Bahía Blanca | Sabado, 26 de julio

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Predio de La Escuelita: propuesta para generar un espacio público

Un grupo de alumnos de la Universidad Nacional del Sur, de quinto año de la carrera de Arquitectura, desarrolló un interesante proyecto para intervenir un lugar .

La reciente localización del nieto 170 apropiado por el último gobierno militar (1976-1983) puso en escena a uno de los centros de detención y tortura clandestina que funcionó en Bahía Blanca, tristemente conocido como “La Escuelita”, ubicado sobre el camino de la Carrindanga, en terrenos del V Cuerpo de Ejército. 

Raúl Metz, el nieto encontrado luego de 48 años, nació el 14 de julio de 1977 en ese sitio, en ocasión de estar su mamá, Graciela Romero, allí alojada luego de haber sido secuestrada en Cutral-Có.

En coincidencia con este hecho, un grupo de alumnos de la materia Gestión del patrimonio urbano y arquitectónico de la Universidad Nacional del Sur, de quinto año de la carrera de Arquitectura, desarrolló una interesante propuesta para intervenir el lugar donde funcionó ese centro, con la idea de rescatarlo de un presente al que consideran “completamente inadecuado” y alejado de los objetivos de la ley que determinó la importancia de difundir y rescatar estos espacios.

Los autores del trabajo (Micaela Nielsen, Alma Goicochea,  Camila Iriarte, Alex Melideo, Ezequiel Falco, Facundo Pérez, Ariel Arce Scelsi y Luciano Torres) señalan la importancia de disponer de “un soporte material” que permita recordar, resignificar y proyectar lo allí ocurrido.

De izquierda a derecha: Alma Goicochea, Luciano Torres, Micaela Nielsen, Alex Melideo, Camila Iriarte y Ariela Scelsi Arce

“En este sentido, la arquitectura y el urbanismo pueden asumir un rol activo en la construcción de sentidos vinculados a la historia. Cuando este tipo de espacio, donde se ejerció la violencia estatal, permanece invisibilizado, no solo se pierde la oportunidad de recordar a las víctimas, sino que también se debilita el proceso de consolidación democrática. Estos lugares tienen un valor muy importante: son prueba de lo que ocurrió”.

El sitio, señalan, “posee un profundo interés histórico-cultural y aunque el inmueble donde funcionó "La Escuelita" fue demolido, su valor persiste en las ruinas y vestigios encontrados”. 

Una encuesta realizada por los estudiantes determinó que el nivel de conocimiento sobre La Escuelita es diverso: un 39,1% sabe de qué se trata, un 37% sólo lo escuchó nombrar y un 23,9% ignora el lugar.

En las respuestas recogidas predominan emociones como tristeza, reflexión, memoria y justicia. Las palabras clave fueron “angustia” y “dolor” pero también “aprendizaje” y “recordar”.

Proyecto existente

La propuesta impulsada desde el Estado Nacional para la revalorización de este Centro Clandestino apunta a proteger los cimientos hallados.

Para los estudiantes, esa intervención tiene un claro déficit: “falta un enfoque que entienda a “La Escuelita” no sólo como un “lugar que se conserva”, sino como un espacio vivo, con potencial de uso sociocultural, educativo y comunitario. El proyecto de Nación adolece de una dimensión participativa, no convoca a actores locales históricamente sostenedores del reclamo por la memoria”.

El predio, vista actual

Su resignificación implica, agregan, “pensar usos posibles, dinámicas de apropiación, una programación cultural, talleres, visitas guiadas y, sobre todo, espacios para el debate”. 

La propuesta

El proyecto plantea la construcción de tres pabellones, llamados Memoria, Verdad y Justicia. Cada uno con una exposición de carácter pedagógico y de formación ciudadana. 

Uno de los pabellones propuestos

--Pabellón Memoria: se construye con materiales que lo integren al paisaje y contiene una muestra denominada “Percepción del Espacio desde la Memoria”, donde se exponen croquis desarrolladas por quienes estuvieron en cautiverio.

--Pabellón Verdad: con historias de quienes pasaron por La Escuelita. 

--Pabellón Justicia: un espacio que refleje lo ocurrido en los Juicios de Lesa Humanidad, en particular relacionados con víctimas que pasaron por la Escuelita. 

Vista del conjunto

Como lugar culmine se propone generar un sitio de reflexión en torno al único elemento dela época que sigue en pie: un árbol que se encontraba en el patio, testigo de todo lo sucedido. En este espacio se plantea un banco circular en torno al árbol y un gran playón. 

Se propone además un sistema de senderos concebido como una experiencia reflexiva y sensorial, que invita a la contemplación y al diálogo intergeneracional.

"Por último, planteamos una parquización con especies nativas, lo cual implica mucho más que intervenir con vegetación un espacio vacío, significa consolidar un paisaje significativo que se integre a los espacios públicos de la ciudad".

También se propone la protección de los restos arqueológicos mediante una cubierta, fundamental para conservar el patrimonio histórico y cultural, y una protección perimetral.

Hoy, el predio pasa desapercibido, su cartelería es escasa y está en gran parte oculta por la vegetación. El programa busca revertir esa invisibilización mediante una nueva señalética, activando de ese modo el entorno urbano y generando un recorrido visual hasta llegar al lugar.

Preservar los restos de la edificación

En el ingreso se instalará una estructura tipo pórtico, con una escultura que representa una escena real ocurrida en el lugar: una mujer que dio a luz mientras estaba en cautiverio. 

Se instalarán carteles a lo largo de la calle Florida, distribuidos hasta llegar al sitio, un camino de la memoria  que genera interpelación, incertidumbre e interés, 

“A lo largo del desarrollo del proyecto comprendimos que intervenir en un sitio de memoria implica mucho más que una propuesta arquitectónica. Significa no dejar que el silencio se instale ni permitir que el olvido se imponga”, señalaron los autores del trabajo.

 

Personal: “En importante sostener la memoria para construir un futuro más justo”

Micaela Nielsen, Alma Goicochea,  Camila Iriarte, Alex Melideo, Ezequiel Falco, Facundo Pérez, Ariel Arce Scelsi, Luciano Torres son los integrantes del grupo autor de la propuesta. Estas son sus sensaciones luego de trabajar sobre el tema.

¿Qué los motivó a elegir esta propuesta de visibilizar y un lugar tan particular como La Escuelita? ¿Qué les genera visitar hoy ese sitio?

A la hora de elegir un proyecto de patrimonio para nuestro trabajo integrador, quisimos enfocarnos en un sitio que pudiera generar un impacto real en la comunidad y que nos permitiera abordar el diseño desde una mirada integral. Un miembro del grupo propuso ‘La Escuelita’ y nos pareció una idea muy valiosa, porque es un lugar profundamente representativo, un sitio cargado de memoria y parte de nuestra historia.

Algunos ya conocían su existencia, otros no, así que sentimos la responsabilidad de investigar a fondo el lugar, su historia y a las 

Hicimos una visita guiada con miembros de la asociación H.I.J.O.S. y con la arqueóloga que estuvo a cargo de la investigación en el sitio. Eso nos permitió adentrarnos en lo que allí ocurrió, comprender mejor los sentimientos que genera y tomar real dimensión de lo que significa trabajar en sitios de memoria.

Entendimos que no se trata solo de diseñar algo ‘bonito’, sino de escuchar, respetar y dar respuesta a lo que necesita la comunidad que sostiene la memoria de ese lugar.

Ninguno de ustedes vivió esa época ¿Qué sensación les genera lo ocurrido, los secuestros, las torturas, los desaparecidos?

Es cierto, ninguno de nosotros vivió esa época, pero es un hecho que marcó profundamente la historia de los argentinos. Crecimos escuchando relatos de nuestros abuelos y padres sobre el horror y el miedo que se vivió durante aquellos años.

También fuimos testigos, a través de los medios, de la lucha que siguió y que todavía continúa: madres buscando hijos, abuelas buscando nietos, víctimas y familiares reclamando verdad y justicia. Como nueva generación, creemos que es nuestro deber conocer y profundizar en esa historia, informarnos, reflexionar y aportar a la construcción de una memoria colectiva viva. Es una forma de comprometernos para que hechos como estos no se repitan nunca más.

Plantean que no es un monumento lo que se necesita, sino un sitio de encuentro. ¿Esa propuesta es clave para generar conciencia de lo ocurrido?

Sí, claro. El lugar se inserta en un entorno donde la comunidad se reúne a tomar mate, conversar o hacer actividad física. En ese mismo territorio donde hubo tanto horror, hoy hay vida, movimiento y encuentro. Lo que ocurrió en ‘La Escuelita’ nos genera tristeza, angustia y conmoción, pero también un fuerte sentido de responsabilidad. Como estudiantes y futuros profesionales, creemos que la memoria no puede ser estática: tiene que estar en diálogo constante con el presente.

Por eso pensamos que este espacio debe ser visibilizado para que quienes hoy lo transitan puedan conocer lo que allí sucedió y, a partir de eso, reflexionar. La intención no es banalizar su historia, sino reconocer que la memoria también se construye y se sostiene con prácticas vivas.

No queremos que ‘La Escuelita’ sea solo un vestigio del pasado: la entendemos como una oportunidad para interpelar el presente, fortalecer la conciencia colectiva y contribuir a la construcción de un futuro más justo.