Bahía Blanca | Lunes, 30 de junio

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Leer e interpretar al cuerpo: el poder de los masajes en tiempos de estrés

"El 90% de los pacientes llega con contracturas", reveló la masajista bahiense Gladys Linares con 42 años de experiencia. El estilo de vida actual, con poco espacio para la introspección y el descanso, se traduce en dolencias y enfermedades.

Gladys Linares atiende dolencias como masajista y reflexóloga desde hace 42 años. Fotos: Emmanuel Briane - La Nueva.

En los tiempos que corren, en los que somos víctimas de un estilo de vida tan acelerado y consumista, -y también post pandémico, con consecuencias físicas y emocionales aún invaluables- muchas personas tienen dificultades para proporcionarse bienestar y calidad de vida y ello se traduce en el cuerpo: fuertes dolores de cabeza, contracturas y hasta graves enfermedades llevan a mucha gente a buscar una ayuda externa para encontrar alivio al malestar.

 "El 90% de mis pacientes llega con contracturas", reveló la masajista bahiense Gladys Linares, con 42 años de experiencia en el rubro (matrícula 10-1570, instituto NIC) también reflexóloga, aromaterapeuta y especialista en masajes Shantala para bebés, entre sus principales capacitaciones.

Consultada por La Nueva. mencionó que en su gabinete crecieron las consultas sobre este tipo de terapias para lograr alivio y confort: desde personas con migrañas o dolores crónicos en la espalda hasta pacientes en tratamiento oncológico, la lista de afectados por el estrés es cada vez más larga.

El fenómeno, según la profesional, está vinculado a varios factores que confluyen; poco descanso, escaso contacto con la naturaleza y un gran protagonismo de la tecnología en nuestras tareas diarias. El sufrimiento del cuello, por ejemplo, vinculado al uso de celular o la postura adoptada en la computadora, son algunos ejemplos que, empiezan como molestias leves y se hacen crónicas.

“Las personas llegan con mucho cansancio y con emociones de enojo o de frustración. Lo veo en sus caras y lo siento en sus cuerpos tan solo al ubicar mis manos. Ya en la mitad del masaje, cuando la persona se ubica boca arriba, se notan las diferencias, sobre todo en la respiración, la cual tiene un papel muy importante en la relajación”, añadió.

Tanto la angustia como la tensión prolongada pueden crear un verdadero desequilibrio en el organismo y, sin embargo, solemos ignorarlas. Por suerte, hay distintas técnicas que nos permiten recuperar los músculos afectados y realizar movimientos libres de dolor.

“Hay que agradecer muchas cosas al cuerpo y tratarlo de forma adecuada”, reflexionó la masajista, a quien muchos de sus pacientes tienen agendada en sus celulares como manos mágicas.

"Yo les digo que no hago magia, que el cuerpo habla, que los masajes nos permiten bucear en esos mensajes y empezar a deshilar. Sucede que en un contexto de gran exigencia productiva hemos perdido la capacidad de hacer una pausa para escucharnos y darnos atención”, dijo Gladys.

Una sesión de masaje relajante empieza por los pies, para hacer una lectura, pero ninguna es igual a otra, ni lleva el mismo orden.

"Cada cuerpo revela distintas cosas y afecciones y hay que trabajar con eso que va apareciendo en cada paciente”, reveló.


Gladys Linares junto a algunos de sus certificados y anteriores notas en La Nueva.

En un primer momento la persona debe familiarizarse con los elementos del gabinete como la camilla y, por eso, se crea un entorno iluminado. Luego se va generando un ambiente más tenue.  

“Cada luz que apago es a la vez una manera de apagar o apaciguar las tensiones y todo lo que trae esa persona. Con los bebés trabajo con luces en el techo para mantener su atención y enseñar a la mamá los puntos que tiene que tocar”, comentó.

Los sonidos también son importantes para armonizar y crear estados.


Foto: archivo La Nueva.

“Suelo usar música de arpas y de pianos o sonidos de la naturaleza, depende lo que la persona necesite”, dijo.

Lo mismo sucede con los aromas. En una misma sesión se pueden usar hasta siete aromas diferentes para trabajar con las emociones.

“Si viene alguien muy nervioso no sería adecuado o conveniente usar un aroma floral porque esto excitaría más su sistema nervioso. Cada aroma se elige de acuerdo a cómo va respondiendo la persona”, indicó.

Gladys, quien comenzó a explorar distintas técnicas en su juventud, puso en práctica lo aprendido no solo con pacientes sino con sus padres, quienes padecieron dolencias crónicas y con su marido, quien enfermó de cáncer y finalmente falleció.

En ese contexto, creció su empatía por las personas que se encuentran en tratamiento oncológico y por sus familiares.

"Siempre digo no importa dónde se hagan masajes, lo importante es saber que la gente pone lo más preciado que es el cuerpo y debemos darle lo mejor. Dar tiempo, escuchar, acompañar y si es necesario comunicarse con el doctor que los atiende y así trabajar en equipo", destacó.

"En pandemia ,todas las semanas me comunicaba con pacientes para ver cómo estaban como una manera de seguir en contacto",dijo.

La profesional consideró que una de las claves de haberse ganado un lugar como masajista es jamás haber subestimado el papel de la medicina y el estudio de la conexión entre lo físico y las emociones.

“Estoy en contacto permanente con gastroenterólogos y neurólogos y siempre estoy con un libro en la mano”, reveló.

Asimismo consideró que la reflexología de ninguna manera puede reemplazar una consulta con un médico aunque sí puede revelar información muy útil para el paciente, por ejemplo, como es su pisada y, por ende, si tiene una buena postura de la columna.

Añadió que muchas veces un dolor en mitad de la columna se relaciona con los dedos de los pies y que las durezas hablan de lo que está pasando en ese cuerpo.

Trayectoria profesional y una historia de vida inspiradora

Se recibió de Profesora de Gimnasia en su juventud y comenzó a dar clases en el Club Napostá, donde tenía más de 100 alumnas. Allí observó que mucha gente tenía dolores de cintura, de espalda y de cabeza, y que la actividad física no era suficiente para aliviarlos. Fue entonces cuando comenzó a buscar la causa de esos dolores y herramientas para mejorar la calidad de vida.

“En esa época no había masajistas holísticos solo traumatólogos y los denominados huesistas”, recordó.   

Para complementar sus estudios viajó a Brasil, donde conoció al profesor Edson Claro, admirado por su técnica de cómo trabajar el cuerpo sin esfuerzos.

“Él trabajaba diferente a lo que estaba acostumbrada y lo sentí en el cuerpo. Cuando volví a Bahía Blanca comencé a trabajar estas técnicas con mis alumnas de gimnasia con gran éxito”, dijo.

“Siempre respeté que las personas tenían que ir primero al médico y si era necesario hacer kinesiología. El masaje es otra cosa”, destacó.

“Hoy, después de tantos años, muchos médicos me mandan pacientes y eso es muy gratificante”, dijo la profesional, quien tuvo sus inicios en un gabinete ubicado en un salón de calle Zelarrayán al 300.

“A veces me llaman para decirme: ‘Quiero un turno porque me dijo fulano que lo curó’. Yo enseguida aclaro que no curo, soy masajista”, expresó.

En estos 42 años de trabajo continuo le tocó vivir momentos impensados y, a la vez, muy intensos.

"Muchos pacientes oncológicos sienten grandes mejoras después de las sesiones y retoman la alimentación y la actividad moderada. Esto es un alivio también para su familia, la cual pasa momentos muy ingratos", sostuvo.

“Una vez una persona llegó en una ambulancia, con la derivación de un profesional, para hacer un masaje. No podía caminar, casi no podía moverse. Al finalizar el masaje le dijo a su marido que ya no necesitaba la ambulancia. Se paró, me besó las manos, me dijo lo bien que se sentía y salió caminando”, mencionó. 

“Estoy muy agradecida con mis pacientes. Ellos siguieron viniendo aun cuando estuve quebrada con un brazo enyesado y tenía que hacer masajes con una sola mano”, reveló.

Gladys Linares conserva la pared repleta de diplomas y de cursos, en honor a su mamá.


La nota impresa y recuadrada de una entrevista en La Nueva Provincia.

“Fue una alemana muy luchadora que siempre me inculcó el estudio. Cada vez que me entregaban un certificado, mi madre lo abrazaba y lloraba. Y después lo enmarcaba. Ella llegó del campo a los 14 años para trabajar en una casa de familia”, comentó.

De ella heredó el amor por el estudio y la resiliencia, ya que la especialista atravesó duros momentos al quedar viuda con una hija pequeña y sin más familia y tener que trabajar como única jefa de hogar para salir adelante.

Además, su hija Lidia había llegado de un modo hermosos aunque desconcertante.

"Había realizado junto a mi marido muchos intentos de fertilizaciones para ser mamá y todos fracasaban. Me hicieron un certificado en Buenos Aires que acreditaba que no podía ser mamá", contó.


Con la pequeña Lidia, hace 22 años.

Una noche soñó que su mamá, Lidia, le entregaba en brazos a un bebé y supo que estaba embarazada.

La niña nació en el año 2000, cuando Gladys tenía 43 años y la nombró Lidia, como su abuela.

“En ese momento me atendía Dr. Soria, quien tenía programado un viaje de aniversario al extranjero con su esposa. Yo les daba clases de gym y masajes y cancelaron viaje para atender el parto. Cosas que llenan el alma”, recordó.

Gladys realizó cursos de terapias holísticas en el Centro Horizonte Mental y aprendió digitopuntura con la Doctora Alicia Pinheiro. También realizó cursos en la Escuela Ki Astro, de Reiki Energético y Fitoterapia, con Ximena Soto.

En Buenos Aires se capacitó junto a una kinesióloga y osteópata y también rcibió un título de peluqueria otorgado por el Centro de Peluqueros de Bahía Blanca.