Nunca subestimen a Detroit Pistons
A poco más de una semana de la consagración, de repente aparecieron hinchas de los Pistons por todos lados.
Antes que nada debo aclarar que elegí a Detroit hace alrededor de 15 años, cuando descubrí al endiablado Isiah Thomas.
Admito que es el momento de mayor felicidad tras el bicampeonato ('89-90) y cuando quizá más lo disfruté, porque íbamos de r-e-c-o-n-t-r-a punto. Pero, una vez más, dejamos en claro que no solemos ir a las finales para dejarlas pasar.
Antes de la '03-04 los "especialistas" vislumbraban a alguno del Oeste como campeón: "que los Lakers se armaron para eso, que Minnesota y Sacramento están fuertes y cuidado con Dallas y los Spurs de `Manu'". Nadie hablaba de Detroit. Es más, aquellos que se atrevían a nombrar a alguno del Este se inclinaban por New Jersey (lo dejamos afuera en la semi) e Indiana (lo eliminamos en la final del Este, la "verdadera" final para nosotros).
Detroit, con el perfil bajo que lo caracteriza, fue derribando muñequitos. Su majestuosa defensa (lejos, la mejor de la NBA) y la abrumadora actitud, a partir del hambre de triunfo (los Lakers nunca se enteraron que eran los candidatos), fueron las claves de nuestro tercer anillo.
¡Ah!, me olvidaba: quiero responderle un par de cosas a quienes citaron que los Lakers eran muy, muy, muy grandes. Tenían razón, entre Malone, Payton y Shaq sumaban ¡107 años!
También, si los Pistons eran un equipo de F-1. Así es, en las finales se asemejaron a la Ferrari, aunque conducida por Chauncey Billups, nuestro Michael Schumacher.
¿Dónde habrán metido los Lakers la escoba con la que nos pensaban barrer?...
Luciano Mutti/Especial para "La Nueva Provincia"