Qué es la nomofobia y cómo se afronta la “adicción” al teléfono celular
Especialistas bahienses se refirieron a una problemática que crece de la mano de los avances tecnológicos y que afecta fundamentalmente a niños y adolescentes. Riesgos y consecuencias.

Recibido en 1993, acumula 28 años de trayectoria en el periodismo local. Ex jefe de la sección Deportes y La Ciudad y actual secretario de Redacción de La Nueva. Ex profesor de los dos institutos de Periodismo de la ciudad. Especialista en temas deportivos, sociales y gremiales.
Audionota: Guillermo Crisafulli
Son cada vez menos las personas que no están expuestas a caer en el abuso del uso del teléfono celular, ya que se ha vuelto parte de nuestra vida diaria casi sin darnos cuenta.
La adicción al teléfono no es un diagnóstico oficial y médicamente aceptado, principalmente debido a la falta de investigación al respecto. Sin embargo, hay criterios utilizados por los expertos para describir comportamientos, sentimientos y pensamientos que indican una falta de control sobre el uso del teléfono.
Conforme al estudio global de We Are Social, que analiza el consumo de redes sociales, en la Argentina el tiempo promedio de uso de un teléfono es de 9 horas y 38 minutos y se posiciona como el quinto país que más depende de los celulares.
Así, pasamos tanto tiempo con ellos que en algunos casos ese apego al dispositivo genera ansiedad cuando nos separamos de él. Eso, para los especialistas, podría ser el primer indicio de una adicción en puerta.
Indudablemente, los teléfonos se han convertido en una parte esencial en los ámbitos social, educativo y laboral; además de ser la principal herramienta para acceder a internet, por encima de tablets y computadoras.
“Desde el punto de vista de la salud mental, reconociendo todas las ventajas que tiene el uso de la tecnología relacionado con la información y la comunicación, el principal problema es el aislamiento que genera. Produce una situación de dependencia que no es sana”, manifestó el doctor Hugo Kern, especialista en Psicología Clínica, jefe del Departamento de Salud Mental y Adicciones de la comuna.
“Creo que son cuestiones epocales, que tienen que ver con el predominio de las pantallas y la modalidad virtual como modo de comunicación, intercambio y sociabilización. Estamos en una etapa en lo que todo el público, y muy pocas cosas quedan en el ámbito de la privacidad”, señaló Sonia Reale (MP 125), especialista en Psicología Clínica con Orientación en Familia y Pareja y en Niños y Adolescentes
Por ahora la adicción al celular no se contempla en ninguno de los manuales diagnósticos internacionales y, por el contrario, el término “uso problemático del smartphone” se está abriendo paso en los ámbitos científicos y profesionales.
“La pandemia influyó para el uso de las pantallas en general, ya sea por esparcimiento o por comunicación con familiares. El uso del celular favorece la instantaneidad. Atraviesa distancias, paredes, pero en contrapartida genera una dependencia muy importante en las personas”, añadió Reale.
Precisamente, debe diferenciarse el teléfono inteligente como objeto del uso que se haga del mismo, incluyendo el acceso a contenidos potencialmente adictivos como el juego en línea o el contenido para adultos, entre otros. Así, una persona puede utilizar constantemente su teléfono como herramienta de trabajo y no tener un problema de conducta.
“Detectar la dependencia es crucial. Hoy todo el mundo usa el celular, pero no todos son dependientes de él. La dependencia termina produciendo estados de aislamientos y de desconexión con la realidad que está viviendo esa persona, que termina ausentándose de sus vínculos concretos y humanos”, opinó Kern.
Sonia Reale agregó que es importante diferenciar un uso excesivo, favorecido por ser una herramienta de trabajo, a una cuestión adictiva.
“La adicción tiene que ver más con la dependencia, donde toda nuestra atención y validación emotiva o de autoestima pasa a través de ese medio. La forma de intercambio social inmediata en estos tiempos vertiginosos aumenta esta dependencia. Por eso, lo que se debe analizar es para qué se utiliza el celular. Para mucha gente es la manera de comunicarse, a través de la palabra escrita, pero eso ya se torna más preocupante si hay una dependencia de lo que se publica en redes sociales, buscando la validación de la autoestima a través de la cantidad de Me Gusta de algunas plataformas o de sentirse ignorado si nadie reacciona a esa publicación”.
La persona encuentra placer en un comportamiento repetitivo vinculado al celular, ya sea revisando constantemente las redes sociales, enviando mensajes, realizando llamadas o jugando.
En muchos casos, junto a la adicción, la persona es víctima de la nomofobia, un miedo irracional a estar sin su teléfono móvil. De hecho, se estima que más del 50% de las personas que suelen usar el móvil sienten ansiedad cuando se les agota el crédito o no tienen cobertura de red y un 9% reconoce sentirse muy estresadas cuando apagan sus móviles.
“La dependencia se podría medir en la sensación que produciría en una persona quedarse sin celular. Si sentiría que queda desconectado de los contactos y de la vida en general”, manifestó Reale, nacida en Stroeder pero radicada en Bahía Blanca hace muchos años.
En definitiva, la cantidad de tiempo invertido en su uso puede ser relevante pero, en ningún caso, definitoria de problema.
Pero sí es motivo de alerta tener el dispositivo constantemente en la cabeza (prominencia), la necesidad de pasar cada vez más tiempo conectado (tolerancia), el sentimiento de malestar y/o irritabilidad al separase del teléfono (abstinencia), así como el deseo irrefrenable por su utilización (pérdida de control).
Lo preocupante es que no queda ahí: el uso problemático de estos dispositivos puede acarrear otros problemas de salud.
“Hay problemas que se presentan en otros campos. Por ejemplo, dolores osteomusculares, que se empiezan evidenciar por la postura; en la visión, ya que las tasas de miopía van creciendo paralelamente al uso intensivo de las pantallas; e incluso en el estrés que genera estar pendiente de una llamada, de un mensaje o de una respuesta en alguna red social”, puntualizó Kern.
Y añadió: “Aparecen problemas relacionados con el insomnio, por la utilización de los celulares en horarios no convenientes por la estimulación lumínica y auditiva que éstos provocan. Y otros autores también lo relacionan con la aparición de migrañas o cefaleas”.
También figuran una mayor incidencia de accidentes --desde caídas en la calle hasta accidentes de tránsito- y una mayor incidencia de estilos de vida no saludables (tabaquismo y sedentarismo).
¿Afecta más a los jóvenes?
La adicción al teléfono celular es un problema que está adquiriendo proporciones alarmantes, sobre todo porque afecta cada vez a más jóvenes y adolescentes.
De hecho, a diferencia de adicciones como la ludopatía y el alcoholismo, la adicción al móvil se suele presentar entre los 11 y 12 años, una edad a la que muchos niños ya tienen su propio móvil o usan con frecuencia el de sus padres.
“Los papás tienen que estar atentos a ciertas conductas. Los adultos somos los que marcamos el camino y si, por ejemplo, llevamos el celular a la mesa, seguramente los más pequeños copiarán esa conducta. Y aprovechar esos momentos para ver qué sucede con los hijos; si existe angustia por ese rato sin celular; si notan una excesiva dependencia”, señaló Sonia Reale.
“Los avances tecnológicos que van sucediendo van llegando y afectando a las generaciones que se van criando de este modo. Hoy los bebés nacen en entornos digitales. Esa es una realidad que no se puede cambiar, pero sí se puede controlar o manejar”, opinó Kern.
Reale señaló que lo importante es saber para qué están usando los adolescentes el dispositivo.
“A veces creemos que los niños están todo el día con el celular, pero quizás están buscando información que le pidió alguna profesora o relacionándose con un amigo. El mayor riesgo se produce cuando el único modo de vinculación con el otro es a través de una pantalla. Ese encierro sí es peligroso, sobre todo en la adolescencia”.
De todos modos, se recomienda que los niños no utilicen pantallas hasta los 3 años, que hasta los 6 no se utilicen los videojuegos y a partir de los 9 se trate de evitar el uso excesivo de internet.
“Las familias deben establecer normas y reglas de uso. Los niños y adolescentes deben saber y conocer los riesgos que el uso de las redes sociales pueden provocar. También los padres tienen que entender que una pantalla no puede ser usada como una cuestión pacificadora. No se le puede dar el celular a un niño por el simple hecho de que llora y esa es la única forma de calmarlo”, cerró Kern.
Por su parte, Laura Jurkowski, psicóloga y especialista en adicción a las tecnologías, destacó que es una conducta que afecta tanto a los adultos, niños y adolescentes y que puede convertirse en una forma de “destrato”.
“El celular se convirtió en algo fundamental en la vida de una persona. De la misma forma que se producen otros tipos de adicciones, el uso del celular se convierte en una adicción cuando pasa a ser una conducta compulsiva y que produce satisfacción. Es un impulso a usar el celular que no se puede controlar. Esta adicción al celular está afectando, fundamentalmente a jóvenes y adolescentes”.
“El problema es la conducta incontrolable y exagerada que hace que dejen de hacer otras actividades, como leer o hacer algún deporte, o conversar cara a cara con un amigo o familiar. Hay personas que utilizan el celular de manera adecuada pero hay otras que están todo el tiempo ‘controlando’ el aparatito, esperando cualquier señal del teléfono, y mirando permanentemente de manera compulsiva e incontrolada, independientemente de la actividad que esté realizando. Estas personas si no pueden usar su celular están nerviosas, ansiosas, angustiadas e irritables, y todo esto desaparece cuando pueden volver a usarlo”, continuó Jurkowski.
Consecuencias
Las principales consecuencias de la adicción al teléfono celular son:
--Aislamiento social: la persona pasa cada vez más tiempo conectada y descuida sus relaciones interpersonales.
--Alteraciones en la conducta: la propia dependencia genera tensión e irritabilidad, las cuales provocan cambios en el comportamiento, haciendo que la persona sea menos solícita y se muestre más agresiva de lo habitual.
--Cambios en el estado de ánimo: las adicciones suelen provocar desequilibrios emocionales que dan lugar a trastornos como la depresión y la ansiedad.
--Problemas de comunicación: los adictos se relacionan cada vez más a través de la tecnología, por lo que sus habilidades sociales terminan resintiéndose, sobre todo cuando la adicción se asienta en la adolescencia, una etapa en la cual estas competencias aún no se han desarrollado lo suficiente.
--Dificultades para conciliar el sueño: la exposición continua a la luz azulada que emite el móvil inhibe la producción de melatonina, una hormona que induce el sueño. Como resultado, los adictos al móvil pueden padecer insomnio. Además, la preocupación constante por la posibilidad de que llegue un mensaje o una llamada mientras duermen, también les impide dormir tranquilamente.
--Inseguridad: los adictos al móvil suelen tener miedo a estar sin teléfono, una sensación que no les abandona y genera una gran inseguridad.
--Alucinaciones: el 80% de las personas que tienen un smartphone han escuchado su teléfono sonar cuando en realidad no lo hacía. En los adictos al móvil este fenómeno cobra aún más fuerza, es lo que se conoce como “alucinaciones fantasma” y están provocadas por la tensión de estar pendientes del móvil, lo cual les lleva a imaginar que este vibra o suena.
--Problemas de atención y memoria: al estar continuamente pendientes del móvil, estas personas comienzan a presentar problemas de atención y concentración, que terminan provocando dificultades en la memoria.
--Síndrome de abstinencia: la persona siente una gran angustia, ansiedad e irritabilidad cuando es privada del móvil. Mientras mayor sea la dependencia, más agudo será ese malestar, hasta el punto de que puede crear confusión y una sensación de falta de control muy intensa.
--Más allá de los problemas en el ámbito psicológico, no se debe ignorar que el uso desmedido del móvil o de cualquier tecnología puede dar lugar a lesiones a nivel físico. La adicción al móvil también le pasa factura a nuestros ojos, músculos, ligamentos, articulaciones y vértebras.
Suecia frena la inversión en pantallas y vuelve a los libros
El gobierno del país nórdico canceló su plan de educación digital y redireccionó los fondos para la distribución de libros de texto: quieren repartir uno por materia para cada estudiante.
La ministra de Escuelas, Lotta Edholm, canceló el plan de educación digital de la Agencia Nacional de Educación Escolar, y decidió que el financiamiento previsto se oriente ahora a la distribución de libros de texto en las escuelas.
La decisión de Edholm --que asumió su cargo en octubre del año pasado-- llegó luego de que se conocieran los resultados de las pruebas internacionales PIRLS, que evalúan la comprensión lectora en estudiantes de 4° grado de primaria.
Aunque los estudiantes suecos se ubican en el 8° puesto a nivel global y superaron el puntaje promedio de la Unión Europea, los resultados del país nórdico están por debajo de los alcanzados en la edición previa de 2016.
“Tenemos una crisis de lectura en las escuelas suecas. Corremos el riesgo de ver una generación de analfabetos funcionales”, advirtió la ministra en una conferencia de prensa, en la que asoció el retroceso en la comprensión lectora con el avance de las pantallas.