Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

Lucas Chaves: "Empecé a tomarme el básquet profesionalmente"

El bahiense es el capitán de Salerno Basket, con quien ascendió a la Serie B. El cambio que hizo y su futuro en Italia.

Lucas recibe el premio del campeón. Fotos: Salerno Basket.

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

 

Detrás de aquella puerta que a Lucas Chaves se le abrió en Italia, allá por diciembre de 2019, estaba lo que, sin saberlo, se convirtió en su medio de vida.

El base, que cumplirá 29 años el próximo 21 de abril, había recorrido diferentes lugares con el básquetbol antes de llegar a Ascoli (donde estuvo cuatro meses), para después emigrar a Salerno, donde hoy es el capitán y una de las figuras del equipo que acaba de ascender a la Serie B –restando cinco fechas- y conseguir la Copa Campania.

“Cuando decidí venirme estaba jugando en Bahía, algo alejado de lo profesional. Surgió la posibilidad y lo hablé con mi novia (Mariel, estudiante de abogacía), de hacer una experiencia fuera de Argentina, tomando el básquet como medio. Ya estando acá, tuve la suerte que me fuera bien y empecé a tomarme el básquet profesionalmente, algo que en Bahía no lo hacía al cien por ciento”, admitió Lucas.

Lucas, jugando para El Nacional.

Formado en Bahiense del Norte, Chavito pasó por San Martín de Corrientes, Lanús, Monte Basket, Atenas de Patagones y El Nacional de nuestra ciudad. Ahora lleva tres temporadas jugando la C Gol en Power Basket Salerno.

“Estoy muy adaptado –aseguró-. El nivel este año es mejor que los dos anteriores, se puede comparar con un Federal o Liga Argentina. Hay muchos extranjeros, lo cual incrementan el nivel”.

—¿Este crecimiento te ayuda a buscar consolidarte en tu carrera, algo que cuando te fuiste no lo tenías del todo resuelto?

—Sí, ni hablar. No me vine pensando en que tenía que jugar bien todos los partidos, romperla y al año siguiente subir de categoría. Lo tomé más tranquilo, pero una vez que vi el nivel, me propuse tomármelo cien por ciento profesional para poder subir de categoría. Sé que si entreno y estoy bien físicamente, puedo jugar tranquilamente.

—¿Cuál es tu intención desde lo deportivo?

—Cambiaron las reglas y antes no podías jugar en Serie B si no tenías formación italiana, por lo que el salto a la A2 era muy largo. Por eso estoy esperando si puedo subir un escalón. La idea es cambiar de equipo, porque el año que viene la B, donde ascendimos, se va a dividir en B1 y B2. Nosotros jugaríamos la B2 y la idea es buscar un equipo de B1.

—Tenés mucho protagonismo ofensivo y sos uno de los goleadores del equipo. ¿Asumiste más ese rol?

—Cuando llegué la idea era apuntarme de base, pero el entrenador siempre quería que generara ventaja para mis compañeros jugando básicamente de dos y este año tuve mucho más protagonismo porque el equipo lo necesitaba.

—¿Cómo se toma el básquet en la ciudad?

—La ciudad está sobre el mar, es muy linda, muy turística y en poco empieza a ser un caos. Lo que más genera atención es el equipo de fútbol, con Salernitana, que juega la Serie A y Nápoli que está cerca. La gente no está muy pendiente del básquet, pero la idea del nuevo presidente, es que la ciudad empiece a conocer más el básquet. La idea es hacer un proyecto a largo plazo.

—¿Te imaginás regresando a Bahía o no lo pensás?

—Si bien estamos más o menos instalados, ya que estuve siempre en el mismo equipo, la idea no es quedarnos en Italia, pero sí continuar con el básquet el mayor tiempo posible. A futuro la intención es volver a vivir a la Argentina. Se extraña bastante.

Matías y Lucas, juntos.

—Tu hermano también se fue y dejó de jugar. ¿La decisión fue pura coincidencia?

—Sí. Mati tenía más la idea de hacer un futuro laboral fuera de Argentina y yo pretendía hacer una experiencia. Él se fue a Estados Unidos, porque la mujer estaba trabajando ahí. Con la pandemia tuvieron que quedarse y como la experiencia no fue como imaginaban, se fueron a Valencia, donde están instalados.

Lucas y Matías, con papá Raúl.

—El hecho de que tu papá (Raúl) como árbitro recorriera el mundo, incluso, llegando a vivir en España, ¿te ayudó para tomar la decisión?

—Si bien mi viejo lo hizo cuando yo era bastante chico, siempre decía que tenía que viajar y conocer otras realidades. Dentro de la familia siempre fue natural estar fuera de casa, mismo dentro de Argentina.

Salerno tiene motivos para festejar.

—¿Cuál es el contraste más fuerte que encontrás entre la realidad de Italia y de Argentina?

—En mi situación particular, no veo tanto contraste, fundamentalmente con el básquet. Existe la dificultad para conformar equipos, de jugar una Liga, y después, por lo que hablo con mis compañeros, existen dificultades y las mismas inquietudes: incertidumbre de encontrar un laburo estable, poder comprarse una cancha... Obviamente, una vez que encontrás una estabilidad laboral podés proyectarte a 20 años, algo que no pasa en Argentina. Pero encontrarla tampoco es tan fácil. Sobre todo, después de la pandemia. Se nota.