Riesgos de tatuajes y "piercing"
ACERCA de un hábito que los jóvenes han adoptado con llamativo entusiasmo en los últimos tiempos --el piercing--, acaban de formularse severas advertencias merecedoras de ser tenidas en cuenta, sobre todo, por los padres. El referido procedimiento consiste en realizar perforaciones --con fines estéticos, se argumenta-- en determinadas partes del cuerpo, particularmente en la nariz, las cejas, la lengua y el ombligo, a fin de colocarse un aro u objeto similar. Chicos y chicas de 14 a 18 años son los principales adeptos.
TODO LO referido a dicha práctica y a los tatuajes ha tenido un crecimiento del 300 por ciento en los últimos cinco años, de acuerdo con datos proporcionados por la Asociación de Tatuadores y Afines de la República Argentina. Otras fuentes señalan que la expansión ha sido todavía mayor. Ante tal evidencia, llama poderosamente la atención que no existan normas legales sobre el particular, con el consiguiente riesgo para quienes se someten al procedimiento. Según fuentes médicas consultadas por medios periodísticos, en el mismo lapso se han incrementado las consultas de jóvenes que sufrieron reacciones adversas a la perforación o al tatuaje. Obviamente, casi todos ellos admitieron que no habían recibido información previa respecto de las eventuales consecuencias que podrían devenir.
HACE pocas semanas, en La Plata, el padre de un joven que se había hecho practicar un piercing planteó una demanda judicial contra los dueños del comercio en cuestión y un magistrado consideró que había sido violado el Código Civil y se había violentado la integridad física de un menor que jurídicamente no tiene poder de decidir sobre su cuerpo. El caso trajo como efecto inmediato que el municipio platense saliera a realizar inspecciones en masa sobre los locales especializados, varios de los cuales sufrieron clausura.
EN EL ámbito de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, mientras tanto, se han presentado diversos proyectos tendientes a regular las normas que rigen sobre aquellas actividades. Entre otras normas, propone crear un registro de tatuadores y perforadores, quienes deberían recibir una capacitación sanitaria relacionada con su tarea; asimismo, se fijan sanciones para quienes efectúen su trabajo sin contar con la autorización de los padres de los jóvenes.
HAN SEÑALADO fuentes médicas de la Capital Federal que apenas el 18 por ciento de los adolescentes que se someten a dichas prácticas reciben alguna información sobre los posibles efectos adversos a que se exponen. El problema no es menor, desde el momento que de los tatuajes pueden derivar infecciones agudas y crónicas, HIV, hepatitis B, cicatrices deformantes, entre otras consecuencias. En el caso del piercing, también los peligros son considerables.
NO SERIA inoportuno, en consecuencia, que también en el ámbito local se tomaran en cuenta, desde los organismos gubernamentales específicos, los alcances del problema, dado que en nuestra ciudad funcionan locales dedicados a realizar aquellas tareas. La salud de los jóvenes debe ser protegida, comenzando, por supuesto, con la debida observación familiar.