Bahía Blanca | Viernes, 04 de julio

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Estacionar de culata, esa costumbre

Modalidad de estacionamiento que marcó una época.

Primera cuadra de Chiclana, estacionamiento de punta, 1966

Las calles de Bahía Blanca funcionan como una gran playa de estacionamiento, desbordada e insuficiente. Con conductores dando vueltas y vueltas buscando un lugar. No es suficiente el espacio disponible en una “hora pico” que hoy se verifica de 7 a 20, mínimo.

Una calle de 100 metros debiera servir para ubicar 25 coches, aunque lo normal es que quepan 18 ó 19 debido a los espacios que van dejando entre ellos. A esto se suma que una cuadra suele haber varios garajes y espacios reservados y paradas de ómnibus y zonas de carga y paradas de taxis.

Esta breve introducción es nada más que para rescatar en la memoria la modalidad que durante años dominó en nuestra ciudad al momento de estacionar: de frente o “de culata”, en diagonal, a 45º, como una manera de generar al menos cuatro lugares más.

Acaso el primer ensayo: calle O'Higgins, oblicuos a 30º, 1934

Los especialistas mencionan que este orden tiene algunas ventajas, como ofrecer más facilidad de maniobra, mejor visibilidad y menor riesgo de daño. Sin embargo, no es aconsejable en calles demasiado angostas o de mucho tránsito, ya que reducen su ancho. Tampoco es bueno hacerlo frente al cordón: porque salir marcha atrás es claramente una acción de riesgo.

Calle Chiclana, de culata. Se ve el edificio de la Corporación del Comercio en obra.
Calle Sarmiento, borde de la plaza Rivadavia. Al fondo, el edificio de La Comercialina, los 60.

En nuestra ciudad sólo quedan unas pocas cuadras donde se mantiene este esquema en diagonal, pero las fotos dan testimonio de cómo en otras épocas era la modalidad habitual en el microcentro. 

Vista desde la plaza Rivadavia hacia la avenida Colón. Las referencias, el ex Hotel del Sud y el ex banco Español.
Vicente López-Drago, la modalidad tiene su espacio.