Esto permitió un juego muy natural entre todos, tanto que a pesar que luego del rodaje nos seguimos hablando.
"Hubo mucha charla previa, tratamos de conocernos, y quisimos que ninguno tuviera un papel muy grande sino que fueran personajes chiquitos que conformaran la coralidad de la película. Eso significó también que los tiempos de rodaje no fueran muy extensos para ninguno y que el trabajo les resultara más accesible".
-- Mencionaste la "coralidad" y en lo que refiere a comedias nacionales el primer título del estilo que se presenta es "Esperando la carroza", de Alejandro Doria. ¿Tuviste en algún momento de tu formación un referente de cine que quisieras emular?
-- Algunos de quienes leyeron el guión también dijeron que era como Esperando la carroza... Mi respuesta siempre fue "¡ojalá que así sea!" porque me parece alucinante.
"Pero a nivel de referencias, siempre me gustaron más algunos americanos, como Todd Solondz, quien hizo Welcome to the dollhouse; o Wes Anderson, que filmó Los excéntricos Tennembaun, una película que me dio vuelta la vida. Paul Thomas Anderson es otro director que me gusta de entre los contemporáneos.
"Sí, de los argentinos, me parecieron increíbles las primeras de Aristarain, como Tiempo de revancha o La parte del león".
En "idish way"
-- Mencionaste a "Los excéntricos Tennembaun" y es un filme que al igual que "Cara de queso" se desarrolla en el ámbito de una familia judía.
-- Sí, y Wes Anderson dice en una edición del DVD que ese filme tiene bastante de su familia.
-- ¿Como tu película de la tuya?
-- Sí (risas). Así que cuando lo vi me sentí bastante animado por esa coincidencia.
-- ¿Cuánta es la referencia a tu origen?
-- Es constante. Todo el tiempo en verdad.
-- ¿Pero se trata de una autobiografía literal o tu familia te sirvió como puntapié para otra inspiración?
-- Es más bien un 85 por ciento real y el resto de ficción. Cuando empecé a trabajar con los actores sobre el guión lo fuimos adaptando.
"Pero en general se habla de cómo fue mi infancia adentro de un country. También sucede que el personaje de Mercedes Morán, Lilí, que es mi mamá, baila una danza tradicional judía que mi madre nunca bailó. No obstante, esa Lilí tiene características de mi mamá, muy sutiles".
-- ¿Marcó tu vida la crianza dentro de un country, y puntualmente, de El Venado?
-- Puede ser. Pero la película intenta marcar la vida en un country en un contexto político determinado: transcurre en enero del '94 en un country judío.
"Pinta la clase media alta durante el menemismo y su sueño de `espejitos de colores', pero a la vez retrata a muchos grupos sociales y no a uno en particular.
"La película habla de la colectividad judía porque yo soy judío y necesité contarlo desde ese lado, pero el lenguaje es universal".
-- Contrasta una frase que está al inicio del trailer que refiere al "gheto donde viven personas discriminadas por el resto de la sociedad" con la imagen que se ve a continuación de los habitantes del country disfrutando de una piscina soñada.
-- Sí. Utilizamos la definición de la palabra gheto para el trailer. ¿Y eso te chocó?
-- Resulta irónica, especialmente para ese "resto de la sociedad".
-- Fue la idea. La película tiene muchísima ironía, es muy cínica, pero por sobre todo está hecha con mucho cariño. Lo que creo como realizador es que la tragedia y la comedia están pegadas, por eso la mejor manera de contar algo trágico es a través de la comedia.
"También por eso el cinismo de utilizar un término que encierra un significado horrorífico, pero que pinta a un grupo de 200 familias que por decisión propia tienen necesidad de encerrarse y formar su propia mini-comunidad".
-- Pero a simple vista no parece un gheto que la haya pasado mal como los de sus antepasados.
-- No. Pero mirá la película y después contame. Ese es mi juego y mi propuesta: todo lo que se ve es muy lindo, pero si se empieza a observar un poquito más profundo lo que aparece es también muy oscuro.
-- ¿Tiene un atractivo especial este nuevo cine judío para el público argentino, teniendo en cuenta la repercusión de la propuesta de Daniel Burman y la de directores nuevos como vos o el realizador de Judíos en el espacio, pese a la insistencia de ustedes acerca de la universalidad?
-- No sé en verdad por qué. Burman es un director de excelencia que en su trayectoria trabajó con la temática judía. Ahora se dio que se estrenaron casi pegaditas Judíos en el espacio y Cara de queso.
"Me parece que es algo generacional y que a la vez se dio que hay una camada de realizadores judíos que tienen traumas en su infancia o su adolescencia y necesitan contarlo. Es un poco expulsar la culpa judía".
-- ¿Acaso intentan mostrar que no son precisamente un gheto de gente extraña?
-- Yo me propongo mostrar precisamente lo contrario: que somos todos iguales y que en cualquier cultura se encuentran puntos de similitud en madres, padres, abuelos, hermanos, y es disfrutable para los adultos y también para los adolescentes.
Junto a Spike.
-- ¿Cómo llegaste a pararte al lado de Spike Lee?
-- A través de una pasantía en el video-asist. Significa estar en el monitor, al lado del director, mientras se graban todos los ensayos de las tomas. Cuando se filma se ven esas escenas para ver si están bien hechas.
"Spike vino a la Argentina a filmar una campaña publicitaria, fue a dar una charla en la Universidad del Cine, donde yo estudiaba, nos propuso enviar los currículums para esta pasantía y quedamos una chica y yo".
-- ¿Qué capitalizaste de esa experiencia?
-- Fue un entrenamiento de ocho semanas en Nueva York, con 17 horas de rodaje, corriendo de acá para allá, y otras ocho semanas sentado frente a una computadora escribiendo y mejorando el guión y después 12 semanas, contando la preproducción y el rodaje para filmar la película. La información fue mucha y bienvenida.
-- ¿En algún momento te pareció increíble estar allí?
-- ¡Totalmente! Me sentía en el limbo, caminando por Nueva York con Jodie Foster y Denzel Washington, hablando con Spike Lee. Te preguntás cuándo fue que pasó todo eso.
"A la vez, volviendo a la capitalización de la experiencia, siempre me quise sacar la duda de cómo hacían ellos estas películas que casi siempre salen bien. Me di cuenta de que no hay techos, de que pueden pasar cosas increíbles si uno se las propone y las busca".
En resumen.
Cara de queso es una suerte de autobiografía de Ariel Winograd, que ubica su acción en el ficticio country judío El Ciervo, donde las familias comparten el verano de 1994 y todas las características de las clases medias acomodadas hacen eclosión en un juicio por indisciplina.
El "Cara de Queso" del título es un chico tímido, distinto y tomado de punto por el resto.