Con cada crisis sube el robo de alimentos: ¿qué sucede en Bahía?
Uno de los efectos directos en cada período de ajuste e inflación creciente es la sustracción de productos de primera necesidad en autoservicios y mercados.
El robo de cables o de tapas de desagues, para fundir los metales y venderlos, son variables delictivas que emergen con cada crisis profunda de la economía.
Crece un mercado que parece contar con eslabones de ensamble, entre quienes ejecutan los hechos y aquellos que los reducen para vender.
Con algunos matices, también se incrementa el hurto de alimentos y productos prioritarios, que escala con cada ajuste y fuerte suba inflacionaria, como se produjo a partir de la devaluación del gobierno.
Aunque, a diferencia de las primeros disparadores, no se trata de una acción coordinada sino de actos aislados, con un límite difuso entre la necesidad real y el oportunismo.
Supermercados mayoristas y minoristas se convierten en los principales blancos de este tipo de acciones en distintos lugares del país.
Entre fines de diciembre y febrero, las ciudades de Paraná, San Juan, Resistencia, Comodoro Rivadavia, Gualeguaychú, El Calafe y Trelew, entre otras, reportaron hechos que terminaron con detenidos.
O San Fernando del Valle de Catamarca, donde se llegó a hablar públicamente de una ola de delitos de este tipo, porque solo en enero fueron atrapadas unas 20 personas, cuando el promedio mensual del año pasado era de 6.
Carne y embutidos envasados, artículos de limpieza, alimento para perros y bebidas fueron detectados en mochilas o entre las prendas de los falsos clientes. Trascienden estos casos porque son esclarecidos, muchas veces por guardias o cámaras que detectan las maniobras para dar aviso al 911. La cifra negra es mayor.
Es moderado
¿Y en Bahía qué pasa? Reconocen que existe un incremento, pero que no llega al nivel de generar una preocupación.
Según el presidente de la Cámara de Supermercados, Autoservicios y Afines de nuestra ciudad, "nuestros negocios están bastante controlados".
"Este tipo de hechos, que podemos llamar de rateros, está un poco más acrecentado, aunque es bastante normal en todo el año. Ahora hay un poco más, pero no tan exagerado como en otros lugares", dijo Joaquín Bonitativus.
La Cámara reúne a unos 35 comercios pequeños y medianos de Bahía y la zona, que cuentan de 1 a 6 cajas de cobro.
"Tenemos que agradecer que acá no ha sido tan exagerado. Aumentó, sí, pero no como en otros lugares. La gente busca comestibles y lo más caro de otros productos, como dentífrico, que además es lo más fácil de llevar. Hay algunos que son más astutos y que arrancan las alarmas de los paquetes de galletitas o de otros productos", explicó.
Juan Manuel Meléndez, jefe de Seguridad Patrimonial de la Cooperativa Obrera, coincidió con Bonitativus en el análisis aunque sí advirtió que se nota un incremento en la violencia de quienes son descubiertos.
"En mayor medida lo vemos en nuestras sucursales de la zona del Valle, como Neuquén, Cutral Co y Centenario, y también en Comodoro Rivadavia. Notamos violencia verbal, amenazas y hasta forcejeos con la autoridad policial. Eso es cada vez más frecuente y hemos tenido que reforzar la seguridad en algunas localidades", sostuvo.
Para Daniel Acuña, vicepresidente de la Confederación General de Almaceneros de la República Argentina, algunos lugares del país se incrementaron los robos y hurtos en comercios, aunque dijo que esa situación no se manifiesta en nuestra región.
"En las grandes ciudades ha aumentado, pero no se nota en esta zona. No hemos tenido denuncias aunque muchas veces no se hacen porque son hechos menores y prefieren ser más cautos para la próxima o identificar a la persona", dijo.
Según Acuña -propietario de un comercio en Punta Alta-, también se dan muchas sustracciones de productos no indispensables, como bebidas alcohólicas o estética.
En los más chicos
Reconoció Acuña que hay una tendencia que vuelca ese delito a comercios más chicos.
"En los lugares grandes, las medidas de seguridad son muchas más y en los negocios más pequeños se toman algunas precauciones, como colocar ciertos productos, por ejemplo máquinas de afeitar o pilas, en la zona de la caja o detrás del cajero, para que la gente no pueda llegar y los tenga que pedir”.
“Vamos tomando recaudos porque a la gente cada vez le cuesta más, cobra y después de pagar lo que debe no le queda un peso en el bolsillo.
En realidad, la caída del poder adquisitivo nos preocupa más que los robos”, amplió.
El comisario mayor Gonzalo Sandobal, jefe de la Policía, remarcó que tienen "contacto fluido" con los supermercadistas y que no advierten un aumento del hurto por necesidad.
"Solo hay casos aislados, de vez en cuando. De todas maneras nosotros intervenimos cuando se está cometiendo o se cometió y se descubrió
Puede ser que no se denuncien o no se constate algún faltante por un tema de stock", opinó.
Bonitativus, dueño de un autoservicio en el barrio Espora, ratificó que hay sectores más críticos, como ciertos puntos del conurbano.
"Tengo contacto con CAS-FASA (la Cámara Argentina de Supermercados y la Federación Argentina de Supermercados y Autoservicios) y en Buenos Aires hay sectores más complicados que el nuestro. Incluso las grandes cadenas están haciendo algunos petitorios para esos lugares", afirmó.
La entidad que conduce Bonitativus también absorbe algunos negocios de la región, como Sierra de la Ventana, Tornquist y Villarino, pero allí tampoco se notó un incremento de estos delitos. "En ese caso es más difícil porque son pueblos chicos", explicó.
Sí advirtió Bonitativus, como otro efecto de la crisis, que aumentó el pedido de comida o de efectos de descarte.
"Nosotros tenemos por norma que las cosas vencidas no se pueden entregar, salvo algún producto específico, como los fideos, pero otros productos no se dan, no por egoísmo, sino porque pueden traer una consecuencia a la salud. En la cámara, la otra vez, se nos venció agua, consultamos y nos dijeron que no había problema y donamos los bidones vencidos. Sabemos cuál es la necesidad de la gente pero no podemos genera una situación peor", cerró.
De parte de toda clase social
Opinión. Meléndez, jefe de Seguridad Patrimonial de La Coope, consideró que el hurto de comestibles "es moneda corriente en todo el país y de parte de toda clase social y estatus económico, lo que hace difícil interpretar si se relaciona o no con la crisis económica".
Índice. También remarcó que solo una parte de los hechos son detectados y sostuvo que en muchos casos son los propios asociados los que dan aviso sobre la presencia de "deshonestos", lo cual marca el sentido de pertenencia.
Tecnología. Destacó que la Cooperativa cuenta con tecnología de vanguardia para prevenir estos hechos y que ha invertido en distintas medidas para proteger el patrimonio de los asociados.