Bahía Blanca | Sabado, 04 de mayo

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En Bahía Blanca reincidió apenas el 6 % de los condenados sexuales

El relevamiento, a cargo del Juzgado de Ejecución Penal Nº 1, corresponde a más de 530 detenidos, por todo tipo de delitos, que tienen sentencia firme.
Fotos: Emmanuel Briane y Archivo LN.

Por Juan Pablo Gorbal y Pablo Andrés Pascual

   “Los violadores reinciden en el 99% de los casos”, “la mayoría de los delitos sexuales son cometidos por reincidentes”, “el abusador es irrecuperable”. Frases de este calibre se encuentran absolutamente arraigadas en el inconsciente colectivo y afloran con cada caso que sopapea a la sociedad, como el de Micaela García en Entre Ríos.

   De hecho, los legisladores nacionales apuran el reglamento de un banco reservado con datos genéticos de violadores y buscan, a través de una ley, crear un registro público, apoyados en dictámenes de especialistas en la psicología forense, que abonan la hipótesis de que los violadores son incorregibles.

   La ciencia, la dura realidad que provoca el delito y la creencia popular se conjugan para ratificar como ciertas aquellas máximas. Sin embargo, La Nueva. accedió a una evaluación oficial que, al menos, plantea un interrogante. O dispara la polémica: de los más de 500 detenidos con condenas firmes que están a disposición de la justicia de Bahía Blanca, los que menos cayeron en la reincidencia fueron los autores de delitos sexuales.

   Muy por debajo de la media, apenas el 6,10% de los 98 condenados por violaciones y abusos volvieron a delinquir.

   “Ese relevamiento es propio, porque no hay un organismo que nos pida evaluar la reincidencia. Buscamos datos objetivos que nos aproximen a la realidad”, explicó el doctor Claudio Brun, titular del Juzgado de Ejecución Penal Nº 1 de Bahía Blanca, de donde surgieron los llamativos datos.

   Para el magistrado, esto marca una “efectividad” de la Política Criminal en la ciudad, que surge de la insistencia de la Fiscalía General para perseguir delitos sexuales, con la creación de una unidad especial.

   “No puedo referirme a estadísticas provinciales o nacionales, porque desconozco si existen, solo puedo hablar de nuestro relevamiento, con datos concretos. Los médicos, la ciencia en general, tienen una interpretación que marca una alta posibilidad de reincidencia, a partir de una probabilidad. Lo que yo marco es concreto”, reafirmó.

   Brun advirtió que la baja reincidencia de violadores, según marca la estadística, "no significa que hayan tenido un buen tratamiento en la unidad carcelaria, donde la intervención, por decirlo de alguna manera, es tenue".

   Su juzgado, sí, cada vez que un preso de estas características ingresa en el Servicio Penitenciario Bonaerense, ordena un amplio informe médico y psicológico y aconseja un tratamiento de ser necesario.

   “No me sirve que les vaya bien en la escuela o en un taller de carpintería o de gasista. Se necesita un tratamiento acorde con su patología. No está obligado a hacerlo, pero cuando pide un beneficio, eso también se observa. A los pocos que les damos la libertad condicional o asistida o salidas transitorias, los obligamos a hacer un tratamiento y se les imponen importantes reglas de conducta, con un control especializado del Patronato de Liberados. También se cargan sus datos al Registro de Violadores, que en la provincia sí está creado”, advirtió.

   En este marco, Brun aconsejó a la gente “no preocuparse tanto por el que va a salir de la cárcel sino por el que está en la calle, por cometer un delito sexual. Hay muchos agresores sexuales en potencia”. Bajo ese mismo criterio, consideró que la sociedad cambió de manera radical, a partir de la irrupción de las redes sociales y el whatsapp y el fuerte contenido sexual explícito y masivo, que en muchos casos puede actuar como disparador.

Para otra jueza, “es mito”

   Margarita Camus, jueza del mismo rango que Brun, pero con asiento en San Juan, ratificaba de alguna manera la conclusión de las estadísticas locales al opinar, el año pasado, que la reincidencia en el caso de los violadores es “un mito”.

   Lo había hecho en medio de un cruce público con la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, cuando la funcionaria macrista ya buscaba, en julio de 2016, limitar los beneficios excarcelatorios de los condenados.

   La jueza Camus decía que las declaraciones de Bullrich tenían como sentido la "prueba y error", porque “las estadísticas oficiales” van en dirección contraria.

   “En San Juan, en homicidios, es bajísimo el índice de reincidencia. Me sobran los dedos de una mano. Lo mismo con el mito de que el violador reincide. Tenemos una alta población de condenados por delitos contra la integridad sexual. No son más de 10 los que han reincidido. Y en este momento tenemos más de 150 personas condenadas por esto. Donde hay más reincidencia es en los delitos contra la propiedad, no contra las personas”, advertía Camus, en la misma línea que ahora marcan los datos revelados por el juzgado de Bahía Blanca.

   Es que, justamente, el mayor índice de repitencia, entre los condenados de nuestro medio, se da con los delitos contra la propiedad (asaltos y robos), con el 32%, claramente por encima de la media.

   Después figuran los delitos contra la seguridad pública (tenencia de arma de fuego, estrago, incendios), con 22,5%; contra la vida (homicidios y lesiones), con 11,5% y los relacionados con las drogas, 7,70%. En el último lugar de reincidencia figuran los condenados por delitos sexuales, con solo 6 casos entre los 92 sentenciados (6,10%).

Los “siete pecados”

   “Considero controvertido hacer un análisis criminológico con datos de una estadística presentada de modo austero. No se conoce la selección previa de los imputados, si fue o no aleatoria. No parece ser representativa por la cantidad de encuestados, comparado con la cantidad de denuncias que equivalen, según datos de la UFIJ 14 que investiga delitos sexuales, a 36 por mes”, opinó la licenciada Paula Carolina Kraser, perito en psicología forense, para luego presentar lo que denominó 7 pecados de la estadística en criminología.

   1- Si yo quiero conocer qué club local tiene más hinchas, y hago la encuesta solo en Villa Mitre, es muy probable que me dé un resultado mayor al 90%, lo que no es verdaderamente representativo de la realidad. Como decía George Bernard Shaw, 'la estadística es una ciencia que demuestra que, si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, los dos tenemos uno'”.

   2- No se consideran datos sobre el conjunto de rasgos y características distintivas de la conducta de los individuos encuestados, sus patrones permanentes e inflexibles de experiencia interna y de comportamiento, que determinan una relación distorsionada con el entorno social y lo apartan de él. No todos los condenados por delitos contra la integridad sexual son iguales. No es igual el perfil de un perverso que practica la pedofilia, que el de una personalidad psicopática, o de alguien con rasgos psicopáticos, y vale lo mismo para los perfiles antisociales, donde hay una marcada predisposición y estado endógeno premorboso, biológico determinante. Dentro de cada categoría hay subgrupos con índices de reincidencias diferentes.

   3- No se detalla en el estudio presentado la extensión del periodo de evaluación. Cabe aclarar que en un abuso intrafamiliar, hasta que vuelven a generarse las condiciones para reincidir, es esperable que trascurra un tiempo considerable. Si se toma la encuesta de un mes para el otro, es muy probable que aún no haya reincidido, pero sí que esté en el proceso de hacerlo.

   4- Trabajar con estadísticas oficiales sobre delitos contra la integridad sexual es un error, ya que es considerando un delito de alto grado de impunidad: por la gran cantidad de cifras de delitos no denunciados, y en otros porque no se reúnen las pruebas suficientes para validarlo, como por ejemplo en los abusos sexuales simples (sin acceso carnal). Por lo general, los niños abusados generan patrones de apego evitativos. Como consecuencia, buscan menos intimidad con otras personas y tienden a suprimir o esconder sus sentimientos. Imagínense en una pericia judicial donde no conocen a nadie. Por lo general no hay relato en esos niños, en consecuencia no existe prueba, por tal, no es incriminado el sospechado.

   5- Puede que algunos de los sujetos encuestados no tengan declaración de reincidencia por tratarse de la primera condena. Pueden haber cometido nuevamente el mismo delito, pero si aún no existe nueva condena firme que lo incrimine al momento de la toma de los datos para la estadística, no es considerado entonces “reincidente”, si no inocente hasta que se demuestre lo contrario.

   6- La figura del homicidio criminis causae (matar para ocultar otro delito), puede esconder una agresión sexual, por lo que queda la duda si en esos casos, los entrevistadores tomaron para la estadística ambos datos (homicidio mas delito contra la integridad sexual) o solo contabilizaron el de homicidio.

   7- Otra variable a considerar es que la pena haya cometido su fin, es decir, haya sido rehabilitadora.

   En cuanto a este último punto, Kraser se preguntó: "¿Puede un imputado sobre un delito contra la integridad sexual reincidir?"

   “Hay que conocer caso por caso, pero, por lo general, reinciden. Una estructura de personalidad es como la médula espinal o nuestro color de ojos. Piensen entonces cuáles son las chances de revertirlo. La serialidad (en serie) clínica es la reincidencia jurídica, de modo que para expresarnos con propiedad y prudencia deberíamos conocer con mayor profundidad a los sujetos aludidos por la estadística, ya que por lo contrario estaríamos incurriendo en el clásico error médico de hoy día: tomar a las probabilidades como hechos”, cerró Kraser.

“No hay tratamiento”

   El psicólogo y sociólogo Alejandro Farji también consideró que los detenidos por delitos sexuales reinciden al recuperar la libertad y que “no hay tratamiento posible para esa patología”.

   “Las personas que cometen este tipo de delitos entran en un 90% en el perfil psicopatológico de la psicopatía y la perversión”, advirtió el profesional, quien durante más de 10 años se desempeñó como perito en la justicia capitalina.

   Consultado por La Nueva., sostuvo que los violadores “carecen de sentimiento de culpa” y son personas “sobreadaptadas, es decir, impresionan como simpáticos y hasta queribles. Angustian al partenaire y depositan así su propia angustia. No tiene conciencia de enfermedad”.

   Más adelante aseguró que “son irrecuperables en un 90% y no hay tratamiento posible. Al salir vuelven a reincidir”.

   Farji, quien es magister en estupefacientes y trabajó durante 28 años en el Hospital General de Agudos Juan Fernández, dijo que “los perversos pueden no tener rasgos de psicopatía, pero hay una compulsión por lo sexual y arman siempre una escena fija. Por lo general, fueron abusados y/o maltratados de niños, y hacen activo lo que vivieron pasivamente. No pueden dejar sus compulsiones y son de dificil tratamiento”.

   Manifestó que hay programas de comunidades terapéuticas cerradas, aunque explicó que hay pocas posibilidades de modificar esas estructuras.

   “La cárcel alimenta estos mecanismos psicopáticos y perversos y fija su patología”, finalizó.

Prueba piloto

   Una experiencia única en nuestro país es la que lleva adelante el anexo de la Unidad N° 9 del Servicio Penitenciario Federal (SPF) de Senillosa, en Neuquén.

   Su población está compuesta únicamente con detenidos por delitos sexuales y se lleva adelante un proyecto para reinsertarlos en la sociedad y evitar la reincidencia.

   Se desarrolla el Programa Ofensores Sexuales (POF), llevado adelante por docentes, psicólogos, asistentes sociales y profesores de educación física.

   Los internos trabajan para disminuir la impulsividad, manejar la ansiedad, lograr un mayor reconocimiento del delito, educar valores y estimular el autoestima.

   “El primer paso para que un agresor condenado por delitos sexuales esté en el programa es la voluntariedad. La segunda instancia es que reconozcan el delito por el que fueron condenados. Hay pocos sistemas que trabajan con el agresor sexual. El desafío que nos planteamos es ver el comportamiento", dijo el director nacional del SPF, Emiliano Blanco.

   Uno de los pilares fundamentales del programa es la educación. Se brinda instrucción primaria, secundaria y talleres con salida laborar. Estudiar es un requisito excluyente.

   Además, hay espacios de recreación con cursos de guitarra, teatro, canto y tango, entre otras actividades.

   Los otros dos aspectos fundamentales son la familia y la terapia.

   Diariamente hay espacios con piscólogos y terapistas ocupacionales, para que los internos puedan trabajar sobre su propia patología.