“Si hay otra vida y vuelvo a nacer, elijo ser árbitro otra vez”
A punto de cumplir tres décadas en el referato, Gabriel Salvador Spinella se retiró de la Liga del Sur con 185 partidos dirigidos en Primera división. “Es una pasión que me atrapó por completo, que descubrí por curiosidad y que seguí por vocación”, admite este puntaltense que siempre representó a la ABA.
Egresado del Instituto Superior en Ciencias de la Comunicación Social. Cronista de la sección Deportes de La Nueva. desde el 9 de octubre de 1995, especializado en fútbol. Entre 2002 y 2018 cubrió a Olimpo en Primera división. Trabaja en televisión y radio. Además, integró el equipo periodístico de "El Diario del Mundial", que se emitió en La Nueva Play.
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(Nota ampliada de la edición impresa)
El 14 de diciembre cumplirá 51 años y de lo único que se arrepiente es no haber conocido el mundo del arbitraje cuando ya dejaba de ser un adolescente, en ese momento en que su etapa como futbolista empezaba a esfumarse porque las necesidades familiares apremiaban y las prioridades en su vida transitaban por caminos opuestos al deporte y a la pelota.
“Si hay otra vida y vuelvo a nacer, elijo ser árbitro otra vez”, afirmó con fuerza Gabriel Salvador Spinella, que el 29 de junio de 2024 se despidió del referato a nivel oficial en la Liga del Sur.
Por estatuto, en el plano local el tope de vigencia arbitral es hasta los 50 años, mientras que en el mapa del Consejo Federal el retiro debe ser a los 45.
Así y todo, este puntaltense que nació en Puerto Belgrano y se crió en el barrio ATE, atrás del estadio de Rosario Puerto Belgrano, sigue “despuntando el vicio” --como repitió en varios pasajes de la charla-- en el fútbol amateur (Liga Comercial) y en competencias oficiales de Primera división en las Ligas de Dorrego, Tres Lomas y La Pampa.
“Cuesta colgar el silbato para siempre, mientras me den las piernas y la cabeza, voy a seguir. El arbitraje, por momentos, se torna una pasión incontrolable”, declara quien desde 1992 es Suboficial 1º de la Armada y chapista aeronáutico en la Base Aeronaval Comandante Espora.
“En 1994 hice el curso y en 1995 empecé a dirigir décima categoría. Me mantuve en esa divisional por dos años, hasta que me dieron una novena y sentí que tocaba el cielo con las manos”, recordó el jefe de la familia que compone con Rosana Pizarro (cumplieron 26 abriles de casados) y los tres hijos del matrimonio: Claudina (23 años), Martina (19) y Genaro (18).
Mientras acomodaba los fiambres en la heladera industrial, vigilaba las empanadas que estaban en el horno y se aprestaba a abrir el local contiguo a su casa (en el barrio Noroeste), que desde su creación lleva el nombre “Pizanella” (Pizarro-Spinella), Gabi compara épocas y reconoce que los chicos que hoy empiezan en el arbitraje cuentan con más oportunidades y, a su vez, con una rápida salida laboral.
“Los pibes que andan bien, dirigen un año en menores y al otro ya pican en Reserva y en Primera. Antes, los veteranos de la ABA (Asociación Bahiense de Arbitros, la única entidad que representó a lo largo de su carrera como juez principal y asistente) te hacían sentir el rigor. Te decían “No lo vamos a quemar”, o “Hay que llevarlo despacio”. Eran tiempos donde no saltabas etapas ni queriendo, te probaban abajo para que llegues bien formado arriba”, indicó quien debutó en Primera de la LDS el 25 de abril de 2003 (Huracán 2-San Francisco 1, por el certamen Promocional).
Después de cinco años en Menores, pasó a Reserva, pitó dos partidos y el “Gallego” Edgardo González (en ese entonces presidente del Colegio de Arbitros) lo promovió a la Mayor.
“Justo coincidió en que se estaba retirando una gran generación de árbitros (Alberto Martínez, Miguel Oro, Hugo Ramos, Omar Molina, Jorge Herrera, entre otros), entonces nos dieron la chance a varios jóvenes que veníamos pidiendo pista. La elección fue un poco por necesidad, no lo voy a negar, pero el grupo que dio el paso a la Primera estaba preparado para semejante desafío”, contó quien entre 2004 y 2028 permaneció en el listado de méritos del Consejo Federal.
“Estaba ansioso esperando la oportunidad, me salía de la vaina, hasta me había pasado de maduración... (risas). Entre la generación que dejaba y la que venía, había mucha diferencia de edad; faltó una camada en el medio que nunca existió, por eso la ABA decidió promover árbitros jóvenes y arriesgar. Dirigí solo una temporada en la B (2003), que coroné con una de las finales entre La Armonía y Pacífico. Al otro año debuté en Primera y llegué a 2024 sin abandonos temporarios ni interrupciones”, declaró el hijo de María Eva Alvarez y Sebastián Spinella (ya fallecido).
--¿Cómo llegaste a hacer el curso en 1994?
--Nunca se me había pasado por la cabeza dedicarme al arbitraje. Hoy veo a pibes de 16 o 17 años que tienen el curso hecho y que ya dirigen y, la verdad, los envidio sanamente. Si pudiera retroceder en el tiempo, me encantaría empezar en esta actividad mucho antes, a los 15, para tener otra perspectiva y prepararme de otra manera.
“Aunque en ese tiempo, yo, como los chicos de mi edad, lo único que queríamos era jugar al fútbol, soñábamos con llegar a ser profesionales. A los 7 años arranqué en la Escuelita de Rosario, pasé por todas las categorías y debuté en Primera en 1989 (en un 0-0 ante Bella Vista). En 1992 salimos campeones y en 1993 estaba en un gran momento (jugaba de volante o mediapunta por derecha), hasta que una lesión grave en el recto de pierna derecha, que no me permitía patear, aceleró mi retiro”, sostuvo Gabriel, con 29 presencias y un gol en la máxima divisional del “Rosa”.
--¿Qué pasó a partir de ahí, ya terminando 1993?
--Sentí que a los 20 años se me venía el mundo abajo, que el sueño quedaba trunco por responsabilidad mía. En mi trabajo (en los talleres de Espora), de compañero tenía a Julio Asnes, quien para ese entonces se había retirado del referato siendo uno de los colegiados más respetados y admirados del fútbol local.
“Un día me dijo: `si no vas a jugar más, hacé el curso de árbitro, te va a gustar´. Me pasó la dirección de la `vieja´ sede de ABA (Angel Brunel 1280), me anoté y empecé. Eran dos años de cursada y las clases estaban a cargo de Camilo Donofrio y Felicioni. Eramos un montón de alumnos, pero el reglamento me atrapó. Como futbolista creía saber todo, pero el cincuenta por ciento o más de las reglas las desconocía. Cuando empecé a pitar, pensé: `Esto es para mi´. Y no lo largué nunca más”.
--Amor a primera vista.
--Sí. Me ayudó mucho el hecho de haber jugado al fútbol, de mantener una base física y un cuidado permanente. Podía aguantar el ritmo y fui superando las pruebas que me fueron tomando a lo largo de mi carrera, sobre todo las que íbamos a rendir vía Consejo Federal. Siempre estuve bien y a tono con mi cuerpo.
“Además, por venir del palo del fútbol, conseguí ciertas ventajas en relación al conocimiento tácito del juego, a la forma de pensar de los protagonistas, a las mañas, a los tratos y al hecho de saber como es el deporte desde adentro”.
El placer de ser y pertenecer
“Los sábados, ir a dirigir a la Liga Comercial, encontrarte con amigos, con jugadores a los que alguna vez expulsé en la Liga, es maravilloso, un ambiente que te llena el alma. Con los que ya son veteranos o transitan la categoría Senior nos cargamos por los años, por las canas, pero es un momento que me encanta vivir. A veces recuerdan anécdotas que escuché mil veces pero que siguen haciendo reír”, repasa Gabi mentalmente.
“No me imagino el día que ya no me pueda vestir de árbitro, seguramente va a ser por una cuestión física, porque las ganas y la motivación no las voy a perder nunca; voy a ser árbitro toda la vida”, recalcó el hermano mayor de Ariel (48) y Vanina (46).
--¿Extrañás no ir más a las canchas de la Liga del Sur?
--Sí, pero me estaba costando seguir el ritmo, era complicado más allá de mi experiencia y de saber que el partido lo “saco”, como solemos decir nosotros. Los pibes me pasaban por arriba corriendo, no llegaba a cubrir el campo como siempre lo hice y por eso me fui sabiendo que no podía. Más allá de la edad, que fue un condicionante, no me sentía, físicamente hablando, a la altura de una Primera división en la Liga.
“El nivel del fútbol bahiense es superior a cualquiera de las Ligas de la zona, acá se juega con una calidad que no ves en otros lados. La de Tres Lomas, por ejemplo, es muy competitiva, cuenta con refuerzos que llegan desde Buenos Aires y es seguida por mucha gente, pero la nuestra tiene condimentos que la distinguen, por eso el árbitro que salió de acá valora a la LDS por sobre cualquier otra competencia”.
En el encuentro de su despedida, San Francisco y Huracán igualaron 2-2 en el estadio Gustavo Novoa. Hubo dos expulsados en el primer tiempo (Franco Lefiñir y Lautaro Miramonte, ambos del “Globito” del bulevar) y el cometido de Spinella fue criticado por todos los medios que cubrieron el cotejo.
“Me quedó un sabor amargo y no me me fui conforme con mi actuación. El ambiente estaba raro, los jugadores no colaboraban y en un momento pensé que el partido se descontrolaba por completo. Todo el tiempo tuve que estar separando peleas y encontronazos entre rivales que se trataron con odio y bastante desprecio”, comentó el fiambrero/almacenero
--No estabas acostumbrado a eso.
--Fue feo ver como se enfrentaban y lo que se decían. Tal vez sea común en los tiempos que corren, lo desconozco, pero accioné porque hasta yo me sorprendí de las actitudes que tomaban y como se trataban. El partido se desvirtuó con dos rojas y unas cuantas amarillas, y yo no soy tarjetero, por eso no me gustó.
“Hubiese preferido un partido más tranquilo, de trámite abierto, sin tanta violencia, pero era mi despedida y no le podía aflojar, por eso me aferré al reglamento y el espectáculo terminó con más críticas que halagos”.
--¿Y si te proponen otro partido para retirarte?
--No, ya está, fin de cliclo, físicamente no estoy apto para el nivel que maneja la Liga del Sur hoy. Entiendo que hay muchos árbitros capacitados para dirigir estos tipos de partidos. Disfruté de mi paso por la Liga, y le agradezco infinitamente a todos los que permitieron desarrollar mi carrera sin presiones ni imposiciones de ningún tipo. Dirigí finales y enfrentamientos complejos, y hoy puedo decir con franqueza y tranquilidad que la mayoría de esos encuentros salieron bien.
En la foto junto a su hija mayor, Claudina, futura licenciada en psicología, que hizo su debut en Menores (novena división), en 2023, en la cancha auxiliar de San Francisco. Igualmente la imagen corresponde a un encuentro de Juveniles, de quinta (Liniers-Bella Vista, en el complejo Zibecchi), que dirigió Gabriel y que ella asistió desde la línea.
Se considera un árbitro “criterioso”, suma más de 100 presencias a nivel Regional y Federal y al momento de retroceder con sus recuerdos hace hincapié en los viajes con Gustavo Altuna (actual presidente de la ABA), Daniel Ramundo, Ariel Banegas, Rubén Molina y Rafa Di Lorenzo.
“Por estar en Bahía, infinidades de veces fuimos al sur, a Comodoro, Rawson, Bariloche, General Roca, Cipolletti... Con un silbato y dos tarjetas hicimos `pata ancha´ en canchas pesadas e históricamente complicadas”, rememoró.
“En el Federal debuté en Río Gallegos, en el estadio de Veracruz, hoy Boxing Club. Viajamos 28 horas en micro de ida y otras tantas de vuelta con Oscar Erbín y Leo Gorosito. Eso sí fue amor a la profesión; hoy me llegan a mandar y no voy ni en avión, ja, ja”.
--Alguna vez, ¿la pasaste mal en una cancha?
--En Villalonga, en una definición por la permanencia entre Deportivo y Belgrano de Santa Rosa. El que perdía descendía, el aire se cortaba con un hilo y había mucha gente del visitante. Ganó el local 2-1, sin polémicas, pero cuando terminó el partido, un hincha de Belgrano saltó a la cancha y, cuando me aprestaba a ingresar al pasillo de los vestuarios, me agredió con un ladrillo que llevaba en una mano.
“Me pegó una trompada y no me sacó un ojo de milagro. Conté pajaritos y estuve algunos días con la zona inflamada. A los minutos llegaron los simpatizantes del Depo y se armó, aunque mis asistentes y yo nos metimos en el vestuario y estuvimos encerrados como tres horas. Se escuchaba de todo, balas de gomas, gritos y corridas. Fue heavy".
--¿Alguna vez dirigiste para 10?
--Creo que si. Siempre me iba bien en cancha de Sporting, que es especial y por lo general se transforma en un hervidero. Cuando llegás ya notas un clima tenso, te insultan de todos lados, pero en ese escenario saqué mis mejores calificaciones. Controlé dos clásicos y de ambos me fui conforme, con la consciencia muy tranquila.
--¿Por qué lo aclarás?
--La gente de Sporting me recordó siempre mi pasado por Rosario, aunque jamás pasaron un límite y respetaron mi trabajo. Igualmente nunca respondí a los agravios para no darle identidad a nadie. Con algunos ex jugadores y dirigentes rojinegros me une una gran amistad, soy de Punta Alta y me conocen; incluso hubo partidos que me confundieron con mi hermano (Ariel), quien jugó más tiempo que yo en Rosario.
“Lo bueno es que en la Liga siempre aceptaron que dirija, jamás alguien puso una traba, ni siquiera dirigentes de Sporting que sabían que había jugado en Rosario. Es un orgullo que hayan dado libertad para hacer mi trabajo en todas las canchas del medio local”.
--¿Nunca te condicionó tu paso por Rosario?
--No, aunque me costaba dirigir a Rosario por su gente. Decían “Ahhh, viene Spinella, ganamos seguro”. Cuando perdían sentían que era una traición de mi parte; el hincha no podía separar mi etapa de jugador con el arbitraje. Eso yo lo tenía muy en claro. Dirigí a Rosario como un equipo más, sin condicionamientos ni presiones. Siempre respeté la investidura de árbitro de ABA.
--¿Alguna vez te quisieron sobornar ofreciéndote dinero para que gane un determinado equipo?
--Me han tirado indirectas, me han querido hacer entrar, pero jamás trancé. Me pusieron a prueba para ver mi reacción, aunque siempre supe que si das el paso hacia adelante caés en las garras de los que te quieren “adornar” con plata. Siempre en referencia a competencias de índole regional o federal, nunca me dejaron un sobre en el hotel como a otros colegas y evité siempre llegar a una conversación para `arreglar´un partido.
“A nivel local nunca, es todo joda, te dicen `te llevo un lechón o un cordero´, pero jamás me ofrecieron dinero”.
“Me retiro con la conciencia tranquila de haber sido honesto de principio a fin. No le debo nada a nadie, no me pueden reprochar nada, y si cometí errores fue por malas decisiones y no por ser tendencioso o mal intencionado. Muchas veces cobré en milésimas de segundos, sin pensar si estaba bien o mal pero era lo que veía. Mantenerte firme en lo que sancionaste te fortalece el carácter y te forma la personalidad. Para corregir hay tiempo y para pedir perdón también”
--¿Qué tipo de árbitro sos o fuiste?
--Muy tranquilo, jamás me ensañé con nadie ni se me pasó por la cabeza perjudicar a un jugador o a un equipo. Siempre mantuve una línea, fui equilibrado y tengo buena relación con los jugadores. Nunca les falté el respeto ni los invité a pelear, no era mi forma de arbitrar o de llevar adelante un partido.
Sobre gustos...
“¿Qué jugadores eran insoportables? Algunos eran densos, como Pualiafito (Liniers); otros indomables, como José Lincopán (hoy en Libertad). Con el que peor me llevé fue con un arquero, Víctor Sieracki, que tuvo un paso por Sporting y era reconocido en el fútbol del ascenso. Atajando para Santamarina en un Federal B, ante El Linqueño, en Tandil, me desprestigió a los gritos, me cagó el partido y me hizo pasar el peor momento de mi vida arbitral. La verdad, una basura que por suerte no me volví a cruzar”, sentenció el ex vicepresidente de la ABA.
--¿Con qué técnico del medio local tuviste diferencias?
--Con Martín Carrillo, como DT de San Francisco y jugando en la Liga Comercial, no congeniamos. Es difícil de llevar, por eso no tenemos relación, ni siquiera es un hola o un chau. No soy de ponerme cara a cara con los entrenadores ni de sacarle tarjeta, si los expulsó es por algo grave, que yo vea, escuche o me informen los asistentes.
“Si le preguntás a mis colegas, te van a decir que Katz (Marcelo) es insoportable, pero afuera de la cancha es un pan de Dios. Con él hemos tenido cruces feroces, aunque una vez finalizado el partido está todo más que bien; hasta nos hemos quedado charlando”.
--¿Existe o existió ese jugador al que siempre te gustaba dirigir?
--Si, el “Gancho” Pablo Sánchez era un señor dentro de la cancha, entendía el juego, era amable para conversar y no se “sacaba” al momento de pedirte explicaciones. Otros que no te hacían bardo ni te tiraban a la gente en contra eran “Chicha” Nieto, Julio Acosta y Fermín Ponte. Párrafo especial para Germán Carnota, tu aliado dentro del campo de juego. A veces confiaba más en Carnota que en los asistentes... (risas).
--¿Tu referente arbitral en tus inicios?
--El Flaco Martínez, con mil finales dirigidas, era el ícono de la ABA. También me convencía el estilo de Miguel Oro.
“El que más me enseñó fue Jorge Ruiz, quien me decía: “Pibe, copia lo bueno, a lo malo ni cabida”. Dirigía con muchos atributos, pero también se calentaba, transgredía algunos limites y prepeaba a los jugadores, pero era amo y señor dentro de la cancha. Estoy seguro que el “Caballo” Ruiz dirigió por años sin saber el reglamento. Y fijate lo que fue, con autoridad y presencia no se le despelotaba ningún partido. Aprendí mucho de él, más que nada en conducción y en dinámica.
--Siendo árbitro nacional, ¿por qué no llegaste a firmar contrato en AFA?
--Porque cuando hice el curso (2006 y 2007, en Olavarría) tenía 32 años y ya era grande para firmar contrato. Estaba al tope con la edad y, junto a algunos colegas de acá, no llegamos a AFA porque en esa época no teníamos el contacto o la llegada que si tenemos hoy. Bahía estaba olvidada a nivel arbitral, de los 8 que fuimos en ese momento a hacer el curso, ninguno firmó contrato. Si lo hicieron chicos de General Roca, Neuquén y de más al sur también.
“Solo alcancé a ser asistente en algunos partidos televisados del Federal A o B Nacional que dirigió Mauro Giannini. Antes no era sencillo llegar, hoy los pibes tienen todo al alcance de sus manos”.
--Sin Rosana y tu familia empujando y acompañando hubiese sido imposible hacer la carrera arbitral que hiciste.
--Imposible. Hubo años que viajaba todos los fines de semana, me perdí días de la Madre, del Padre y cumpleaños de mis hijos. A veces, si se podía, llevaba a mi familia, pero fueron las menos. Rosana sabe del esfuerzo que hice y por eso me bancó en todo. Si no me cansaba yo, se cansaba ella, pero el amor siempre se terminó imponiendo. Volvería a hacer lo que hice, pero siempre con mi esposa al lado.
--Desde la óptica de Spinella, ¿hay algún árbitro que siga los pasos de Facundo Tello en la ABA?
--Uhhh... Lo de Facundo será difícil de igualar. A mi me gusta Fernando Marcos, pero no sé porque no le dan partidos más arriba, es un arbitrazo y está capacitado para dirigir en Primera de AFA. De los nuevitos, hay un flaco que la viene rompiendo en Reserva, Franco Yatzky, Hizo el curso un año y al otro ya debutó, la tiene tan clara como atada. Jugó al fútbol y eso lo ayudó, calculo que en dos años se va a para arriba, para el fútbol grande. Se distingue por templanza, presencia, prestancia, buen tranco, altura y señalización. Es completo.
--Y de los cuatro que acaban de firmar contrato (Sebastián Navarro, Felipe Zonco, Juan Aispuro y Kevin Bustos)?
--El que más me convence es Navarro, pero quiero que les vaya bien a todos. Veremos que pasa, además de sus condiciones, que las tienen, necesitan de una cuota de suerte y que los planetas estén alineados al momento que los vayan a observar y evaluar.
--¿Se perfila algún Spinella en ABA?
--No, ningún árbitro es parecido a otro. Un partido puede salir de una manera u otra, y en eso, muchas veces, tiene que ver el referí. Podemos ser héroes o villanos, pero nunca pasamos desapercibidos. Convivimos con el error y un resultado puede depender del arbitro aunque muchos no lo quieran reconocer. El VAR ayuda un montón, pero el árbitro sigue siendo un condimento esencial en un partido.
Dos anécdotas
1 “Una vez reemplacé a Gustavo Altuna para ir a Ingeniero Jacobacci, en la Patagonia, en el medio de la nada. Había que recorrer 200 kilómetros de ripio para llegar y la cancha era de tierra. Fuimos con Juan Manuel Vega y Fernando Márquez de asistentes, pero el juez principal, el que figuraba en planilla y había sido designado por el Consejo, era Altuna”.
“Hicimos el cambio correspondiente llamando al Consejo, pero desde ahí no le avisaron al club local. Empezamos a dirigir, estaba todo bien, hasta que saltó un hincha del visitante, de Atlético Regina, entidad que no tenía buena relación con la ABA. Me gritó: “Altuna, sos más h... de p... que Spinella”. Miré a Vega y a Marquez y se estaban riendo, me siguieron insultando a más no poder, por suerte siempre como Altuna y no como Spinella. Nadie se dio cuenta, increíble”.
2 “En Puerto Madryn nos llevaban a cenar a un restaurante cinco estrellas de la costanera. Nunca nos cobraban, era gentileza del club al que íbamos a dirigir. Fuimos con Altuna y debutaba como línea Guillermo Rodríguez, Chirola para la ABA. Pedimos entrada, plato, principal y postre, y al cordobés, al ver los frutos de mar y la paella, se le salieron los ojos de la cara”.
“El mozo estaba en complicidad con Altuna, y cuando trajo la cuenta era, similar a plata de hoy, eran como 500.000 pesos. El pobre Chirola empezó a sacar tarjetas de crédito, intentó hacer algunos llamados, hasta que le dijimos la verdad. Respiró fuerte, se recostó en la silla y exclamó: `Volví a nacer´. Casi se nos muere ahí”.
Sus números. 185 partidos dirigió en la mayor de la Liga del Sur. Al que más veces pitó fue a Bella Vista (43 encuentros) y después vienen Liniers y Tiro, ambos con 39 (ver foto aportada por “Cocho” López).