Bahía Blanca | Miércoles, 16 de julio

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La misteriosa labor de los cangrejos en la ría

Aunque la mayor parte de los canales de la ría bahiense tiene su génesis en procesos netamente físicos, existe un sector muy particular del estuario al que la interacción entre los cangrejos, plantas halófitas (que viven en ambientes salobres) y los procesos físicos hacen único en el mundo. Este lugar fue descubierto, en el verano 1999-2000, por el doctor Oscar Iribarne, biólogo especialista en cangrejos de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP).


 Aunque la mayor parte de los canales de la ría bahiense tiene su génesis en procesos netamente físicos, existe un sector muy particular del estuario al que la interacción entre los cangrejos, plantas halófitas (que viven en ambientes salobres) y los procesos físicos hacen único en el mundo.


 Este lugar fue descubierto, en el verano 1999-2000, por el doctor Oscar Iribarne, biólogo especialista en cangrejos de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP).


 Desde ese momento, un grupo de investigadores y becarios del Instituto Argentino de Oceanografía (IADO) y de la UNMdP está trabajando intensivamente para estudiar este fenómeno tan especial; inclusive, actualmente, se están desarrollando dos tesis de doctorado y numerosas tareas de investigación colaterales, para entender lo que allí ocurre antes de que desaparezcan bajo el denominado Frente Marítimo.


 También se está trabajando en el desarrollo de un documental para ser presentado en el National Geographic Channel (parte de la financiación que permitió los estudios iniciales fue obtenida de la National Geographic Society).


 Para destacar aun más la importancia de este descubrimiento, el órgano principal de la American Geophysical Union y uno de los periódicos más citados mundialmente en ciencias de la tierra, "EOS", publicó, en la tapa de su primer número del año 2003, nuestro artículo, donde presentamos en "sociedad" este descubrimiento.

El lugar




 La zona en cuestión es, justamente, una marisma, dominada por una planta achaparrada denominada técnicamente Salicornia ambigua, ubicada entre el canal Maldonado, el canal Galván, el canal principal y el relleno que finaliza en el club de pesca Almirante Brown.


 Las planicies de marea, comúnmente llamadas "cangrejales", son ambientes que se cubren por la marea, pero que carecen de vegetación.


 En cambio, las marismas son parecidas a las planicies, pero poseen vegetación denominada halófita, porque tiene capacidad de poder vivir en condiciones donde los cambios de salinidad del agua son importantes.


 La presencia de cangrejos no está restringida solamente a las planicies, sino que pueden vivir indistintamente en ambos.


 El presente artículo procura describir la relación que existe entre las Salicornias y los cangrejos, interacción que da lugar a la formación de canales de marea, en un ejemplo especial de bioingeniería.

Los anillos




 Lo que realmente hace único en el mundo a este sitio (e, inclusive, único en el propio estuario de Bahía Blanca, ya que, hasta ahora, no se descubrió en otro lugar del mismo) es la presencia muy numerosa de anillos de Salicornia que rodean zonas sin vegetación, pero con gran cantidad de cuevas de cangrejos.


 Los cangrejos que existen en este sitio se denominan técnicamente Chasmagnatus granulata y son los habitantes típicos de estos parajes.


 En nuestro estudio, hemos detectado que los anillos se forman a partir de matas originales de Salicornia.


 Aparentemente, los cangrejos tienen una preferencia especial por ubicar sus cuevas a la sombra de las plantas (razón que se está estudiando actualmente) o bien porque el suelo está parcialmente alterado por la presencia de las mismas, lo que hace que les sea más fácil perforar sus tubos.


 Pero, al hacer sus cuevas, cambian las condiciones del suelo donde se habían asentado las plantas.


 La Salicornia, por su proceso de propagación y reproducción de tipo rastrero, requiere que el suelo sea estable, para lograr un arraigo efectivo. Pero los cangrejos, con su continuo cavar y desplazamiento de sedimento, hacen la permanencia de las plantas imposible, por lo que las ubicadas en el centro mueren y, una vez secas, son fácilmente removidas por las olas y corrientes.


 Pero la supervivencia hace que la reproducción se realice en sentido contrario; es decir, hacia afuera de la zona atacada por los cangrejos, lo cual produce que la zona central se vaya despoblando paulatinamente, mientras que los cangrejos inician allí una ocupación cada vez más activa.


 Como resultado, cuantas más cuevas se forman, las plantas más retroceden, dando lugar a anillos que llegan a tener entre 1 y 8 metros de diámetro, en su madurez.


 Notablemente, Iribarne y sus colaboradores observaron que, durante esa migración, las plantas cambian su mecanismo de reproducción, pasando de un sistema de reproducción asexual a uno de tipo sexual.


 Este es un mecanismo de defensa típico de plantas de este tipo, ya que ello permite una producción vegetal más rápida, tratando de asegurar la supervivencia del grupo.


 El crecimiento paulatino de los círculos hace que comiencen a interactuar con anillos vecinos, dando lugar a una coalescencia de los mismos.


 Entonces, los anillos pasan a tener formas de "8".


 La zona central, totalmente cubierta por cuevas de cangrejos, parece un queso gruyere.


 Estas cuevas son tubos verticales que alcanzan hasta 1 metro de profundidad y un diámetro medio de 5-7 cm en superficie, pero, en profundidad, tienen menos de 2 cm.


 La densidad llega hasta 30 cuevas por m2.


 Vale la pena comentar aquí que, a mediados de diciembre de 2002, hemos realizado la primera experiencia mundial de estudiar estos tubos empleando un endoscopio (instrumento que se utiliza en medicina para el control y estudio del sistema digestivo), lo que permitió descubrir, entre otras cosas, la presencia de cuevas de reclutas (cangrejos recién nacidos) aun en los niveles inferiores del tubo, contradiciendo los conceptos que existen hasta ahora de que estas derivaciones sólo se encuentran cerca de la boca de las cuevas.


 Este descubrimiento particular nos permitió convencer a la empresa que nos facilitó el equipo experimental para realizar un nuevo estudio, pero esta vez con el equipamiento más sofisticado y de última generación que existe en el país.

Cómo nacen




 Recientemente, hemos propuesto una teoría sobre el mecanismo para el desarrollo de estos canales.


 Planteamos que, debido, justamente, a la gran densidad de cuevas (y a pesar de que estos cangrejos no desarrollan tubos laterales), las paredes intercuevas se rompen fácilmente, lo cual se ha visto reforzado, en mayor medida, por la presencia de las cuevas de reclutas, algo que no se tenía en cuenta en nuestras primeras elucubraciones teóricas.


 Ello da lugar que, debajo de la superficie, exista una notable circulación de aguas subterráneas.


 De hecho, cuando la marea ingresa a la planicie, lo hace antes a través del fondo de las cuevas que en forma superficial.


 En numerosas ocasiones, en nuestros trabajos, nos hemos encontrado con que, a nuestras espaldas, la marisma estaba cubierta por agua, debido a que esta había ingresado por debajo, como napa subterránea, y salido en el centro de los anillos.


 El continuo ataque del agua subterránea, más la acción de las corrientes superficiales hacen que, primero en el subsuelo, se formen conductos horizontales que intercomunican las cuevas y, luego, las paredes comienzan a desmoronarse.


 Paulatinamente, toda la columna de sedimento va perdiendo estabilidad y se desmorona, dejando el canal subterráneo aflorando en superficie.


 El nuevo canal se conecta con un canal mayor, que es naturalmente activo, y por el cual ingresa normalmente la marea.


 Inmediatamente que se desmorona la cabecera del canal, este muestra claramente los resabios de todas las cuevas remanentes que los cangrejos han abandonado.


 La cabecera tiene la forma de semicírculo marcado por un microacantilado de unos 5 a 10 centímetros de alto.


 Estos canales aprovechan la debilidad del terreno producida en los anillos; particularmente, cuando estos coalecen con anillos adyacentes, dando lugar a un alineamiento.


 En cierta medida, aunque esto todavía no está probado estadísticamente, habría una tendencia a que los canales se asocian más con grupos de anillos unidos que con aquellos solitarios.


 Lo expuesto no quiere decir que los canales se forman únicamente donde hay anillos.


 En realidad, la aparición de nuevos canales bifurcándose desde canales anteriores no necesariamente requiere de anillos, sino que aprovecha sitios donde existe gran concentración de cuevas.


 El hecho de que los anillos sean los puntos donde esa concentración es mayor es, simplemente, lo que hace este lugar extremadamente atractivo, desde el punto de vista científico.


 En este sentido, existen numerosas incógnitas que se van develando cada día que visitamos este emocionante lugar de nuestro estuario.


 Hechos como la velocidad a la que se forman y evolucionan los canales y si existen cambios de velocidad a lo largo del año. De existir, ¿tienen relación con la variación de la actividad de los cangrejos, que es mayor en verano que en invierno?


 Las formas de las cabeceras, ¿son siempre iguales o varían? ¿Qué pasa cuando un canal llega a una zona donde no hay cuevas? ¿Cómo son las corrientes de marea y los flujos de agua subterránea a lo largo del canal?


 Estas y muchas otras preguntas son las que estamos intentando contestar.


 Lo que lo hace realmente divertido es que no importa cuántas contestemos: siempre hay muchas más que se multiplican.

Se cierne una amenaza




 Lamentablemente, el sitio descripto está en el camino del Frente Marítimo que se piensa desarrollar a lo largo del canal Maldonado y que en el editorial de "La Nueva Provincia" del domingo 16 de febrero de este año se pregunta por qué no se hizo.


 Espero que esta sea una señal de alerta para que, en el diseño del mismo, se tome en cuenta este ambiente, que, vuelvo a repetir, es único en el mundo.


 Actualmente, el mismo sufre el constante embate de personas que caminan desaprensivamente para llegar hasta la zona del remolcador abandonado en la costa del canal principal, para ir a pescar.


 Pero lo que más nos preocupa es el avance del relleno que está haciendo la Municipalidad.


 Desde que se descubrió este lugar tan especial, en el verano de 2000, ya se encerró, por un talud de desechos urbanos, alrededor de 2 hectáreas.


 También son preocupantes los materiales que se emplean para ese relleno, que incluyen todo aquello que se vuelca en contenedores en los que, todos lo sabemos, mucha gente tira bolsas plásticas con residuos.


 Sin embargo, existe un material aún más peligroso: asfalto. En muchos lugares del talud, se ha volcado el asfalto que se retiró durante la repavimentación de calles.


 Ese material, sometido a altas temperaturas, se derrite y es arrastrado por las aguas de lluvia y las que percolan a través del talud, lo que está produciendo una contaminación por hidrocarburos que, por ahora, es incipiente, pero que requiere un inmediato control.


 Vale también aclarar que no nos oponemos a que se realice el Frente Marítimo; es más, de hecho, lo consideramos beneficioso para que nuestra población tome real conciencia de que estamos al lado del mar.


 Creemos, también, que se debe tomar conciencia de que sabemos mucho menos de ese mar que lo que los astrónomos saben del universo.


 Sólo basta analizar cuántos comentarios salen en diarios o en revistas de divulgación científica sobre planetas y supernovas, a cientos y miles de años luz, y cuántos referidos a nuestros océanos.


 Un ejemplo de lo consignado es que, en la Argentina, hay más astrónomos que oceanógrafos, y, cuando se habla de los océanos, la preocupación es sobre los animales y plantas en peligro de extinción (siempre los más grandes y atractivos) o la contaminación, pero nunca se menciona qué pasa con el agua, los sedimentos y otros elementos que realmente sostienen esa vida.

El paisaje




 El estuario de Bahía Blanca se caracteriza por poseer extensas planicies de marea y marismas bajas surcadas por una densa red de canales de marea de tamaños diversos.


 Algunos de estos canales son de gran desarrollo, como los casos del principal y las bahías Verde y Falsa.


 Otros son de tamaño medio, tales como el Tres Brazas, La Lista, Del Embudo, etc.


 A medida que disminuyen de tamaño, el número y ubicuidad en el estuario aumenta considerablemente, hasta llegar a los pequeños arroyos de marea que pueden tener escasamente 1 o 2 metros de longitud y anchos de pocas decenas de centímetros.


 El origen de los canales mayores, especialmente aquellos que tienen una orientación regional noroeste-sudeste, está asociado a los grandes escurrimientos fluviales durante el Holoceno.


 Pero los menores son producto de la dinámica propia de la marea y el control que producen los ambientes intermareales y el tipo de sedimento que los compone.




 Gerardo M. E. Perillo, autor de esta nota, es licenciado en Geología y doctor en Oceanografía, se desempeña como investigador del Conicet, vicedirector del Instituto Argentino de Oceanografía y como profesor del departamento de Geología de la Universidad Nacional del Sur.