Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

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Las cinco esquinas y un cambio que sigue dividiendo las aguas

Agosto de 2023. Ese era el mes en que la municipalidad tenía pensado finalizar la obra de peatonalización de las cinco esquinas, sobre Falucho y Garibaldi. Hoy sigue la polémica.

Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

“Una cosa invisible está pereciendo del mundo,/un amor no más ancho que una música./Se nos aparta el barrio,/los balconcitos retacones de mármol no nos enfrentan cielo./Nuestro cariño se acobarda en desganos,/la estrella de aire de las Cinco Esquinas es otra”. (Jorge Luis Borges).

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El particular trazado de una calle en diagonal --que se llamó “camino a la estación Sud” hasta 1923, cuando fue rebautizada como Falucho— como arteria de acceso al barrio es la razón de por la cual el barrio de Villa Mitre contó, desde su fundación en 1906, con un espacio urbano al que se conoció desde siempre como Las cinco esquinas, las cuales se generaron en el cruce de esa calle con Garibaldi y Maipú.

Ese es el nombre que tiempo después tomó el cine que ocupó una de esas esquinas y también el mástil que, ubicado en el centro del cruce, terminó por armar una fisonomía única.

Calles de tierra, cables para los trobeluses, 1964

Hace un año ese sitio fue intervenido. La gestión municipal a cargo de Héctor Gay llevó adelante una obra que buscó darle más carácter peatonal al lugar para así potenciar su uso como punto de encuentro barrial. Falucho pasó a ser peatonal, entre Maipú y Garibaldi, se ampliaron las veredas a la altura de la plaza Mitre, se sumó equipamiento urbano y se colocaron pérgolas.

Pero el resultado no fue el esperado. Muchos vecinos se desayunaron tarde sobre el asunto –con la obra en marcha y casi terminada-- y manifestaron sus críticas negativas al proyecto. Hubo además un error en el diseño de los desagües pluviales, con lo cual ante cada lluvia importante el lugar se inunda, formando una acumulación del agua que evoca las inundaciones de hasta mediados de la década del 40 se generaban por los desbordes del arroyo Napostá.

Otra modificación discutida es que con el nuevo diseño muchos consideran que se ha resignado una esquina, pasando de cinco a cuatro, lo cual es relevante desde lo histórico. No solo eso, el mástil que ocupaba una pequeña rotonda en el centro del espacio quedó ahora incorporado en la “nueva esquina” surgida de aunar dos de las anteriores. 

¿Se puede considerar que ha resignado este lugar su principal característica? ¿Se ha modificado su espíritu? ¿Ha sido realmente una intervención desafortunada?. Cuatro vecinos de Villa Mitre, fanáticos del barrio y defensores de su historia, dan su opinión sobre el tema. 

No hay más cinco 

Mario Ortiz es Licenciado en literatura; escritor; autor del libro La República de Villa Mitre y recientemente recibió el Diploma al mérito Konex como una de las 100 personalidades argentinas más destacadas en letras. 

“Sé que la obra ha causado extrañeza y cierta indignación, porque este lugar emblemático --las cinco esquinas-- quedó con cuatro y también quedaron obturadas las otras cinco, donde nace la peatonal Falucho. Creo que hemos perdido las cinco esquinas, teniendo en cuenta que se ha hecho una peatonal que quizá a futuro tenga algún despliegue comercial o gastronómico, pero que hoy es un lugar menos transitado, sin el movimiento de Garibaldi”, señaló. 

En cuanto al mástil, opinó que el centenario del club Villa Mitre lo ha re significado y le ha dado una mayor relevancia visual.

“No sólo fue pintado celeste y blanco sino que además  cuenta con una enorme bandera de Villa Mitre que flamea como la del teatro municipal o la de la plaza de Mayo, conformando un portento visual que hace que te sientas en una especie de república”. 

Pero la denominación de “cinco esquinas” se resiste a desaparecer, aunque sean cuatro.

“Es un nombre ganado que mantendrá siempre y que sigue generando la percepción de estar en un micro centro, siempre se tuvo esa impresión”. 

Color sepia

Liberto Ercoli es Doctor en Ingeniería y ex decano de la Facultad Regional Bahía Blanca de la UTN.

“Nací justo en la ahora peatonal Falucho, al lado de la panadería La Flor del Día, enfrente a la estación del servicio. Sobre Falucho y Maipú vivían mis abuelos paternos. Para mí las peatonales están a la orden del día en el mundo, con la idea de sacar los autos y mandarlos a la periferia. Para mí lo de Falucho fue una idea brillante, que incluso favoreció al club (Villa Mitre). Tiene detalles, es cierto, aunque no veo que se haya eliminado una esquina. Para mí ha dado lugar a nuevos comercios y cafés que alientan el encuentro”.

Para Ercoli, Villa Mitre tiene una vida extraordinaria, una ciudad de 15 minutos, que tiene todos los servicios.

“Estos espacios transformados me parecen buenísimos. Hoy falta algo de follaje y hay que arreglar los desagües, pero nada invalida que es un logro para los vecinos. De ninguna manera perdió su espíritu, sino que es parte del progreso. No se puede vivir en una foto sepia. En cuanto a la cantidad de esquinas, para mí cada una se genera donde terminan los edificios, con lo cual sigo contando cinco. Ahora supongamos que sean cuatro ¿Cuál es el problema?, hay que progresar de acuerdo a cada época”. 

Perder el alma

Christian Díaz es director del Museo Caseros.

“Villa Mitre es mi casa. Lo es porque reconozco en sus calles hitos que me dicen dónde estoy: el club, la plaza y las cinco esquinas, un símbolo que nos ha definido siempre. Reducirlas a cuatro –como han hecho-- no es solo un cambio urbano. Es borrar un punto de referencia que organiza nuestro espacio y nos conecta con nuestra historia. Sin estas marcas visibles el barrio pierde parte de su alma y nosotros el sentido de pertenencia. Lo mismo ocurrió con el mástil, que ya no ocupa el centro de la escena”, señaló. 

Para Díaz, un barrio no es solo casas o calles; es memoria, vínculos y comunidad.

“Siguiendo a Lefebvre, es el espacio concebido, vivido y producido, una trama de relaciones y prácticas cotidianas. Cuando los poderes públicos lo modifican sin entender lo que significa destruyen más que una estructura físicas: erosionan las relaciones que sostienen nuestra identidad. Un barrio sin referencias es un lugar de paso, no un hogar”. 

Un capricho

Ariel Biagetti es Licenciado en Comunicación y Analista Político.

“En el mismo momento que supe de la intervención manifesté mi desacuerdo y así se lo hice saber al intendente Héctor Gay y a sus secretarios. Les expliqué que para aquellos que conocemos este ámbito y que estamos compenetrados con el sector, era buena la intervención en Falucho como semipeatonal, pero no como peatonal total. Lo hice con la lógica de la circulación vehicular, porque se angostaba Garibaldi y se limitaba el espacio de estacionamiento”. 

En ese tren de pensamiento, Biagetti tenía en cuenta que además se avecinaba la inauguración de la pileta en la sede del club Villa Mitre, lo cual generaría mayor movimiento.

“Por eso mi oposición antes y durante la ejecución de la obra. Creo que fue un error gravísimo. Lo he discutido con los comerciantes, que salvo la pizzería Tomasito ninguno estaba en desacuerdo, algunos porque no se enteraron y otros porque no lo evaluaron o no se dieron cuenta. Creo que fue más un capricho del gobierno municipal antes que una buena idea”.

En cuanto a las cinco esquinas, cree que son cinco porque las determinan los lugares físicos y no el paso vehicular y todavía hay cinco manzanas.

“Si vas de la ferrería a la heladería cruzas de una esquina a la otra. En cuanto al mástil, si bien ha perdido dimensión de lo que significaba estando donde estaba, mientras tenga una bandera seguirá siendo el mástil de las cinco esquinas”, cerró. 

Hablando del mástil

El mástil de las cinco esquinas cumplió en mayo último sus primeros 75 años. Fue donado por el club Villa Mitre e inaugurado el 25 de mayo de 1949, como parte de los festejos organizados en el barrio en adhesión a la fecha patria. 

Aquel día hubo 21 disparos de bombas con la salida del sol, una misa en la parroquia San José y luego una formación de escolares, vecinos e instituciones que marchó hacia las cinco esquinas, donde se procedió a izar la bandera, en un acto acompañado por una suelta de palomas y el reparto de golosinas a los más chicos. 

Al mediodía se realizó un lunch en la sede de la sociedad Sirio Libanesa, por la tarde hubo carrera de sortijas y piñata en calle Garibaldi y a la noche una función de cine y un baile popular en las instalaciones del Tiro Federal cerraron la histórica jornada.

En la dulce espera: una obra que no se terminó

Agosto de 2023. Ese era el mes en que la municipalidad tenía pensado finalizar la obra de peatonalización de las cinco esquinas, sobre Falucho y Garibaldi. Para el intendente Héctor Gay era el primer paso en su idea de ir consolidando los centros barriales, de manera que la gente no dependa de ir al centro para resolver trámites, hacer compras o pasear. 

Para ese primer ensayo se eligió a Villa Mitre.

“Es un barrio que tiene una enorme identidad propia y al que queremos revitalizar. Para ello trabajamos con los vecinos, con las instituciones y con dirigentes del club para bosquejar y consensuar esta obra”, aseguró Gay en febrero de ese año.

Pero las cosas no salieron tal lo planeado y los conflictos se fueron sucediendo uno a otros, desde cuestionar que los nuevos baldosones en las esquinas combinaran piezas amarillas y negras (los colores del club Olimpo, clásico rival de Villa Mitre), la decisión de no poder estacionar sobre Falucho o encontrarse con suelo contaminado en la estación de Servicio que funciona en el lugar.

Hoy la obra todavía está sin terminar y, lo que resulta más preocupante, la empresa constructora no hizo todavía la correspondiente entrega al municipio, con lo cual la idea de la nueva administración de tomar cartas en el asunto para corregir y modificar algunas cuestiones de diseño, sea con personal propio o mediante nuevas licitaciones, no es posible llevarlas a cabo.

El problema más serio es el error verificado en el diseño de los desagües pluviales, a tal punto que con una precipitación que tampoco necesita ser abundante, el sector “hace agua”, se inunda como consecuencia de no poder ser evacuado el líquido en tiempo y forma.

El arroyo Napostá ganando las calles de Villa Mitre, 1944
Agua de lluvia y pluviales inadecuados

Si bien para Gustavo Trankels, secretario de Obras y Servicios Públicos del municipio, no hay dudas de la necesidad de reconstruir esos pluviales, decidió buscar un diagnóstico seguro a partir de la firma de un convenio con la Universidad Nacional del Sur, de manera que serán profesionales y docentes de esa casa los que realicen una auditoría que “pueda arrojar luz sobre este tema”. 

Lo cierto es que cualquier sea la obra a realizarse la misma no tendrá lugar hasta 2025, teniendo en cuenta que recién este mes se elevó a la universidad la documentación necesaria para comenzar un trabajo que además requiere el relevamiento y toma de datos en el lugar para hacer las debidas sugerencias para corregir lo realizado.

Más allá de los detalles que tenga ese informe, es claro que la readecuación exigirá demoler y reconstruir una parte importante de lo ya realizado y a partir de esas intervenciones finalmente realizar los trabajos finales de la obra.