Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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¿Cuáles son las razones del aumento de la superficie labrada en el país?

Desde Aapresid se manifestó preocupación por el fenómeno. En la última campaña, la siembra directa cayó un 3 % respecto del período previo.

Tareas de labranza tradicional en el campo argentino. / Fotos: Archivo La Nueva.

Guillermo D. Rueda / grueda@lanueva.com

   “Si bien las causas pueden ser variadas e, incluso, estar relacionadas al costo de los insumos, centraremos el enfoque al aspecto físico y a las consecuencias sobre el recurso suelo. En primer lugar, queremos destacar que se necesitan al menos 20 años sin intervenciones del suelo para alcanzar la estabilidad del sistema y lograr que se visibilicen todos los beneficios de la siembra directa. Cada labranza que hagamos nos retrotrae al día cero”.

   Estos son algunos de los argumentos de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), para mostrar su preocupación por el aumento de la superficie agrícola labrada en nuestro país y porque el porcentaje de adopción de siembra directa (SD) se ha visto disminuido —en la campaña 2020/21— un 3 % en comparación con la anterior, según datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

“Numerosos trabajos demuestran que el incremento de la actividad agrícola, caracterizado por la elevada frecuencia en soja, la falta de rotaciones con pasturas y las labranzas han producido una notable disminución de los niveles de materia orgánica (MO) de los suelos”, se agregó.

   También que la remoción del suelo, producida bajo labranza convencional (LC), genera caídas en los niveles de carbono (C) y que el carbono orgánico del suelo (COS) y la agregación dependen del uso y del sistema de manejo utilizado, por afectar la estabilidad de los agregados.

   “La LC incrementa la aireación del suelo y rompe los macroagregados. Esta ruptura hace que las partículas de limo queden libres, reacomodándose y formando estructuras laminares de mayor densidad que dificultan el desarrollo de raíces y la infiltración del agua”, se indicó.

   “Como solución, el productor usa labranzas para romper esas láminas, aumentando la oxigenación y combustión de MO, logrando una remediación en el corto plazo. Sin embargo, con las sucesivas lluvias estos minerales libres se reacomodan nuevamente y vuelven a formar dichas estructuras”, se explicó.

   Asimismo, se dijo que en la Chacra Pergamino-Colón de Aapresid se demostró que, a medida que se aumentan los tiempos de ocupación en una agricultura siempre verde (ASV), incorporando cultivos de servicio (CS) a las rotaciones tradicionales, se logra un aumento de la actividad biológica de los suelos y la captura de C, incrementándose los macro y meso agregados y disminuyendo las partículas libres.

   “La roturación de los suelos, por más mínima que sea, produce la oxidación de la MO y liberación a la atmósfera de CO2. Con lo expuesto anteriormente, y en concordancia con la gran preocupación a nivel mundial por el C, resulta claro que necesitamos reemplazar el concepto de romper capas densas con el de recarbonizar y reagregar los suelos para lograr sistemas de producción más sustentables”, se afirmó.

Se dijo que el abordaje de los sistemas requiere de un enfoque integrado y largoplacista y no de una mirada reduccionista, donde se resuelven problemáticas a corto plazo a costa del deterioro de los recursos.

   “Reemplazar la labranza por raíces vivas el mayor tiempo posible en función de cada ambiente edafoclimático es, sin dudas, la mejor opción en la búsqueda de soluciones sustentables, priorizando la salud de nuestro recurso suelo”, se concluyó. (Fuente: Aapresid).