Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

De Argentina a México, a dedo: Bautista Bonacci, el bahiense que alienta a cumplir los sueños

Tiene 28 años, visitó 43 países de cinco continentes y es creador de contenidos digitales. Renunció a su trabajo como piloto de paracaidistas para recorrer el mundo. En marzo iniciará una aventura por Latinoamérica como mochilero para inspirar a más personas a ir tras sus metas.

Bautista Bonacci, en Cappadoccia, Turquía, en una experiencia en globo aerostático. Fotos: gentileza Bautista Bonacci.

A sus 28 años y después de muchos desafíos el bahiense Bautista Bonacci aprendió a cerrarle la puerta a las excusas: a las propias y a las ajenas. Entendió que detrás de los “no puedo” o “no tengo” suele esconderse el miedo, el peor enemigo de los sueños. Sea lo que sea que te haga latir más rápido el corazón.

Por eso, convencido de que el universo recompensa a los valientes y de que la mejor manera de inspirar a otras personas es cumpliendo las propias metas decidió lanzarse a una nueva aventura: en marzo unirá Argentina y México a dedo partiendo desde su departamento en el barrio Universitario.

“Voy a colgarme la mochila, bajar por el ascensor y salir de mochilero desde la puerta de mi casa”, contó a La Nueva.


En el templo de los monos, en la India. 

“Mucha gente me dice: ‘No puedo viajar porque no tengo plata’ o ‘No tengo pasaporte’. La idea es llegar hasta México y generar contenido para mostrar que se puede viajar por Latinoamérica sin necesidad de tantas cosas y con poco presupuesto”, dijo.

En el camino realizará voluntariados de la mano de World Packers, una plataforma que conecta a viajeros de todo el mundo con lugares en los que pueden ofrecer sus servicios y conocimientos a cambio de alojamiento y, en algunos casos, comida.

Bautista lleva recorridos 43 países de Europa, Asia, Oceanía, América y África.


Con alas propias o de acero, siempre con la adrenalina a tope.

Tanto ama viajar ("es lo que me dicta el corazón") que en 2019 dejó atrás su trabajo como piloto de paracaidismo para convertirse en creador de contenidos.

Empezó a dedicarse full time en febrero del año pasado y en unos pocos meses pasó de tener unos mil seguidores a más de 43 mil tan solo en Instagram, donde comparte anécdotas, reels, historias  y fotos de sus viajes. Algunos de sus videos ya superaron los 2 millones de vistas.

“Siempre me gustó viajar. De chico solía viajar con mis padres. Siempre fui muy inquieto, no me siento cómodo quedándome mucho tiempo en el mismo lugar. Subirme al avión me generaba algo que nunca encontré en otra parte”, confió.


Con el equipo de pilotos y paracaidistas de Skydive Center, en Chascomús, donde se desempeñó como piloto.

“Hoy soy feliz de buscar y vivir estas experiencias, conocer lugares hermosos y gente que deja huella. Y quiero impulsar a más personas a cumplir sus sueños. Yo los cumplo a través de mis viajes pero la idea es que cada uno lo haga a través de lo que le guste”, comentó.

Suele pasar entre seis y siete horas diarias frente a la pantalla creando y editando sus videos y respondiendo cientos de mensajes y consultas.

Para desconectarse va a al gimnasio, hace yoga y lee. También estudia inglés, una herramienta fundamental para cualquier viajero y que recomienda especialmente.


"Con Agustín, en Asia, uno de los amigos que me regaló el mundo", dijo Bauti.

“Hoy puedo decir que este es mi trabajo. Sabía que iba a llegar este día. Lo busqué. Tuve que creérmelo. Como creador de contenidos es más lo que no pagás que lo que ganás. Todavía no logré financiarme al 100 por ciento los viajes pero lo que gano es en dólares y me permite mantenerme”, dijo.

Antes de ser viajero estudió Comunicación Social un año en La Plata, trabajó como mozo en un centro de esquí de EE.UU. (con un programa Work and Travel) y se recibió de piloto de aviones en La Plata.

“Me intrigaba ese mundo, fue una idea loca que se concretó. Pasaba todo el día en el aeroclub. Encontré un lugar en el que me sentía cómodo, lavaba los aviones y los guardaba y hasta trabajé en la administración”, recordó.


Colocando paneles solares en el desierto australiano. 

Trabajó como mozo en un bar para pagarse las horas de vuelo. Luego pasó tres años en Chascomús como piloto para vuelos de lanzamiento de paracaidistas. A veces terminaba tan tarde de trabajar que dormía en el avión.

“Lo pasé muy bien pero empecé a sentir conformismo: tenía mi departamento, mi auto, mi novia y sabía que si seguía en esa línea mi vida no iba a tener más desafíos”, dijo.

Entonces aplicó para una visa de trabajo en Australia y se embarcó a la tierra de los canguros.

Estuvo allí dos veces, la primera en 2019, cuando trabajó en colocación de paneles solares y otra más reciente, en la que hizo un curso de ayudante de electricista para trabajar en el área de minería.


Con el equipo de minería. Australia.

Con sus ahorros, fruto de trabajar sin descanso 12 horas por día, se fue a Dubai, a India y a Sri Lanka.

“De Dubai a la India son tres horas de vuelo, pero parece que aterrizaras en otro planeta. Siempre bromeo y digo que me dormí en promedio diez minutos en el avión y que en esos diez minutos algo pasó. Aterrizar en la India es… Nunca vi algo tan caótico”, reflexionó.

Ya en Sri Lanka comenzó a escuchar rumores sobre el Covid pero no parecía algo serio. De allí partió a Indonesia, y tras conocer Bali se instaló en una isla con amigos y amigas.


Tren Ella Kandy en Sri Lanka.

“Justo coincidió que comenzaba el Ramadán, mes de ayuno y oración para la comunidad, la isla se cerró y nos dijeron: guardados acá. Teníamos dos días para salir o nos quedábamos. Algunos se querían volver y otros no. Los pasajes valían 5 mil dólares con cinco escalas y no te aseguraban poder salir de algún país”, comentó.

Se quedó hasta agosto de 2020 en una mansión con una vista soñada a la selva que logró alquilar a un precio muy económico. Allí no se impuso el aislamiento obligatorio. Solo había que hacer las compras con barbijo.


La increíble vista de la casa que alquiló en Indonesia con amigos y amigas.

Después de esta aventura, emprendió un viaje por Europa, recorriendo más de 12 países en siete meses. 

Bahiense por nacimiento y por elección, está seguro de que por más kilómetros que recorra siempre va a querer regresar. De hecho, planea comprar un terreno en la ciudad.

“Cada día me doy más cuenta de lo bien que se vive en Bahía Blanca. Tenemos de todo, universidades de prestigio, hospitales muy buenos y un costo de vida accesible en relación a otros lugares”, dijo.

“Viajo porque lo disfruto y porque no me imagino haciendo otra cosa, pero siempre pienso en volver. En este viaje a México realizaré voluntariados a través de las ONGs que propone la aplicación World Packers. Mucha gente me ayudó a viajar y siempre quise devolver algo de toda esa ayuda que recibí”, dijo.


En un voluntariado en una escuela de la India donde brindó acompañamiento a los niños.

En las próximas semanas partirá a Mar del Plata y de ahí a Chascomús, La Plata y Buenos Aires, para seguir rumbo al norte.

“Lo más difícil de viajar es que estás muchos días solo y los problemas chiquitos que le pasan a tu familia del otro lado del mundo los ves enormes. Y estás lejos, ¿eh? Tardás en llegar… Además, no te cuentan muchas cosas”, remarcó.

El mar representa lo inmenso e incesante. Uso esta imagen para recordar y agradecer a todas y cada una de las personas que esta aventura de, simplemente vivir la vida, me ha presentado. Gracias. Tendrán por siempre un lugar en este corazón viajero", señaló.

“¿El mayor aprendizaje? Que hay que valorar los fracasos. A veces un fracaso vale mucho más que una victoria. Lo bueno uno lo disfruta y ya está. Lo que deja marcas está bueno abrazarlo y decir a partir de acá soy mejor persona o empiezo a construir algo sobre esto. Todo lo que procesé y aprendí fue en base a cosas que no salieron bien”, dijo.

Si querés conocer más sobre su viajes podés seguirlo en IG: @bbaubonacci.

Un lugar alucinante: Sur argentino. 
La comida más rara: Curri de grillos.
Un sitio para regresar: Volvería a la India.
El mejor atardecer: Isla de Gili, Indonesia.
La peor experiencia: Accidentarme con la moto en Bali.
Un pueblo o ciudad para el olvido: no tengo.
La gente más amable: ¡Perú!
Lo que no puede faltar en la mochila: Buenas zapas para andar mucho.
Hijo de: Daniel y Celeste.
Hermanos: Genaro.
Un ídolo: Cualquiera que luche por sus sueños.
Persona favorita: Uno que ya no está, mi abuelo Amadeo.
Una frase del camino: Una que no es mía,“Si piensas que la aventura es peligrosa, prueba la rutina. Es mortal.”