Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Avenida Alem, árboles y surgentes entre el Portal y un caserón rosado

La avenida Alem, señorial y gastronómica, el paseo por excelencia de los bahienses, muestra distintas facetas a lo largo de su recorrido. Todas y cada una tiene mucho que decir. “Las cosas se cuentan solas, sólo hay que saber mirar”, escribió el cantante Piero.

“Las avenida Alem atraviesa una zona poblada de quintas que en poco tiempo se convertirán en vistosos chaléts y lujosas residencias, aristocratizando un barrio hasta ahora entregado a la incuria y a la más ramplona edificación”. La Nueva Provincia, 5 de mayo de 1906

A fines del siglo XIX la avenida Alem no existía. No en sentido literal, sino en relación a su uso urbano. Era una calle angosta, de tierra, ocupada por grandes quintas y que no conducía a ningún lado, casi casi la parte de atrás de la ciudad.

Su reconversión en el paseo predilecto de los bahienses comenzó con el siglo XX, cuando un grupo de inversores adquirió el llamado bañado de Jiménez –tierras inundables cuando desbordaba el arroyo Napostá—para desarrollar en el lugar el que sería el primer barrio Parque de Sudamérica.

Como parte del proyecto se donó a la municipalidad una importante superficie en el centro del bautizado Barrio Adornado para que se instalara allí un Parque Municipal.

Inaugurado en 1906, ese paseo comenzó a dar vida a la avenida, la hizo visible y el movimiento de personas y carruajes de cada fin de semana la fue convirtiendo en “La Palermo Bahiense”. Cuando en 1913 se inauguró el teatro Municipal, la calle tenía su remate.

Los frentistas donaron parte de sus terrenos para ensanchar la calle y sus veredas, la municipalidad colocó un precario asfalto e iluminación y comenzaron a construirse mansiones y chalés: el camino estaba abierto, la ciudad tenía su paseo.

Un poco más allá

“La municipalidad, inspirada en sentimientos de bienestar común, ha sancionado el proyecto para la transformación del bulevar Alem en algo que se parezca siquiera a la hermosa avenida Alvear porteña, uno de las más suntuosas y más aristocráticas de sus vías”. La Nueva Provincia, abril de 1906.

A pesar de su fortalecimiento, la avenida fue creciendo en etapas. Primero fue adecuado el tramo entre Alsina y Casanova. Luego se extendió hasta el ingreso al parque, por calle Córdoba, y hasta hoy va encontrando su forma en su recorrido hasta el Camino parque Sesquicentenario.

El paisaje entre Córdoba y Florida es distinto al resto. La gente que lo camina cada día puede descubrir un paisaje y una arquitectura con historia, cargada de identidad y sorpresas.

Un portal, una rueda destruida y la primera emisora

“A lo largo de una cuadra los diferentes edificios hablan distintos idiomas de tiempo, de épocas económicas, de modas, y permiten ver, como en los estratos de tierra, los cataclismos que ha sufrido”. Ezequiel Martínez Estrada

En 1942 el comisionado municipal Jorge Aguilar visitó el parque de Mayo y “descubrió” que el mismo carecía de “portalón”, de una entrada que jerarquizara su ingreso. A los pocos días presentó un proyecto de su autoría, de estilo neocolonial, con rasgos barrocos, el cual fue cuestionado por la comisión de estética edilicia que asesoraba al municipio. Aguilar no prestó atención a esas críticas y con personal municipal puso manos a la obra.

El portal a poco de su terminación, junio de 1942

El diseño, curiosamente, es muy similar a otro portal, existente en el ingreso de una estancia en la localidad de Brandsen, cerca de La Plata, el cual salió publicado, en 1931, en la Revista de Arquitectura.

La entrada a una quinta en Brandsen, construido en 1931

A pocos metros del portal se encuentra un homenaje del Museo Municipal a los hombres que, con la rueda, “llevaron adelante los progresos de la ciudad”. El monumento fue inaugurado el 11 de abril de 1956 y de la rueda original quedan apenas unos pocos rayos, un estado que poco honor hacer a aquel reconocimiento.

El monumento de la Rueda, en toda su dimensión, 1956

Se ve luego la ancha vereda que bordea al parque, con un ritmo que marcan las columnas de iluminación y una franja de tierra que la separa de la primera hilera de añosos eucaliptus. Un lugar elegido por cientos de caminantes y que al caer el sol permite ver un espectáculo único en el mundo, el de los miles de loros que llegan al paseo a dormir.

Frente al portal del parque, en la esquina ocupada por un edificio en altura, aparece esta singularidad. Un portón de diseño, distinto, transparente y vidriado.

Vecino al portón un chalét, característico de la avenida, pero escondido, protegido y cerrado entre añosos árboles crecidos dentro del jardín y que asoman sobre la vereda. Detrás de los árboles está la casa.

A pocos pasos, la sede de la Región V de la Gendarmería Nacional. En ese predio funcionó, entre 1931 y 1932, la primera emisora bahiense, LU2 radio Bahía Blanca, que en esa etapa –modificó por única vez su nombre, en sus 92 años de existencia, para llamarse Radio Parque de Mayo.

Un detalle adicional: en la vereda del edificio se construyó el monumento al alpinista Mario Serrano (1946-1981), hombre de Gendarmería fallecido al escalar una cumbre en el Himalaya. En su ubicación anterior, en la plaza Pellegrini, fue vandalizado una y otra vez.

Sobre el borde del parque, un carrito de cubanitos, bocado tradicional que ya cuenta con su propia fiesta local. Wikipedia tomó como cierta una historia completamente falsa que sugiere que el cubanito nació en Bahía Blanca. No es cierto, pero si que es parte de su gastronomía popular.

Un árbol que salvar, un canal que divide, una esquina rosada

“ (…) y el terreno baldío que se deshace en yuyos y alambres/y el almacén tan claro como la luna nueva de ayer tarde./Es familiar como un recuerdo la esquina/con esos largos zócalos y la promesa de un patio”. JL Borges, Calle con almacén rosado

A pocos pasos del canal Maldonado se demolió una casa de generoso frente, donde, se dice, se construirá un edificio en altura. Muchos vecinos han llamado la atención sobre el añoso árbol que se ubica en su vereda, plantado en 1957, el cual, según comentarios, será retirado cuando se inicie la obra.

Es un ejemplar de Sombra de Toro incorporado al registro patrimonial verde urbano por ordenanza, atendiendo su valor histórico, botánico y estético”. Un cartel que daba cuenta de su valor ya ha desaparecido.

Un puente permite el cruce del canal Maldonado, enorme zanjón revestido en hormigón, abierto en 1949 y que dividió en dos al parque de Mayo. Hasta ese año el arroyo había sido cegado por los diseñadores del paseo y para su reapertura –clave para evitar las inundaciones provocadas por el arroyo Napostá—se debieron retirar cientos de árboles.

Vecino al canal se encuentra el surgente construido en 1957, un clásico que lleva más de 60 años dando agua de excelente calidad, a 60º C, desde el acuífero ubicado a 700 metros de profundidad. Con un grupo de canillas vertiendo líquido todas las horas, miles de vecinos concurren cada día a llenar botellas, recipientes y las tradicionales damajuanas.

No hay calle que no tenga un pedestal que aporte su cuota de misterio. ¿Un mástil? ¿Un cartel o referencia? ¿Un aviso?. Sólo algún memorioso puede dar cuenta de su pasado.

Los chalets aparecen también como protagonistas de este recorrido. Al menos los que han sobrevivido al paso del tiempo. Es el caso de este ejemplo “con jardín y verja” al frente, el único que queda en pie de tres obras mellizas construidas en 1948.

Llegamos a Alem y Florida, un viejo edificio de muros color rosa y detalles amarillos, donde funcionaran un almacén, un restaurant  y un boliche (“el bar de Lattanzi). Referente de la esquina, conserva en su pared la chapa enlozada con el nombre de la avenida.

Enfrente se ubica otro de los accesos al parque, no menos importante que el de calle Córdoba pero que nunca se jerarquizó. Hace unos años hubo una idea de construir un portal, con un juego de tres arcos o con un juego de arcos ojivales. La iniciativa, válida, quedó en la nada.

En diagonal con el acceso al paseo se ubica una histórica estación de servicio, hoy en manos de YPF. En ese mismo sitio, allá por los 70, vendía productos de La Isaura, generado en las instalaciones  de Loma Paraguaya.

Entonces era propiedad de Eugenio Martínez, eximio volante e intendente electo en 1973. El edificio art decó que cobijaba esa estación era una verdadera obra de arte.

Final

“La arquitectura es cobijo, pero también es un símbolo y una forma de comunicación”. Leland Roth, Entender la arquitectura.

Alem sigue hoy hasta el camino Parque Sesquicentenario y en su recorrido va tomando distintas fisonomías distinta. Caminarla y mirarla con atención es encontrar historias. “Las ciudades son libros que se leen con los pies”, escribió Quintín Cabrera.