Francisco de Angelis, un hacedor en Villa Floresta
Apasionado vecino de Villa Floresta, sus plantaciones de olivos caracterizó al barrio
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Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Hace 80 años, en abril de 1944, el ingeniero Francisco de Angelis repasaba ante este diario las necesidades del barrio de Villa Floresta, del cual era vecino y gran propulsor.
Fundada en 1906 a partir de un loteo realizado por Apolinar Bañuelos, propietario de las tierras, Villa Floresta fue uno de los primeros barrios que escapaba del centro, en una zona entonces completamente despoblada, detrás del incipiente barrio Adornado (actual parque de Mayo).
En 1944, uno de sus vecinos más conocidos era el ingeniero Francisco de Angelis, a quien algunos mencionaban como “el fundador” del barrio, por ser uno de sus primeros habitantes y quien desarrolló una intensa labor de siembra de olivos. Ya en 1913 se dedicó a esa especialidad, cultivando varias hectáreas de tierra pacientemente fertilizadas.
Años más tarde subdividió esas posesiones y vendió los terrenos a numerosos pobladores que fueron dando forma a este centro poblado en adyacencias de los cuarteles y de la cárcel.
En 1944, De Ángelis daba cuenta del progreso del lugar con la habilitación de la escuela Nº 59 y el proyecto de construir una iglesia mediante donaciones de los propios vecinos. Manifestó entonces la necesidad de conformar la sociedad de fomento, de mejorar las calles y de instalar una estafeta postal. Por otro lado, se habían obtenido el alumbrado público, el servicio de aguas corrientes y una línea de ómnibus.
De Angelis alentaba a los vecinos a continuar con la plantación de olivos, apostando a que el lugar se convirtiera “en un emporio de riqueza olivícola”. El mismo tenía "un buen número de plantas" en variedades aceiteras, toscana, manzanilla y criolla y que con una prensita de mano obtenía aceite de primera calidad.
Una calle que nace a la altura de Estomba al 2400 y cruza Villa Floresta rinde justo homenaje a este vecino.