Crisis de los valores morales
Quiero hacer pública la indignación que siento como católico creyente ante la muestra del "artista plástico" León Ferrari, que se realiza en Buenos Aires. Por lo que he leído y apreciado en TV, me siento profundamente agraviado en mis creencias, así como la considero un ataque vil y ruin a una de las instituciones fundamentales del cuerpo social de la República, como es la Iglesia.
Por otra parte, quiero poner sobre el tapete la conducta del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, encabezado por Aníbal Ibarra, que avala y hasta promociona estas exteriorizaciones que proponen un violento ataque contra el culto y la religión católicos, así como contra los valores éticos y morales de la sociedad argentina.
Me enturbia el pensamiento una serie de preguntas, cada una de las cuales me lleva a respuestas cada vez más desagradables.
¿Qué otra cosa podemos esperar del tal León Ferrari, cuando él mismo se ha proclamado anticristiano, sino la de tratar de subvertir el orden social haciendo públicas manifestaciones de su odio a un culto que nada tiene contra su persona?
¿Qué otra cosa podemos esperar de funcionarios como Aníbal Ibarra, manifiestamente comunista en su juventud, sino la de dar apoyo a un espectáculo tan bajo, pueril y chabacano que se burla abiertamente de dos de las figuras más importantes de la iconografía católica cristiana, como Nuestro Señor Jesucristo y el Papa Juan Pablo II?
¿Cómo somos capaces de permitir que se nos insulte tan descaradamente sin tomar medidas o partido al respecto?
¿No será acaso éste el resultado de un proceso de corrupción y perversión mental y espiritual del cuerpo social, como consecuencia de una infección cada vez más avanzada, provocada por el virus de la inmoralidad, que día a día degenera en una crisis cada vez más general de los valores morales y de las buenas costumbres?
¿Tan bajo hemos caído que permitimos que este virus nos invada y nos corroa desde adentro, infectando hasta el órgano más básico del cuerpo social, como es la familia?
Evidentemente, se avizora un futuro poco prometedor si seguimos permitiendo esta influencia perniciosa, que lo único que trata es de pervertirnos, tanto moral como espiritualmente.
Triste es que a los 20 años esté manifestándome de esta forma. Pero si lo hago es porque tengo profundas esperanzas de que, con el esfuerzo de todos los argentinos, es posible una reestructuración y una reorganización de nuestra Argentina. Tengo esperanzas de que es posible una Argentina limpia del germen de la inmoralidad y de los sentimientos anticristianos que hoy nos afectan.
Tengo fe en que podemos salir adelante, pero sólo es posible uniéndonos y hermanándonos para luchar contra los males que nos aquejan.
Patricio Iñaki Gómez Hanzich, estudiante de abogacía
Punta Alta
Una tarde para no olvidar
El viernes 5 de noviembre, las 14.30, encontrándome en Bahía Blanca, en vísperas de mi regreso a Cipolletti y del asueto municipal del lunes, estacioné mi automóvil en una calle céntrica y a pocos metros de una Fiorino azul, sin advertir que lo estaba dejando en un lugar prohibido para tal fin. La demora en regresar no superó los 10 minutos, pero el auto había desaparecido.
A partir de ese momento, no exagero al afirmar que viví la peor tarde que recuerde en largo tiempo. Pregunté al ocupante de la Fiorino si había visto algo, por cuanto temí ser víctima de un robo. Me alertó de la infracción y dijo que creyó ver la grúa, por lo cual me sugirió dirigirme al Tribunal de Faltas, en Blandengues 152. El personal administrativo repitió una y otra vez que "el juez se había retirado", que "no había nadie facultado para liberarme el automóvil" y que debía esperar al lunes... (cuando el próximo día laborable para ellos era el martes, cosa que yo ignoraba).
Estos señores ni se dignaron descender de su pedestal de empleado público para verificar mis dichos y la documentación que enarbolaba ante sus ojos. La respuesta fue desde el primer momento lejana e indiferente. Me encontré suplicando con el carnet de conductor extendido en Cipolletti, tarjeta verde y DNI en mis manos, sin que nadie se molestara en mirarlos. Luego de rogar infructuosamente, explicando que necesitaba el vehículo para asistir a un familiar enfermo, motivo de mi viaje a Bahía Blanca, y regresar al Valle el domingo, con una tremenda impotencia me retiré del lugar, no sin antes pedir el nombre de los jueces. Uno de ellos se encontraba de viaje y el otro, una mujer, los viernes no se presenta en su estudio.
Aun en esta instancia, me negaba a desistir, por lo que aproximadamente a las 16.30, en un último intento, tomé la guía y telefoneé al Concejo Deliberante, de donde me derivaron al Sr. José Knecht. Mi enorme agradecimiento a su persona, así como al Sr. Cayetano Connena, subjefe de Tránsito, por la excelente atención recibida, que posibilitó mi regreso en tiempo y forma.
Al momento de cancelar la multa, las 19 del viernes, el empleado que me atendió, visiblemente molesto por cuanto según él lo habían llamado de todas partes, inclusive del Concejo Deliberante, manifestó para mi sorpresa que a los bahienses se los obliga a esperar hasta el día hábil siguiente para entregarles su rodado. Pero que no era lo mismo con la gente de otro lugar, que no tiene por qué conocer las reglamentaciones y que por esa razón tampoco se les cobra la multa.
Pregunté entonces por qué yo había sido y seguía siendo la excepción, a lo que contestó con marcado énfasis: "Ud. es de Bahía Blanca". Claro, sus cerebros les impidieron considerar que pude adquirir, como realmente sucedió, un automóvil en esa ciudad viviendo en otra provincia, que mi domicilio registrado en sus sistemas lo fue por el lapso de 30 días y tuvo como objeto disponer de la transferencia a mi nombre en menos de 72 horas, principal condición exigida por el vendedor y verificable en mi DNI, y que haber abonado la patente durante todo el año 2004 en esa provincia se debió a la exigencia de tenerla cancelada para disponer de la baja y efectuar el cambio de radicación.
Hoy todavía me pregunto: ¿por qué las mentiras? ¿No hay guardia para entregar su vehículo a la gente que está de paso y puede cometer una infracción sin darse cuenta? En mi caso, ¿habrá sido negligencia pura y no la ausencia del juez? Señores turistas, cuidado, tal vez la explicación sea recaudar a costa de cualquier atropello.
Diana M. Quattrocchi
Cipolletti
Escuela Nº 510: Presente
Ocho alumnos de la Escuela Nº 510, acompañados por docentes, pudieron participar de los Torneos Juveniles Bonaerenses 2004, en Mar del Plata, al haber llegado a esa instancia luego de superar el torneo local y regional.
Gracias a la colaboración de muchas personas y empresas, se hizo posible, por ejemplo, jugar con los botines adecuados, ropa deportiva y demás elementos que sumaron su aporte para que los chicos llegaran al dignísimo cuarto puesto en la provincia de Buenos Aires, después del gran esfuerzo de haber jugado dos partidos en un día.
Queremos aprovechar este espacio para destacar a quienes colaboraron de distinta forma en la posibilidad de participar en el encuentro deportivo; al personal directivo y docente, que cooperó en todo momento, disponiendo de tiempo y realizando actividades extraescolares para que el equipo de fútbol reducido de la escuela pudiera viajar. Así, los alumnos tuvieron una experiencia maravillosa, inolvidable, haciéndose realidad la culminación del esfuerzo y el premio a la perseverancia, a la buena actitud deportiva que les mereció una distinción especial, aparte de los logros obtenidos gracias a las horas que pasan en "la canchita", porque ninguno de ellos es federado. Este también fue un mérito que tuvieron a su favor a la hora de los resultados.
Mirta Medina, directora de la Escuela Nº 510
Bahía Blanca
Las abuelas cuentacuentos
Con mucho agrado he asistido el viernes 3 a la disertación del escritor Mempo Giardinelli en la Casa de la Cultura sobre "El libro: domicilio eterno de la lectura", y quisiera compartir con los lectores la idea que expuso en orden a la promoción de la lectura en los chicos. Buen indicio de que en este país hay gente que piensa y que, además, muchas veces no son necesarios intrincados planes de gobierno ni gran cantidad de recursos.
Giardinelli destacó claramente la importancia de la lectura como piedra angular de la educación y del desarrollo intelectual. Un tema que como nación debemos abordar con premura no sólo desde los ámbitos institucionales, sino en la propia casa. Nuestros hijos deben vernos leer.
Luego compartió con el auditorio una propuesta que él y la ONG que dirige han puesto en marcha en el Chaco: las abuelas "cuentacuentos", o, mejor dicho, "leecuentos". Convocó a los abuelos, jubilados, gente muy valiosa para la transmisión de los valores y a menudo descartada por la sociedad, para asistir a comedores escolares de sus respectivos barrios y leer cuentos a los chicos.
El efecto fue maravilloso, pues el chico se entusiasmaba y en el siguiente encuentro llevaba a sus hermanitos e incluso a sus padres. El chico comprueba con su propio asombro el tesoro que emana del libro, y la semilla está entonces sembrada y germinará seguramente. El abuelo, por su parte, ocupa su tiempo y halla un medio hermoso para vehiculizar su sabiduría y, por qué no, encuentra un sentido a la vida que tal vez imaginaba agotada.
No quería dejarlo pasar. Aunque parece algo muy simple, lo simple lleva en su esencia la perfección. Quizá quienes administran los comedores en nuestra querida ciudad puedan tomar la propuesta y dar el primer paso en un camino cuya meta es, sin duda, la dignidad y grandeza de nuestro pueblo.
Gustavo Cimadamore
Bahía Blanca
Ruta o arma mortal
Me dirijo al gobernador y al ministro de Obras Públicas de Río Negro: ¿a quién se puede culpar del estado en que se encuentra el asfalto en el tramo que va desde Sierra Grande a San Antonio Oeste, de la ruta nacional Nº 3?
Durante muchos años, transitamos sobre parches y pozos, incluyendo el tramo Sierra Grande-Arroyo Verde, absolutamente deplorable. Cuando asfaltaron, al fin, nos llenamos de alegría, pues era la peor provincia que debíamos transitar sobre la ruta 3. Pero la felicidad duró poco. El asfalto ya cedió.
Alguien debe asumir la responsabilidad y es por ello
que comienzo por Uds. ¡Basta de hacer mal las cosas! Tomen conciencia los políticos que en sus manos están los
controles de las obras y, si ocurren accidentes, son los principales culpables.
Uds. utilizan los aviones, pero yo, que viajo constantemente esa ruta, les advierto que, cuando llueve, es un arma mortal. ¿Lo sabían?
María Inés Monachesi
Bahía Blanca