Jugó con Olimpo en Primera, se retiró en 2013 y hoy fabrica muebles para ganarse la vida
En el aurinegro, durante las temporadas 2003-2004 y 2004-2005, disputó 64 encuentros y marcó un gol. Era un exquisito volante central. Hoy, a las 44 años, maneja su propia empresa en la ciudad donde nació: Córdoba capital.
Egresado del Instituto Superior en Ciencias de la Comunicación Social. Cronista de la sección Deportes de La Nueva. desde el 9 de octubre de 1995, especializado en fútbol. Entre 2002 y 2018 cubrió a Olimpo en Primera división. Trabaja en televisión y radio. Además, integró el equipo periodístico de "El Diario del Mundial", que se emitió en La Nueva Play.
Uno a veces se pregunta: ¿qué es de la vida de...? Pasaron tantos jugadores por el mundo de Olimpo en Primera división de AFA que llega un momento en que la memoria no resiste ningún archivo. Y hay que ponerse a “desempolvar” carpetas con planillas de hace ya dos décadas, donde aparecen nombres que, por más que uno quiera, no surgen al instante.
Por ejemplo Marcelo Sarmiento, un volante central cordobés, derecho, con buena pegada y excelente orientación del juego. Llegó para la temporada 2003-2004 y se quedó una más. En su primer año futbolístico disputó 30 partidos con la aurinegra y señaló un gol (a Estudiantes, en la vieja cancha de 1 y 57, en La Plata, el 14 de marzo de 2004, derrota 1-3).
En la segunda sostuvo 34 encuentros y no marcó tantos.
Después de su paso por Bahía, el derrotero del “organizador”, como lo apodaban debido al orden con lo que hacía todo dentro y fuera de la cancha, siguió por Argentinos Juniors, Southampton de Inglaterra, Larissa y Atomitos, ambos de Grecia, y Unión de Santa Fe, donde se retiró en 2013.
Formando en Talleres de Córdoba (con el que fue campeón de la Copa Conmebol de 1999), tuvo una carrera llena de altibajos, superando en 2011 una fractura de tibia y peroné (pierna derecha) que le forjó la personalidad cuando vestía la camiseta del “Tate” santafesino.
Actualmente en Córdoba y con 44 años, este ex mediocampista, de buen porte y serio para jugar, tiene una fábrica de muebles y vive alejado del fútbol.
Antes de sumarse al conjunto olimpiense que por ese entonces dirigía Enzo Trossero, “Chelo” jugó en el Litex Lovech de Bulgaria, aunque esa experiencia, para él, no fue grata para nada.
“Fue bastante fea, la verdad. Tenía 22 años y me encontré con un país atrasado culturalmente. Igual me ayudó bastante a crecer, a entender la vida, tal como lo experimenté en Inglaterra y Grecia tiempo después. No hay país más lindo que la Argentina”, sostiene el ex Olimpo.
En su regreso a nuestras tierras vivió el momento más complicado como profesional, cuando el 6 de noviembre de 2011, en el triunfo de Unión sobre Newell’s por 2-1, padeció la fractura de tibia y peroné producto de un patadón que le dio Fabián Muñoz, hombre de La Lepra, a los 7 minutos del segundo tiempo.
“Fue un momento durísimo por lo que implicaba en cuanto a la recuperación. Por mi forma de ser yo sabía que iba a salir rápido. Mucha gente me daba por terminado, pero a los casi siete meses volví. Estuve fuerte mentalmente, convencido de que me había pasado por algo y que iba a volver con todo. La vida me puso a prueba, pero con mi entorno lo pude sacar adelante”, deslizó sobre recuerdos no tan gratos.
Luego de sobreponerse a la cirujía y a la recuperación, Sarmiento jugó casi dos años más y decidió colgar los botines. En su última temporada, vistiendo la casaca de Unión, decidió invertir en una de sus pasiones: la fabricación de muebles.
“En las concentraciones graficaba diseños; en los ratos libres dibujaba y proyectaba. Esta otra pasión arrancó como un emprendimiento y hoy es una empresa, con muchos empleados y bastante trabajo. Me gustó siempre, toda la vida, porque lo hacía con mi viejo en un galpón que estaba detrás de mi casa”, cuenta.
Y agrega: “El retiro no es fácil. Al futbolista lo hacen sentir que no sirve para otra cosa más que esa. Yo tuve la suerte de saber qué quería hacer. Haber dejado de un día para otro, pero sabiendo qué iba a hacer después, fue súper importante para mi cabeza”, reflexionó.
Alejado del fútbol, hoy juega al tenis y al pádel. Reconoce que en su momento estuvo “enojado con la pelota y su entorno”, entendiéndo que fue su culpa “no haber sabido lidiar con situaciones feas y traumáticas”.
Y por eso hoy no descarta un regreso desde otro lugar: “Me veo solo como DT de niños, para formarlos y darles mi experiencia”.
Cerró con un “nunca más volví a Bahía”, pero dice recordar siempre a “gente muy valiosa, que me ayudó mucho cuando yo era un pibe”.
Sabe de la situación de la entidad olimpiense, y mantiene la esperanza: “uno quiere siempre que le vaya bien al club donde estuvo, allá la pasé muy bien, por eso quiero que vuelva a Primera, no merece estar donde está”.