"No era un señorito inglés"
Conserva sus modales suaves, su decir cuidadoso y su rostro con aire juvenil todavía a los 48 años de edad. Y no pierde ninguna de esas facetas de su personalidad ni cuando, con insistencia, rumbeamos el diálogo en dirección a su abrupto alejamiento de la actividad que lo vio brillar.
¿Saturación o, más todavía, hartazgo?, ¿algún choque fuerte?, ¿rencor?, ¿decepción?, ¿cansancio?, ¿se sintió traicionado?, ¿no soportaba más las presiones de un medio tan competitivo?
Acaso no sus íntimos, pero estos son algunos de los muchos interrogantes que más de uno barajó, tratando de entender su actitud. Porque una cosa es "dejar" y muy otra "desaparecer". Huele a un episodio grosso, tratándose de un talentoso y triunfador en la actividad.
Se descorre el telón. Habla Juan Carlos Alonso. Y explica.
"Fue una opción de vida. Después de haber sido una de las víctimas de la locura, por así decirlo, que imperó en la Liga Nacional a fines de los 80 y buena parte de los 90, de pronto me encontré con la necesidad de tomar una decisión".
Pero, puntualmente, qué fue lo que empujó hacia afuera, era la pregunta obligada.
"En 1992 Nino Burgan, el agente, me tanteó para dirigir Regatas de San Nicolás. Me ofrecían 1.500 pesos. Para los valores que se manejaban era poco. Por ese dinero no estaba dispuesto a seguir trabajando en el básquetbol. Y, bueno, eso fue lo que hice hasta ahora...", expresa esbozando un rasgo de humor.
La respuesta que nos dio, sin embargo, pareció que necesitaba algún otro aditamento. "Algo más", para tomar tamaña determinación.
"Si vos pensás que estaba frustrado, o resentido, te equivocás. Capaz que algo de desencanto sentí, pero no creo que haya sido determinante. En realidad, me empezó a ir bien en la actividad privada que, dicho sea de paso, no me daba tiempo para desarrollar una tarea paralela. Y de a poco, casi sin darme cuenta, fui perdiendo contacto. Me enfrié".
Y remata.
"Me dí cuenta que yo no encajaba en ese mundo, con aristas marcadamente egoístas. Así, contra lo que mi imagen ofrecía de tratar de ser cordial, ameno, contemporizador, debo decirte que en lo profundo, tengo mi temperamento. Y cuando digo basta, es basta".
De modo que Juan Carlos Alonso siempre fue de tener un carácter fuerte, aunque poca veces lo puso en superficie.
"No era un señorito inglés, como se me ha dicho alguna vez. Si bien puse mucho empeño en observar mi lenguaje y mis actitudes, con la intención de sumar e involucrar a mis jugadores hacia un objetivo conjunto, cuando tenía que dar una reprimenda o pegar un grito, lo daba. Ocurre que no trasmitía ese perfil porque nunca busqué tribuna, ni socios, ni testigos a la hora de poner los puntos sobre las íes".
En la cima
Antes de decirle "chau" al básquetbol, Juan Carlos Alonso había recorrido, intensamente, un largo camino en poco tiempo. Que tuvo sus pasajes de (mucha) felicidad... y algunos de los otros.
Empezamos a hurgar en lo bueno, lo positivo. Le pedimos que use el espejo retrovisor, y cuente lo que ve.
"Si bien el que me abrió el camino hacia competiciones importantes fue Daniel Allende, cuando me llevó como ayudante al Olimpo que clasificaría subcampeón liguero, la gran oportunidad de mi vida se la debo a Flor Meléndez", señala agradecido.
Fue cuando el coach portorriqueño lo llevó al Mundial de España, en 1986, en calidad de asistente.
"De todos uno aprende algo, pero de Flor recogí las mejores y más valiosas enseñanzas. Es un táctico, un entrenador que explota el ciento por ciento de cada jugador. Muy pícaro, muy práctico".
Y traza un paralelo.
"En cambio su compatriota Julio Toro es un estudioso, un conocedor muy profundo de los secretos de nuestra profesión. Pero, te diría que de saber tanto termina haciendo algunas cosas mal. Confundiéndose o confundiendo a sus dirigidos".
Vuelve sobre Flor Meléndez quien, evidentemente, lo dejó marcado.
"Apenas la CABB lo eligió como entrenador-jefe de las selecciones argentinas, me fue a ver a Santiago del Estero, donde se estaba disputando un argentino de selecciones y me encontraba al frente del combinado de Provincia. Charlamos bastante, nos pusimos de acuerdo y, junto con Guillermo Vecchio y Gustavo Viglione, pasamos a conformar el cuerpo técnico nacional. Vecchio representaba una especie de ahijado deportivo suyo y con Viglione, riocuartense, básicamente un preparador físico, habíamos ganado una beca para ir a Rusia, viaje que nunca se concretó".
Si bien "Juanqui" ya había acumulado experiencia en el ámbito internacional, puesto que en 1984 había asistido a Alberto Trama en el Sudamericano Juvenil de Colombia, esa oportunidad le significó un fuerte espaldarazo.
"Ahora, a la distancia en el tiempo, me doy cuenta que Flor se la jugó conmigo, pese a que apenas nos conocíamos personalmente. Además, con este terceto que reclutó para que lo rodee puso "cero serrucho", porque temía que en Buenos Aires le movieran el piso por su condición de extranjero", opina.
Juan Carlos Alonso se ganó el respeto del portorriqueño, al punto que en la gira previa al Mundial, por Méjico, como él no podía estar dejó la Selección en sus manos. Fueron cinco las presentaciones en las que el bahiense asumió como titular. Tenía 29 años de edad.
Argentina cumplió luego en la península ibérica un papel más que decoroso y, además, trajo una significativa victoria.
"Recuerdo que previo al compromiso contra Estados Unidos, el periodismo español había tomado bastante en solfa el partido. Llegaron a escribir que el partido serviría 'únicamente para probar si los tableros electrónicos funcionan correctamente, especialmente cuando deban marcar tres dígitos'.
"Flor usó ese tipo de ironías en favor del equipo, azuzándoles a los jugadores el amor propio herido. Y le dio resultado, porque Argentina dio la gran sorpresa".
No fue esa su última incursión con la máxima representación nacional.
"Tite' Boismené también me escogió como su ayudante para los Panamericanos de Cuba y el Sudamericano de Valencia, Venezuela, en 1991", remarca.
Más sobre colegas
La charla dio para seguir alrededor del mismo tema. Y Juan Carlos Alonso los aborda frontal, sin esconder.
"De los entrenadores argentinos, me gusta el 'Huevo' (por Oscar Sánchez), con quien fuimos grandes competidores y, al mismo tiempo, muy amigos. Para mí es el que más sabe, el que más invierte en adquirir más conocimientos, el que más se ocupa y preocupa. En suma, el más profesional. Pero algo le juega en contra: no es político ni carismático. Otro de mi preferencia es Néstor García; posee en timming excepcional".
Como "Juanqui" asistió a innumerables clínicas, interesó conocer su apreciación, fuera de Flor Meléndez, respecto de los extranjeros.
"Ya ni me acuerdo de cuántas charlas técnicas presencié. Te puede decir, sí, que a muchas, desde Joe Vancisin a Jack Ramsay, pasando por Díaz Miguel, John Chaney y tantos más. Y lo que más me impresionó fue la disciplina de Bobby Knight".
Por un razón de horario avanzado, veía poco NBA por TV. Recién con la irrupción de Emanuel Ginóbili, se pegó al aparato.
"Sinceramente, ninguno de ellos me entusiasma... Acaso Gregg Popovich, porque presiento o lo veo un poco más latinizado. Con sangre que le corre más fuerte por las venas".
En el sube y baja
Más que por su capacidad, los dirigente valoran a los adiestradores por los resultados. Incluso, la (caprichosa) vara que por lo común utilizan no es por la victorias alcanzadas, sino por las derrotas padecidas.
"En 1987 dirijo Olímpico de La Banda en la Liga B (hoy, TNA) y ascendimos. En el 88, oriento al Deportivo Madryn. Jugamos 9 partidos y perdimos los 9. Me cortaron. El décimo, por supuesto, lo ganaron". (risas)
"En 1989 viví uno de mis mejores años. Me convocaron Cosecha de Chaco, Ferro de Capital y Gimnasia de Pergamino. Arreglé con estos últimos y estuve tres temporadas. En la primera de ellas, llegamos terceros, su mejor campaña histórica", reseña.
Sin saberlo, ni presentirlo, se aproximaba el final de su carrera.
"Retorno a Bahía, a Olimpo, en l990-91 y al año siguiente se retira de la competición. Me contrata Estudiantes por dos temporadas. No sé si llegué la mitad de la primera. Y me despiden".
Por primera y única vez en el diálogo, 'Juanqui' frunce el ceño.
"La pasé mal, pero muy mal, ¡eh! Cuando me dejaron sin trabajo, y sin haber cobrado un peso, estaba casado y con tres hijos. Tenía 33 años".
Su futuro
Juan Carlos Alonso, que lleva 13 temporadas sin dirigir, sorpresivamente no cierra ninguna puerta.
"¿Si vuelvo? No... no me veo sentado en un banco de Liga. Pero la vida me enseñó que nunca hay que decir nunca. Fijate que me gustaría ser una especie de asesor".
Y afina la idea.
"Creo que doy el perfil de consejero. Podría ser una especie de manager, un puente entre el entrenador y las presiones de jugadores y dirigentes. Fijate que, no hace mucho, incluso me ofrecí a Oscar Sánchez para desarrollarle la tarea de una especie de moderador, de manejador de su imagen, conociéndole sus arranques temperamentales".
Ojo de águila para reclutar talentos jóvenes
En la década de los 70, surgió una iniciativa de Napostá para formar una escuela de minibidi. Allí nació el Juan Carlos Alonso-entrenador.
"Tenía 13 años. La pusimos en funcionamiento junto con Jorge De la Prieta, Walter Ungaro y Roberto Mastandrea. Creo que en ese mismo momento le empecé a tomar el gusto a la enseñanza", concede.
Tras trabajar en distintas divisiones menores, siendo al mismo tiempo jugador, pegó su primer salto.
"Despego como entrenador cuando viene Oscar Frola y me dice que había hablado con las autoridades de la ABB para que me haga cargo de la selección bahiense de mini en el provincial del año 1975".
Desde allí y por más de una década su ascenso a niveles locales, zonales, provinciales y argentinos fue vertiginoso, por múltiple campeón. Era seleccionador único de Buenos Aires en cadetes, juveniles y mayores.
Otra de sus virtudes más reconocidas es que, junto con Daniel Frola, era uno de los más conocedores del ámbito de menores en toda la Provincia. Y, en consecuencia, un avezado reclutador.
Por ejemplo, trajo a Bahía a Ariel Scolari y a Esteban Pérez, cuando eran muy jovenes, y le había apuntado al "Chuni" Merlo (Junín) y Julio Rodríguez (La Emilia), quienes vinieron después aunque no por gestión suya.
"A Scolari, a quien yo mismo apodé 'Scooby', lo descubrí detrás de un tablero, en el ignoto club Universal, de La Plata, y terminó jugando en Europa", se regodea.
"Con Esteban Pérez, tengo una anécdota especial. Por consejo mío lo incorporó Olimpo, con un contrato bien alto. Tanto que 'Lito' Fruet me comentaba preocupado, 'ché, Juanqui, no habremos metido la pata, ¿no? Fijate que es mucha guita'. Tranquilo, 'Lito', le respondía, que te sacaste el Prode.
"Ese año, a mitad de temporada, pese a que era un mocoso, la gente pedía a gritos que fuera titular".
Desgranando vivencias
Como basquetbolista, Juan Carlos Alonso debutó en la Primera de Napostá cuando contaba 15 años.
Los que siguen son, desgranados, algunas de sus recuerdos.
"Era base o escolta, rápido, de regular mano para el tiro pero con una gran capacidad de salto. Mi meta era colgarme del aro pese mi corta talla", autoanaliza. Y agrega: "pero, la verdad, no era gran cosa". Sin embargo, según la compilación de ingeniero Seibane, llegó a integrar la selección juvenil bahiense, campeona zonal en el año 1975.
Recuerdos
* "Entre mis compañeros de Primera estaban Néstor Sánchez, el "Gringo" Ugozzoli, Starc, Osvaldo Palma, Jorge Rodríguez (h), el 'Ruso' Muñoz, y Diez. Nos dirigía Jorge Rodríguez, padre. LLegué a jugar con Atilio Feliziani, el año que retornó, y que nos fuimos al descenso".
* "Cuando en 1978 me encontraba en Trelew, jugando y dirigiendo, me llamó Raúl Dignani, presidente de Liniers, por un proyecto ambicioso. Con Rodolfo Carapela y Julio Sicarelli en tres años dimos forma a la Polideportiva, que fue un boom en su época".
* "La categoría más linda para dirigir, a mi paladar, es la de cadetes, porque los podés formar como jugador y como persona. A esa edad le das todo y recibís todo. Pero te hablo de los cadetes de antes; no sé cuál es la conducta de los de ahora".
* "Lo más difícil en básquetbol, desde el punto de vista de un entrenador, es armar un grupo homogéneo, en función de intereses comunes. Librarlos de su ego y afán de protagonismo. Fijate que de las selecciones de Magnano lo que rescato como mayor avance es el profesionalismo de los jugadores, porque yo no sé si realmente había una buena convivencia en el grupo...".
* "El mayor error de la Liga Nacional fue y sigue siendo, me parece, la conducción. Avanzaron todos los estamentos, pero los dirigentes no crecieron en la misma medida".
* "Por mi forma de ser, algunos sospecharon de mi supuesta ausencia de carácter. Te cuento lo siguiente. Estando en Méjico al frente de la selección mayor argentina, ponía alternadamente como capitanes a Cortijo y Romano. El tucumano me mandó decir por el dirigente Celestino 'decile a Alonso, que esto no es dirigir cadetes'. Por el mismo conducto le hice responder: 'tenés razón, de ahora en más Cortijo será siempre el capitán'. Y Romano era un peso pesado dentro del plantel..."
* "Estando al frente de Olimpo, no arrancábamos el colectivo hasta que no subiera Terry (Coner, el base estadunidense). Si él no estaba, no podíamos pasar de la media cancha..."
* "Los viajes con Olímpico eran memorables, por el agujero que tenía el micro en el piso. Nos congelábamos..."
* "Llegué a ver entrenar y hasta jugar a los grandes. Fruet, Cabrera, De Lizaso, Cortondo... eran admirables".
* "Barry Gardner, el americano que teníamos en Gimnasia de Pergamino, contenía formidables aptitudes, pero se manejaba por estímulo. Era frágil de temperamento, de autoestima. Con Mauricio Musso habíamos llegado a un acuerdo y en vestuarios charlábamos de otro americano; por ejemplo, Jimmy Thomas. Uno decía que 'Jimmy era el mejor de la Liga' y otro replicaba que 'no, el mejor es Barry'. Fingíamos diálogos para agrandarlo, y nos daba enormes resultados... hasta que se avivó".
Personal
Juan Carlos Alonso nació el 28 de diciembre de 1957 en calle Santa Fe al 100, Bahía Blanca.
Está divorciado y actualmente convive con Natalia Barhen. De su primer matrimonio tiene tres hijos: Juan Manuel (21), Juan Pablo (19) y Juan Ignacio (15). Ninguno juega al básquetbol.
El primario lo cursó en la Escuela 7, Sargento Cabral, e hizo el secundario completo en Don Bosco.
Durante 8 años trabajó como supervisor de ventas en Nación AFJP y su ocupación actual es la de encargado de la Sucursal 5 de la Cooperativa Obrera.
Enrique Nocent/"La Nueva Provincia"