Punta Alta, un ejemplo de la educación Láinez en el país
La directora asignada, junto a su hermana, visitaron, en ese entonces, casa por casa para explicar a los adultos los beneficios de llevar a sus hijos a la escuela. La respuesta fue exitosa.
Dada la gran cantidad de analfabetos con que, según las estadísticas, contaba el país, se resolvió darle un gran impulso a la instrucción primaria cuando por la Ley Láinez 4.874, del 30 de septiembre de 1905, el Congreso Nacional autorizó a abrir escuelas elementales y rurales en las provincias.
Los establecimientos dependerían del Consejo Nacional de Educación y funcionarían al margen de los consejos provinciales.
Inicialmente, las escuelas fueron 392, distribuidas en todas las provincias.
Estaban ubicadas en zonas rurales, apartadas y con alto porcentaje de analfabetos.
El mínimo de enseñanza a impartir comprendía lectura, escritura, aritmética, moral, urbanidad, nociones de idioma nacional, geografía e historia nacionales y explicaciones de la Constitución Argentina.
En 1906 las escuelas Láinez contaban con 28.152 alumnos y en 1934 el número llegaba a 325.000. La ayuda del gobierno nacional, apoyando a las provincias para cubrir las necesidades educativas, había sido un éxito.
La "Ley Láinez" contribuyó a difundir las escuelas primarias y llevó los beneficios de la educación popular a los rincones más desamparados de las entonces catorce provincias argentinas.
Llegó a Punta Alta a principios de marzo de 1911 e inmediatamente inició la inscripción de alumnos, casi siempre, yendo a buscarlos a sus casas y haciéndoles ver a sus padres de lo imperioso que era la formación general.
El vecino Manuel Pichel Carracedo ofreció su propiedad en 25 de Mayo 646.
El curso escolar fue inaugurado el 4 de agosto con 119 alumnos. La superioridad se había demorado en el envío del mobiliario y los útiles indispensables, que llegaron en julio.
Hoy, la Escuela Láinez 99 es la Provincial 23 “Doctor Ricardo Gutiérrez”.
La docente Liliana Arró, maestra Normal Superior y licenciada en Ciencias de la Educación, quien actualmente se desempeña en el Instituto Superior de Formación Docente Nº 79, dijo en diálogo con La Nueva. que el diseño currircular de las carreras que se dictan en ese establecimiento exige que los temas que se abordan tengan territorialidad; es decir, que se contextualicen en el lugar donde reside el alumno y “por eso busqué, por ejemplo, la cuestión vinculada con la 'Escuela Láinez' que fue muy famosa en su tiempo en Punta Alta”.
“Cuando se habla de rincones apartados, llegamos a esta ciudad, que en aquellos tiempos era un modesto caserío, surgido alrededor de la construcción de la Base Naval Puerto Belgrano. En realidad era una suerte de campamento de obreros, con muchos extranjeros que se asentaron con sus familias. Era un pueblo con calles de tierra, poca iluminación”.
“En marzo de 1911, se decidió desde el gobierno fundar la Escuela Nacional Nº 99, la primera 'Escuela Láinez' de Punta Alta y envió una directora, Esther Crisci, nacida en Italia, que inició sus estudios de Magisterio en Uruguay y los completó en Argentina. Arribó a Punta Alta, acompañada de su hermana, de 15 años. Y en agosto se inauguró el establecimiento con 119 alumnos, que fue muchísimo para esa época”.
“La señora Esther Crisci, con su hermana, se encargaron de recorrer casa por casa para inscribir alumnos. Lo más importante fue convencer a los adultos, a los padres de los alumnos la importancia de que sus hijos concurran a la escuela. Fue un gran logro y muy reconocido. Para dimensionar este hecho, en 1913, cuando Crisci se fue por problemas de salud, la escuela ya tenía 247 inscriptos. Fue muy exitoso. Esta escuela, junto con la Primaria Nacional Nº 18, de Río Corintos (Chubut) que ahora es un Museo Nacional, son grandes ejemplos de la Ley Láinez en la historia de la Educación Argentina”.
Como anécdota, la docente agregó que la dirección tenía piso de tierra y techo de cinc sin cielorraso. Entonces, para evitar las goteras que podían inutilizar la documentación, al inicio de los inviernos, los alumnos mayores y algunas maestras se trasladaban hasta los Polvorines de la Base Naval, a cuya vera crecían abundantes olivillos, que luego los colocaban en el techo para que sirviera de aislante.
“La historia de Punta Alta está relacionada con muchos de los valores de la educación Argentina", destacó Arró.