Bahía Blanca | Jueves, 31 de julio

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Piden 22 de años de reclusión para Gustavo Salvatierra

Una pena de 22 años de reclusión reclamó ayer el fiscal Christian Fernando Long para Gustavo Fabián Salvatierra (23), acusado de tomar parte en el asalto que derivó en la muerte del repartidor de bebidas Fernando Calvari, en Villa Nocito. Los defensores del imputado, Leonardo Gómez Talamoni y Claudio Lofvall, pidieron, en cambio, que se absuelva al procesado, al entender que no se logró probar su intervención.
Piden 22 de años de reclusión para Gustavo Salvatierra. Sociedad. La Nueva. Bahía Blanca

 Una pena de 22 años de reclusión reclamó ayer el fiscal Christian Fernando Long para Gustavo Fabián Salvatierra (23), acusado de tomar parte en el asalto que derivó en la muerte del repartidor de bebidas Fernando Calvari, en Villa Nocito.


 Los defensores del imputado, Leonardo Gómez Talamoni y Claudio Lofvall, pidieron, en cambio, que se absuelva al procesado, al entender que no se logró probar su intervención.


 Los jueces del Tribunal en lo Criminal Nº 2, María Elena Baquedano, Alejandro Salvador Cantaro y María Eloísa Errea de Watkins, pasaron a un cuarto intermedio hasta el miércoles próximo, a las 9.15, cuando se conocerá el veredicto y, eventualmente, la sentencia.


 La audiencia de alegatos se inició --con más de una hora de demora-- con la alocución del fiscal, quien, durante 20 minutos, enumeró las pruebas que, a su criterio, se reunieron, tanto durante la instrucción como en la etapa del debate, para acreditar la participación de Salvatierra en el delito, calificado como homicidio en ocasión de robo.


 Señaló que para él no existen dudas que "Ponja" actuó de manera conjunta con Maximiliano Mera y Mario Pinilla, quienes ya fueron condenados, en juicio abreviado, el año pasado. Entendió que a Calvari le dispararon "a fin de asegurar la impunidad" del robo, cometido poco antes de las 10 del 17 de diciembre de 2007, frente al almacén ubicado en Maldonado 2043.


 Tuvo en cuenta una secuencia de la sentencia anterior, dictada por el Tribunal en lo Criminal Nº 3, que desestimó la versión de Mera acerca de la actuación de sólo dos sujetos, confirmando la presencia de tres.


 Para Long, quedaron plasmadas "en forma pristina" la autoría y responsabilidad penal del ahora encausado.


 Entre otros puntos, citó los dichos de distintos policías, que se refirieron a comentarios de vecinos sobre los tres intervinientes y, en particular, del oficial Roberto Toarmina, quien admitió, así como otros testigos, que Pinilla y Salvatierra solían andar juntos.


 Luego mencionó a Ana Mansilla, tras admitir que la mujer declaró con mucho miedo.


 "Se me colgó de la corbata y me preguntaba por qué la había traído", graficó el fiscal, para dar cuenta del grado de temor de la vecina del sector, quien hizo mención a un comentario de otra vecina, en cuanto a la participación de Salvatierra en el delito.


 A su vez, Long remarcó los dichos de la única testigo de identidad reservada escuchada en el debate, quien aquella mañana vio correr al "Ponja", mirando para atrás y asustado y luego saltar el paredón de la casa de su hermana, en cercanías del lugar del crimen.


 En cuanto a esta joven, trajo a colación su temor porque mencionó que familiares del imputado la habrían amenazado luego de tildarla de "buchona" --que es delatora, dijo el fiscal-- y no de mentirosa o fabuladora.


 Por último, y a modo de "núcleo central" de su postura, citó la declaración de Marco Antonio Viveros, compañero de Calvari y testigo presencial del incidente, quien --"en lo importante", según expresó Long-- reconoció a Salvatierra en primera instancia y ante el propio tribunal.


 Finalmente, el fiscal opinó que la mayoría de los hechos de este tipo no tienen "justificación" pero sí "explicación", aunque este caso, calificado de "salvaje", no tiene "justificación ni explicación", porque la víctima no se movió, ni se resistió en ningún momento y tampoco amagó a extraer un arma.


 "Le privaron la vida a un ser humano joven, que tenía la vida por delante", dijo el fiscal, para luego marcar, como agravantes, el hecho de que los acusados hayan actuado en banda, con el poder intimidatorio de las armas de fuego y en procura de hacer desaparecer los revólveres y los efectos sustraídos.


 Por lo expuesto, entendió que Salvatierra era merecedor de recibir la pena de 22 años de reclusión.

"Más dudas que certezas". En el inicio del alegato defensista, el abogado Leonardo Gómez Talamoni aseguró que existen "más dudas que certezas", que terminan por "beneficiar" a Gustavo Salvatierra.




 Admitió el letrado que no lo hubiera asistido en caso de saber que intervino "en este crimen injusto y horrendo" y recalcó que los elementos reunidos y merituados por el fiscal "no alcanzan" a derribar la absolución.


 Gómez Talamoni refutó cada uno de los puntos esgrimidos por el acusador, al mencionar, en primer lugar, que ninguno de los policías declarantes "sindicó" al "Ponja" como autor del delito y que Ana Mansilla dijo haber visto sólo a Mario Pinilla y no a los otros dos acompañantes.


 De esta mujer, a su vez, aclaró que no tuvo ningún contacto con Viveros, tal como éste habría afirmado y que sus dichos "tienen muy poca consistencia".


 En cuanto a la testigo de identidad reservada, indicó que si bien observó correr a Salvatierra esa mañana, no pudo aportar referencias horarias y tampoco escuchó el tiro ni las sirenas, con lo cual "no agrega nada".


 Finalmente, calificó al testimonio de Marco Viveros como "muy particular" y entendió que el reconocimiento que hizo en la sede policial estuvo "direccionado o marcado", ya que, en su primera declaración, había dicho que no podía identificar a quien lo había apuntado, pese a que, luego, señaló a Salvatierra.


 En ese mismo sentido, Gómez Talamoni aludió a la crónica publicada por "La Nueva Provincia" el día después del hecho, en la cual se transcriben declaraciones del compañero de Calvari, indicando que "no pudo reconocer" a quien le colocó el arma casi apoyada en una mejilla.


 También dijo que "le erra" en otros aspectos, como la ropa que vestía el tercer ladrón, ya que Viveros mencionó en el juicio que tenía un equipo de gimnasia y, durante la instrucción, lo ubicó con remera manga corta.


 Claudio Lofvall, por su lado, aseguró que los testigos de identidad reservada tienen un común denominador, ya que "ninguno vio el hecho" y que "todos saben por un tercero" y "siempre es el mismo dato".


 Por otro lado, cuestionó los reconocimientos, porque, técnicamente, Viveros estaba imposibilitado de hacerlo, porque no podía cotejar la secuencia anterior con la actual, porque no tuvo oportunidad de ver la primera.


 Además, calificó de "irregular" la diligencia, porque se le exhibió el imputado al testigo en dos secuencias distintas, con los integrantes de la ronda cambiados de lugar.


 Long replicó esta postura y señaló que si el defensor estaba presente en ese acto, tendría que haber planteado alguna nulidad, pero no lo hizo y, en referencia a Viveros, le recordó a los jueces que un solo testigo, de ser creíble, "puede fundar por sí solo un pronunciamiento condenatorio".

"Albino o mono Tití". El abogado Leonardo Gómez Talamoni, al cuestionar el reconocimiento hecho por Marco Viveros, dijo que el testigo tiene que aportar descripciones físicas del sospechoso a someter y en este caso no podía hacerlo porque, en primera instancia, dijo que no lo vio.




 "Si era un albino de dos metros (de altura), no puedo reconocer a un mono Tití de 1,52", graficó.