Tras las huellas de quien ofrendó su vida por los migrantes
Revelador
200 millones de migrantes buscan hoy su lugar en el mundo.
El beato Juan Bautista Scalabrini es una de aquellas figuras que asumen contornos cada vez más preciosos y sorprendentes cuando, a través del tiempo, de personajes de crónica se convierten en personajes de la historia.
Padre de los migrantes, Scalabrini fue beatificado en 1997.
Su obra, en Bahía Blanca, es impulsada desde la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Pompeya (Teniente Farías 731), perteneciente a la congregación de los misioneros scalabrinianos.
Juan Bautista Scalabrini nació en Fino Mornasco (Italia), el 8 de julio de 1839. En 1863, a la temprana edad de 24 años, fue ordenado sacerdote y en 1876, obispo de Piacenza por el Papa Pío IX.
En las visitas pastorales que realizó a más de 350 parroquias notó el enorme número de inmigrantes que llegaban a América y se radicaban, en particular, en el norte y el sur del Nuevo Continente.
En una oportunidad, encontrándose en la estación de Milán, percibió la triste realidad de quienes vendían algunas pocas pertenencias, que era imposible llevar consigo, y partían.
"¿Quién ayuda a estos pobres emigrantes?", se preguntó, y fue aquel cuestionamiento fundamental el que dio origen a su obra.
Scalabrini conoció tierras argentinas en una visita a un hermano radicado en nuestro país, el padre del escritor Raúl Scalabrini Ortiz.
Falleció en Piacenza el 1 de junio de 1905.
La obra de los misioneros Scalabrinianos en nuestra ciudad fue iniciada en 1949. Aunque al principio era llamada la iglesia de los italianos, por la ayuda que le prodigaba a los emigrantes de este pueblo, aunque desde hace algo más de 20 años comenzó a trabajar por el bienestar y la integración de bolivianos y chilenos.
Cálida evocación.
El miércoles 1 de este mes, en nuestra ciudad fueron recordados los 100 años de la "vida plena" del beato.
"Perdí aquí, en la Tierra, uno de mis mejores obispos, pero tengo un intercesor en el cielo", dijo el Papa Pio X, cuando se enteró de la muerte de Scalabrini.
Un amplio programa de actos se cumplió en el seno de la parroquia. La misa congregó a 400 fieles y fue concelebrada por el arzobispo de la Arquidiócesis de Bahía Blanca, monseñor Guillermo José Garlatti, y por el arzobispo emérito, monseñor Rómulo García. En su transcurso, el coro de San Francisco Javier de Villa Delfina, cantó el Himno al Beato Scalabrini.
También fue expuesta la Muestra Scalabriniana, con 58 cuadros presentados por Rodolfo Costa.
A un siglo de la partida de su guía, los scalabrinianos, siguiendo sus huellas, se comprometen a sumar esfuerzos para reunir a los hijos del Señor en una misma mes.