Bahía Blanca | Sabado, 04 de mayo

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El gramófono del Museo Carlos Gardel: más original no se consigue

Fue restaurado y rediseñado por el Ing. Elect. Carlos Benítez y por el técnico Carlos Schultteis. Es mecánico y no se conecta a electricidad.

Schultteis (izq.) y Benítez, junto a la pieza de 1906. / Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

“Es algo único. Tiene su fundamento acústico y una historia técnica atrás”, dijo el ingeniero electrónico Carlos Benítez, titular del Museo de Radios Antiguas Carlos Gardel de nuestra ciudad.

Se refiere a la restauración y rediseño de un gramófono mecánico Paillard Maestrophono de 1906 que, ahora, luce con una corneta de 85 centímetros de diámetro. El detalle no es menor: lo hace único por su originalidad.

Tras la compra del aparato hace 5 años en una casa de antigüedades bahiense, Benítez se contactó con el técnico Carlos Schultteis y juntos encararon el ambicioso trabajo.

“Estaba en mal estado y por eso el desafío fue mayor. Básicamente, necesitamos mucha tubería para semejante diámetro de salida y la única manera para hacerlo era enrollar la corneta, caso contrario mediría 2 metros”, admitió.

Benítez dijo que no existe algo así en el mundo y que próximamente se podrá disfrutar del gramófono, y de su particular sonido, en forma gratuita en el museo ubicado en Laprida 268, un sitio que permanece abierto de lunes a viernes de 16 a 20.

“Junto a Carlos (por Schultteis) concluimos que las cornetas de las vitrolas tenían un tamaño estándar porque, comercialmente, era el tamaño justo para que alguien la pueda tener en la casa”, sostuvo.

“Pero de ahí a que no se pueda optimizar hay un mundo”, agregó.

A la izquierda aparece un gramófono suizo de marca Exposición. Es de 1915.

“Por eso se trabajó mucho en la optimización de la acústica. Tuve que empezar a estudiar por qué los sonidos graves se escuchan mejor en los parlantes grandes. Es una ley física, en contrapartida de los pequeños que representan a los agudos”, comentó.

“Los sonidos graves requieren grandes dimensiones de parlantes, pero hoy estamos en un mundo donde nos pasamos escuchando sonidos agudos en celulares y en radios, que son cada vez más chicas”, expresó.

“El objetivo fue hacer un desarrollo para descubrir sonidos más graves”, explicó.

La particularidad del proyecto fue avanzar en un terreno donde no se cuenta con electricidad, ya que un gramófono (o una vitrola) no se conecta en forma eléctrica, como tampoco tiene control de volumen ni de tono.

“Para llegar a los 85 centímetros debimos acoplarle tubos de diámetro creciente y se debió utilizar la técnica de enrollarlos para alcanzar semejante tamaño”, agregó.

Benítez sostuvo que han logrado potencias pico de 114 dB (decibeles) y promedios de 97.5 dB, que son valores muy elevados para un dispositivo puramente mecánico.

“También se mejoró la cápsula que contiene la púa, se restauró el complejo sistema mecánico y se reforzó el gabinete por el importante peso que debe resistir”, contó.

El aporte de Schultteis en esta obra no es menor. Se especializa en la restauración de todo tipo de mecánica de antigüedades, ya que moldea y fabrica piezas que, naturalmente, no existen en el mercado.

El gramófono fue rebautizado. Ahora se llama Benschultt.

La historia, desde Edison

El fonógrafo, inventado por Thomas Alva Edison (Ohio, Estados Unidos, 1847-1931) en 1870, fue el primer aparato convencional para grabar y reproducir sonido.

En la década de 1890, Emile Berliner (Hannover, Alemania 1851-1929) inició la transición de cilindros de fonógrafo a discos planos con un surco en espiral desde la periferia hasta cerca del centro, adoptando el nombre de gramófono o victrolas (en alusión a la fábrica RCA Víctor que, finalmente, devino en vitrola; aunque no todos los aparatos son de esa marca) para la grabación y la reproducción.

En un disco, justamente, aparecen grabados sonidos de distintas frecuencias.

La frecuencia del sonido hace referencia a la cantidad de veces que vibra el aire que transmite ese sonido en un segundo. La unidad de medida de la frecuencia son los hercios (Hz, del físico alemán Heinrich Rudolf Hertz, 1857-1894).

El oído humano es capaz de escuchar desde sonidos graves (20hz) hasta agudos (20.000hz).

“Estos son valores referencia en teoría, ya que siempre depende de la edad y, por ende, de nuestra capacidad auditiva”, señaló Benítez.

“A medida de que nos hacemos mayores (de edad) vamos perdiendo la capacidad de escuchar frecuencias agudas. O si castigamos mucho nuestro oído sucede lo mismo”, añadió.

“Para darnos una idea expresaremos que un contrabajo está en un rango grave, la voz humana en un registro medio y las notas más agudas, de piano o violín, en un registro agudo”, explicó.

¿Cómo funciona? El gramófono utiliza una púa que, al recorrer el surco de un disco que gira mecánicamente, sin electricidad, genera vibraciones mecánicas que se transforman en sonido a través de una corneta.

Carlos Schultteis (izq,) y Carlos Benítez, los artesanos de la vitrola gigante.

Las dimensiones de las cornetas son estandarizadas.

Del estudio de una ciencia como la acústica surge la conclusión de que cuanto más baja sea la frecuencia grave que deseásemos escuchar, más larga deberá ser la longitud de la corneta exponencial para llegar a superficies de grandes diámetros.

“Esto hace que se haya recurrido a doblarlas, o a enrollarlas, para ocupar menos espacio”, aseguró Benítez, en relación al proyecto encarado.

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