Bahía Blanca | Sabado, 26 de julio

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Espil, Montecchiari, Salguero y más bahienses: a 30 años de los Panamericanos de Mar del Plata

Esos Juegos, que dejaron un tremendo legado en la ciudad organizadora, marcaron a muchos deportistas nacionales.

Foto: archivo La Nueva.
Además de la gran experiencia vivida en nuestro país y las satisfacciones obtenidas de la hermosa confraternidad americana, podemos decir con orgullo que lanzados a la aventura de hacer los Juegos más grandes, este desafío culminó exitosamente (Memoria Oficial, XII Juegos Panamericanos Mar del Plata 1995)

Los Juegos Panamericanos, el mayor evento deportivo continental, nacieron en 1951 y en nuestro país. Concluida la Segunda Guerra Mundial y ya restablecidos los Juegos Olímpicos, en Londres, en 1948, se determinó el nacimiento del certamen en la ciudad de Buenos Aires.

Es decir, pasaron 44 años para que la Argentina vuelva a organizar los Panamericanos. En principio, Mar del Plata se presentó como candidata a ser local en 1991, pero la presión política de Cuba y una amenaza de boicot terminaron inclinando al entonces intendente radical Ángel Roig a encarar directamente la edición de 1995, cediendo con La Habana.

Aquellos Panamericanos, que cubrió La Nueva Provincia con presencia propia, fiel a su costumbre, se desarrollaron del 11 al 26 marzo, aunque las competencias comenzaron dos días antes con gimnasia artística y fútbol. Participaron 5144 atletas y se congregaron unos 9000 voluntarios.

A Mar del Plata 1995 asistieron 42 países en 40 disciplinas pertenecientes a 34 deportes, siendo siete de ellos debutantes: bádminton, karate, racquetbol, pelota, squash, triatlón y esquí náutico.

La magnitud del evento, que tuvo un salto cuantitativo descomunal respecto a sus antecesores, obligó a la organización a pensar en varias subsedes. Así, también se desarrollaron competencias en Necochea (fútbol), Tandil (fútbol), Miramar (ciclismo de montaña), Santa Fe (esquí náutico), Paraná (sóftbol) y Buenos Aires (bádminton, karate, pelota, entre otras).

La ceremonia de apertura comenzó a las 19 del domingo 11 de marzo, en el estadio mundialista. A las 20.30, la patinadora Nora Vega ingresó con la antorcha y encendió el pebetero que dio inicio a los Juegos.

En total, Argentina compitió con 750 atletas incluidos siete deportistas de nuestro medio: Juan Alberto Espil (básquetbol), Pablo Paz (fútbol), Gustavo Aguirre (atletismo), Gabriela Montecchiari (patín artístico), María Anselmi, Diego Salguero y Eduardo Carranza (sóftbol). También asistieron el saavedrense Fabio Placánica y el suarense Edgardo Simon (ciclismo). Mientras que Hernán Montenegro quedó afuera del equipo de básquet —que tuvo como asistente a Guillermo López— a último momento por una supuesta lesión.

“Fue sensacional, salimos campeones de un torneo bárbaro. Yo llegué lesionado, me esguincé dos días antes jugando un amistoso con Uruguay en La Rioja, tenía el tobillo recontra inflamado. Me tuve que infiltrar siempre antes de cada partido, se me complicó”, recordó Espil a La Nueva.

“Hicimos todos un torneo muy bueno, en defensa y en ofensiva, jugamos muy bien. Si bien fue muy parejo, la final con Estados Unidos la ganamos con la gente, que fue memorable”, agregó.

El escolta fue el goleador del torneo (20,4 por juego), anotando 22 puntos a los norteamericanos en la final, que fue 90 a 86.

“En esa época la Selección era competitiva pero no era garantía de que ganáramos nada. Fuimos creciendo y, a partir de ahí, Argentina siempre tuvo que decir algo. Fue muy importante ese torneo. La Selección iba escalón por escalón y Mar del Plata significó muchísimo. Y subirse a un podio, en el caso nuestro por primera vez, fue memorable”, completó.

Montecchiari, por su parte, reconoció que “fue el torneo más importante de mi vida”. 

“Poder compartir con otras disciplinas y ver a los mejores de cada deporte, la Villa, el acto inaugural, las comidas y muchos momentos que quedan grabados… Hice amigos de otros lugares que me duran desde entonces. Fue espectacular”, mencionó.

También recordó que se compitió en pista al aire libre y que ese detalle fue muy difícil desde lo deportivo: “Fue una experiencia totalmente nueva”.

Además, rescató que “la infraestructura que se monta queda a disposición del deporte por muchos años”. 

“También pasa con el público, que se suma un montón y el deporte se hace más visible. 

Cada evento de este tipo deja crecimiento, en la infraestructura, en el trabajo y ni hablar a nivel repercusión, que alcanza otro nivel”, resumió.

Por su parte, Salguero (en la imagen, con gorra) contó que fue su primer torneo en la Selección mayor y que “tenía una carga importante y significó un antes y un después en mi carrera”.

“Pude ver jugadores de los que solamente había oído, porque ni siquiera tenía videos ni mucha información, como los de Estados Unidos o Canadá, cuando hoy tenemos de todo, hasta videoanálisis. Para Argentina fue muy importante y un cambio de rumbo”, señaló. 

“El legado que dejan estos torneos va más allá de lo edilicio. La infraestructura, sin dudas, pero lo que dejó el torneo fue un montón de aprendizaje y un mejor nivel deportivo. El legado es por generaciones. Parece increíble que a 30 años sigamos hablando de esos Panamericanos como una referencia, es un montón de tiempo”, exclamó.

“Esas experiencias son únicas, sentís que no solo estás jugando por tu deporte sino por todos. Recibís apoyo de los demás deportistas, eso le da un plus notable.

Argentina cosechó 159 medallas, de las cuales 40 fueron de oro, 45 de plata y 74 de bronce. Así, alcanzó el cuarto lugar en el medallero final, debajo de Estados Unidos, primero con 425 (170-145-110), Cuba, segundo con 238 (112-66-60) y Canadá, tercero con 177 (47-61-69).

Ojalá, quienes toman decisiones, se animen a invertir en este tipo de eventos que marca a quienes son contemporáneos y trasciende generaciones.