Bahía Blanca | Martes, 08 de julio

Bahía Blanca | Martes, 08 de julio

Bahía Blanca | Martes, 08 de julio

Cómo prevenir las zoonosis

Los animales domésticos alegran la vida de muchos. Para una persona que vive sola pueden ser la compañía ideal, mientras que para los chicos son incondicionales compañeros de juegos. De todas formas, esta convivencia puede incluir ciertos riesgos si no se toman los recaudos necesarios. Ocurre que los animales, en determinadas circunstancias, pueden contagiar hongos en la piel o el cuero cabelludo, parásitos y sarna, entre otras enfermedades.


 Los animales domésticos alegran la vida de muchos.


 Para una persona que vive sola pueden ser la compañía ideal, mientras que para los chicos son incondicionales compañeros de juegos.


 De todas formas, esta convivencia puede incluir ciertos riesgos si no se toman los recaudos necesarios.


 Ocurre que los animales, en determinadas circunstancias, pueden contagiar hongos en la piel o el cuero cabelludo, parásitos y sarna, entre otras enfermedades.


 Los especialistas aconsejan a las personas que estén bajo tratamientos inmunosupresores --por haber recibido un transplante, quimioterapia u otros-- no convivir con animales, ya que podrían contraer enfermedades a las que, en circunstancias normales, el organismo sano respondería con sus defensas naturales.


 Compartir la cama, la mesa o el baño, entre otros espacios de la casa, constituye una de las maneras más frecuentes de propiciar el contagio.

El riesgo de los areneros. Según Leonardo Sepiurka, médico veterinario y director del programa científico del próximo Congreso Panamericano de Ciencias Veterinarias que se realizará entre el 24 y al 28 de octubre próximo en Buenos Aires, "no todos los animales son aptos para convivir en una casa, pues el estrés que les genera tener que adaptarse a un ámbito ajeno puede enfermarlos".




 Entre las diversas dolencias que los animales pueden contagiar al hombre figura la parasitosis.


 Se produce, fundamentalmente, por el parásito Toxacara canis, cuyas larvas pueden ingresar al organismo a través de alimentos contaminados, manos sucias o heces infectadas, produciendo cuadros de diversa gravedad.


 Entre los más afectados se encuentran los niños que juegan en el suelo y llevan las manos a la boca, principal vía de acceso de los parásitos.


 En las plazas públicas --particularmente en los areneros-- suele haber gran cantidad de huevos microscópicos de gusanos que, aunque la materia fecal se haya desintegrado y el espacio se encuentre en apariencia limpio, sobreviven a la espera de encontrar un nuevo lugar donde hospedarse.


 Las manifestaciones clínicas de esta clase de parásitos pueden ser respiratorias --que consisten en tos expectoración y fiebre-- o intestinales, que comprenden dolor abdominal, diarrea y vómitos.


 Otro de los parásitos que pueden portar los perros es el ancylostoma caninum, cuyas larvas penetran a través, por ejemplo, de los pies descalzos, razón por la cual está vedado llevar perros a la playa.

Perros y gatos. El contacto con perros o gatos infectados con sarna sarcóptica también puede llevar al contagio de esta enfermedad producida por pequeñas poblaciones de ácaros que se instalan en la piel y generan picazón y prurito.




 Los animales que padecen este tipo de sarna suelen tener marcas en los codos, la zona ventral del abdomen y en los bordes de las orejas.


 Otra de las lesiones en la piel trasmitidas por ciertos animales domésticos --en especial perros, gatos y en algunos casos conejos-- son las tiñas provocadas por el hongo microsporum.


 En la gran mayoría de los casos se requiere asistencia médica, ya que la presencia de estos hongos pueden prolongarse en el tiempo.


 Se trata de pequeñas manchas redondeadas en la piel o el cuero cabelludo, donde se cae el pelo y se forma un círculo en la zona infectada.


 Por otra parte, los peces, hámsters, iguanas y conejos, entre otros, no constituyen un grupo de mayor riesgo.


 Las tortugas, entre tanto, pueden trasmitir salmonelosis, bacteria que desencadena diarreas y problemas gastrointestinales.


  En todos los casos, para evitar el desarrollo de enfermedades y alteraciones del comportamiento, antes de adquirir un animal es conveniente analizar las condiciones en las que éste va a vivir.


 Sólo basta pensar qué puede estar sintiendo un siberiano cuyos ancestros provienen del polo donde hace 30 grados bajo cero, cuando está encerrado en un minúsculo departamento y con un clima de treinta 30 sobre cero.


 "La información que proporcionan sus genes se encuentra en una situación contradictoria", comenta Sepiurka.


 Según el veterinario, también debería pensarse que no es correcto tener como animales de compañía especies que se encuentran en riesgos de extinción, como por caso la tortuga común de tierra.


 Al sacarlas de su ámbito natural se alteran los patrones normales de reproducción y se contribuye a su desaparición.


 La Declaración Universal de los Derechos del Animal --aprobada por la UNESCO y la ONU-- es muy clara al respecto.


 En su artículo 4 señala que "todo animal perteneciente a una especie salvaje, tiene derecho a vivir libre en su propio ambiente natural, terrestre, aéreo o acuático y a reproducirse".


 Al tiempo, en su artículo 5 advierte: "Todo animal perteneciente a una especie que viva tradicionalmente en el entorno del hombre, tiene derecho a vivir y crecer al ritmo y en las condiciones de vida y de libertad que sean propias de su especie".


 Por ello, para prevenir el desarrollo de enfermedades y mantener una saludable convivencia, no hay que olvidar el medio en el que va a alojarse al animal y el lugar de donde este proviene.