Bahía Blanca | Lunes, 20 de mayo

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Los medicamentos, un bien de lujo

Los elevados precios de los medicamentos sonforman un verdadero atentado a la salud.

“No nos une el amor sino el espanto”, supo escribir Jorge Luis Borges en referencia a su relación con la ciudad de Buenos Aires. Un lazo similar se podría establecer entre los argentinos y la inflación, un componente que ha estado presente en la vida diaria de varias generaciones.

Sin embargo, más allá de que uno parece acostumbrarse a ese fenómeno o, lo que es peor, ya no sorprende ni asombra, lo que está ocurriendo en los últimos meses con los precios es algo que orilla el escándalo.

Los aumentos son desorbitados, no guardan relación con los índices oficiales de inflación, ni tampoco siguen el camino del dólar. Son simplemente autónomos y descomunales.

Con la curiosidad (o no) de que esos ajustes de precios de distintas no son únicos: cada despensa, cada mercado, cada kiosco lo hace a su gusto y parecer, al punto que una misma mercadería puede verificar hasta diez valores distintos de acuerdo al sitio de venta.

En este contexto se ha intensificado una suerte de campaña, a través de las redes sociales en particular, para que no se pague cualquier precio, que el comprador sepa cuanto y donde compra, que compare y decida, que camine y beneficie a quien se mueve dentro de la coherencia.

Incluso en este contexto hay mercaderías de las cuales se puede prescindir, no comprar hasta que su valor sea más adecuado a la realidad, por caso café, o dulces, o determinados fideos, o lácteos.

Pero hay otras de las que no se puede prescindir y en las cuales sin duda es necesario que el Estado tome partido. Es el tema de los medicamentos, cuyos aumentos establecidos por los laboratorios o las farmacias son siderales y han convertido a los mismos en una mercadería de elite.

Medicamentos que tienen como mercado cautivo en su gran mayoría de la población mayo, a los jubilados que cobran miseria y que deben a veces decidir entre comer o medicarse.

Es una vergüenza que esté ocurriendo esto, es impostergable que alguien intervenga y que se tome a este rubro como relevante y que de alguna manera el descontrol que tienen los precios es una manera alevosa de atentar contra la salud.