Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

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De paseo por El Carmen

Aquellos caballos de silla En la Finca San Juan, de la localidad jujeña de El Carmen, la cría de caballos argentinos de paso, considerados los mejores caballos de silla del mundo, se ha convertido en el principal atractivo de este establecimiento de turismo rural que es un emprendimiento familiar casi centenario.

Aquellos caballos de silla








 En la Finca San Juan, de la localidad jujeña de El Carmen, la cría de caballos argentinos de paso, considerados los mejores caballos de silla del mundo, se ha convertido en el principal atractivo de este establecimiento de turismo rural que es un emprendimiento familiar casi centenario.










 El salteño Carlos Díaz Cánepa, propietario del establecimiento, es experto en la cría de esta raza de caballos que los conquistadores españoles trajeron a América y que rápidamente se extendió desde el Alto Perú hasta el noroeste de la Argentina, a través del Camino del Inca.


 El criador explicó las características especiales de estos equinos, que son diferentes a las demás razas, puntualizando que son animales que caminan a bípedos laterales, mientras que los demás avanzan a bípedos transversales.


 Y los define como "la síntesis de la cruza entre los caballos andaluces y los berberiscos".


 Por su conformación anatómica y sus formas peculiares, este caballo de paso argentino --que llegó al país como caballo de paso peruano-- ya forma parte de nuestro acervo nacional y está reconocido en el mundo por su nobleza, fidelidad, temperamento y altivez.


 Mientras los peones se acercan trayendo algunos animales, resulta tan extraño como placentero observar su elegante andar en cuatro tiempos, con la mano y la pata derecha moviéndose al unísono y con el cuerpo del jinete balanceándose suave y horizontalmente.


 Es curioso descubrir que en esa marcha no hay saltos hacia arriba y que el cuerpo del jinete no se cansa.




 Apenas con ocho yeguas. La historia del criador comenzó hace casi medio siglo, cuando su padre separó ocho yeguas y se las dio para que el joven comenzara su propio negocio.


 En realidad, él ya conocía las diferencias entre ésta y las demás razas.


 Desde muy chico había observado su conformación física, su temperamento y sus ojos vivaces y sabía qué diferente era para los novatos montar un caballo de paso.


 Entendió por qué en Perú los llaman "viajeros" y los usan para recorrer grandes distancias y comprendió que por ser tan fáciles de maniobrar rinden mucho en los arreos y en otros trabajos de la ganadería.


 Se dice que sus ancestros son los caballos que trajo Cristóbal Colón al nuevo mundo, a una de las islas que actualmente conforman el archipiélago de las Bahamas, donde se aclimataron a las calientes tierras caribeñas.


 También se comenta que cuando llegaron a Perú le sirvieron de transporte de carga al conquistador español Francisco Pizarro, por su contextura liviana y su talla mediana.


 Ya en el agreste suelo peruano, entre el frío intenso de los Andes y las calientes regiones costeras, se fue conformando, a través de 300 años, una evolución genética cuyo resultado fue un caballo capaz de soportar grandes travesías y moverse bien en terrenos áridos y empinados.




 Por todo el país. Después de muchos años de trabajo, para Díaz Cánepa es un orgullo que sus caballos ya estén en dieciséis provincias.


 Está convencido de que no hay mejor caballo para realizar cabalgatas turísticas.


 Sobre el origen de esta raza dice que posiblemente sea el resultado de la cruza, durante siglos, entre caballos españoles y otros del norte de Africa.


 De los españoles, en realidad andaluces, el criador afirmó que heredaron el garbo del cogote y la docilidad y la sincronía de su andar de los caballos que montaba el pueblo berebere que vivía en el desierto del Sahara.


 Sin embargo, y admitiendo que muchas veces se los ha confundido, aclaró que la raza berberisca nada tiene que ver con los caballos árabes, que son de origen asiático.


 Mientras el peón Florindo se acerca al trote, montando a pelo, el criador destaca la elegancia de estos caballos para desfilar.


 Llama la atención sobre el voleo de sus cascos, hacia fuera, movimiento que acentúa el andar elegante de estos animales macho cuya alzada oscila entre 1,45 y 1,55 metros.


 El peón, que se acerca con Ciénaga Gaucho, admitió que son mansos pero de gran temperamento.


 A su entender hay que amansarlos de a poco, con cariño, porque cuesta mucho educarles la boca para que soporten las riendas.,


 Florindo va hasta el corral y regresa con Ciénaga Payador remarcando: "Este es un futuro padrillo".


 El animal levanta la cabeza, sacude las crines y patea fuerte.


 El criador admitió que el trabajo de seleccionar los padrillos no es fácil.


 Esa, por supuesto, es tarea suya y demanda mucho tiempo de observación.


 "Mire --cuenta-- yo puedo ver un caballo después de diez años y si es mío, si yo lo crié, lo reconozco enseguida. En cambio, con la gente eso no me pasa. Nunca recuerdo bien una cara...".


 Díaz Cánepa confía que en esa selección, la de separar los padrillos, tiene que observar ciertas actitudes en el animal.


 "Si no están, no sirve. Entonces, poco después del año se realiza el castrado", afirma.




 Con el mismo apellido. Dice, también, que es una tradición que todos los caballos de un criador tengan un mismo apellido, en este caso Ciénaga --"por el cercano dique La Ciénaga", explicó-- seguido del nombre elegido para cada uno.


 "Por eso todos mis caballos están inscriptos en La Rural como Ciénaga", dice.


 Mientras, acerca de las riendas un "zaino calzado de tres", que traduce como "animales con una pata oscura y tres claras".


 Lo diferente de este zaino es que tiene una mancha blanca en la frente.


 "Es el lucero", dice.


 Después muestra a Sapa, una yegua que lleva el mismo nombre de la que tenía cuando se inició como criador, y otra, bellísima, a la que llamó Flor de Durazno.


 En las ancas de ambas, escondido en la pelambre, aparece la marca que heredó de su padre: las letras DC.


 "Aquel --ilustró-- va a cumplir dos años y tiene destino de padrillo". Se refiere a Ciénaga Payador.


 Desde lejos le ordena al peón: "Movelo. Que ande...".


 En estos días la Finca San Juan entra en tiempo de parición, lapso que va desde agosto a diciembre.


 Las yeguas ya llevan once meses de preñez y cada una alumbrara un potrillo.


 "Sólo una vez vi nacer mellizos", dice.


 De las yeguas cuenta que están criadas en el potrero, y no son como las yeguas de los haras de carrera, a las que se asiste en la parición.


 "Acá ellas se arreglan solitas, los lamen, los limpian y más o menos a la hora el potrillito se levanta y comienza a mamar", cuenta.


 También sus colores son diversos y tienen muchos matices.


 Hay tonos simples como los alazanes de pelaje rubio-rojizo; el moro de reflejos azulados; el roano, de pelos blancos, negros y rojizos, y los overos, de cualquier color, pero con manchas.


 Verlos desfilar, con arrogancia y gracia, ya no es un espectáculo reservado a estas latitudes.


 Los caballos de paso argentinos llegaron a Europa, Estados Unidos y Canadá, y también a Australia y Japón.


 "Son nuestros embajadores silenciosos", dice --con orgullo-- el criador.

CORINA CANALE


PARA RECUADRO











 En la inmortal obra "El Quijote de la Mancha", de Miguel de Cervantes Saavedra, los caballos de esta raza, que mueven al unísono su mano derecha con su pata derecha, y su mano izquierda con la pata izquierda, son los protagonistas de un diálogo entre el Hidalgo y su fiel servidor Sancho.


 El manchego dice: "De allí le ha sacado Malambruno con sus artes y le tiene en su poder y se sirve de él en sus viajes por diversas partes del mundo, y hoy está aquí y mañana en Francia y otro día en Potosí; y en lo bueno que el tal caballo ni come ni duerme, ni gasta herraduras y lleva un portante por los aires, sin tener alas. El puede llevar encima una taza llena de agua en la mano sin que se le derrame gota, según camina llano y reposado, por lo cual la linda Magalona se holgaba mucho de andar caballera en él".


 Comentario, ese, al que Sancho respondió así: "Para andar reposado y llano, mi rucio, puesto que no anda por los aires; pero por la tierra yo lo curtiré con cuantos portantes hay en el mundo".


Dónde está







 La localidad jujeña de El Carmen está a 25 kilómetros de la ciudad de San Salvador de Jujuy y a los 1.268 metros sobre el nivel del mar. Se accede por la ruta nacional 9

Basamento económico






 El Carmen integra una zona dedicada, fundamentalmente, al cultivo de tabaco y, en menor, escala a la ganadería.

Para visitar






 En las proximidades se halla el dique La Ciénaga, un espejo de agua de 28 hectómetros cúbicos, que integra el denominado Circuito de Los Diques con otros dos: Las Maderas y Los Alisos.

Sin cargo






 La Finca San Juan --(0388) 493-3135-- recibe turistas sin cargo durante todo el año. Pertenece a los establecimientos relevados por la Secretaría de Turismo de la Nación para su programa de Turismo Rural.

Dónde comer






 Viniendo desde Jujuy, y antes de llegar a la finca, se puede comer en el restaurante La Ciénaga, que está junto al dique del mismo nombre, donde sirven variados platos de pescado.


Dónde alojarse







 Las opciones para alojarse son, en El Carmen, las Cabañas Dique La Ciénaga, (0388) 492-2025; la Pequeña Hostería, sobre la Ruta 9, (0388) 493-4275 y el Campamento Municipal El Carmen, a la altura del kilómetro 34 de la ruta nacional 9.

Dónde informarse






 Más informes sobre esta excursión se pueden recabar en la secretaría de Turismo y Cultura de Jujuy, con teléfono (0388) 4221343 o a través del e-mail: [email protected]




(destacar)

Es curioso descubrir que en la marca de estos caballos no hay saltos hacia arriba y que el cuerpo del jinete no se cansa.















 Por su conformación anatómica y sus formas peculiares, este caballo de paso argentino --que llegó al país como caballo de paso peruano-- ya forma parte de nuestro acervo nacional y está reconocido en el mundo por su nobleza, fidelidad, temperamento y altivez.


25

kilómetros separan a la localidad de El Carmen de San Salvador de Jujuy.