Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Esta semana Manu Ginóbili hizo saltar del sillón al Puma Montecchia

Es lo que aún generan algunas de las jugadas de Emanuel que quedaron grabadas. Hoy ingresará oficialmente en el Salón de la Fama.

¿Te acordás el partido de los 48 puntos a Phoenix? Fotos: archivo-La Nueva

 

Por Fernando Rodríguez

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

(Nota publicada en la edición impresa)

 

   Final del tiempo regular 111-111. En el suplementario, restando 3 minutos, Manu entra en acción y anota el 119 a 115, para terminar ganando 128 a 123, tras remontar 17 puntos en el último cuarto.

   Juegan Phoenix-San Antonio. El Puma, acá en Bahía, está sentado frente al televisor, disfrutando del recuerdo.

   Emanuel venía teniendo una noche inolvidable (la cerró con ¡48 puntos!) y lo ratifica con una definición que hace explotar al Puma, olvidando que habían pasado 17 años de ese partido.

   Ayer, hoy y siempre, Manu lo hace posible.

   “Le metió una volcada a Shawn Marion en la cara y con dos manos, arrancando del eje central”, recuerda Montecchia, aún sorprendido.

   “Estaba en el sillón y te juro que salté, como si lo estuviera mirando en vivo”, confiesa.

   “El otro día, cuando le conté a Manu me dijo: ‘Te agarró el viejazo’, je. Ver partidos de él, a los que nos gusta el básquet, nos moviliza; hacía cosas que tal vez el común de la gente no las veía, las que suman para ganar, esas que no salen en las planillas”, asegura Alejandro.

   La melancolía invade por estos días, sabiendo que hoy Emanuel Ginóbili entrará oficialmente en el Salón de la Fama.

   La ceremonia será en Springfield y podrá seguirse, desde las 20, por ESPN, DIRECTV Sports (610 / 1610 HD) y DIRECTV GO.

   Su amigo y compañero Alejandro Montecchia hace una aclaración y argumenta: “Creo que este reconocimiento no es el que él más esperaba, ni el que más lo conmueve; me parece”.

   —¿Lo decís porque no es algo que se había planteado como objetivo?

   —Claro, son reconocimientos que le llegan, pero lo que más disfruta son los logros que consiguió con sus equipos.

   —De todos modos este premio es una consecuencia.

   —Sí, de lo cabeza dura que fue, el ponerse objetivos y siempre tratar de lograrlos. La cabeza de este pibe es de un extraterrestre. Ya estando consagrado, pudo mantener el nivel de competitividad y estuvo al cien por ciento siempre, eso muy difícil de conseguir.

Manu junto a sus tres hijos.

   —¿Considerás que desde la cabeza nace todo?

   —Creo que sí. Es el motor, lo que te hace funcionar. Y cuando la tenés fuerte no sufrís pozos emocionales, no te permitís relajarte. Es muy difícil mantenerse siempre a tope, la cabeza en algún momento te juega una mala pasada y te relajás o permitís hacer algo indebido. Y Manu tuvo una constancia y disciplina que le permitió jugar en la NBA, con 40 años, a nivel estrella.

   —¿Esto es posible de trabajar?

  —Sí, pero tiene que venir de base. Eso se ve mucho con los chicos. Se nota el que es distinto en ese sentido. Después se fortalece y ahora hay más herramientas.

   —¿Cuándo empezaste a descubrir a Manu?

   —El año que compartimos en Reggio jugó bárbaro, pero en ese momento no pensaba que la iba a romper toda. Creo que el paso a Bologna significó su explosión. Fue impresionante la diferencia de un año a otro. De ser un jugador importante, que jugaba bien, se convirtió en dominante, casi indetenible en la liga. Ese año miraba los partidos por televisión y me preguntaba: “¿Qué le pasó a este pibe?”.

   —¿Cuándo lo disfrutaste más dentro de la cancha?

   —Siempre disfruté jugar con él. En Reggio éramos compañeros en un equipo italiano, habiendo salido de un mismo club (Bahiense del Norte) y medio por recomendación de él que fui a Reggio, por eso disfruté muchísimo la experiencia. Y con la Selección, mucho más.

   —Todos los jugadores tienen un grado de egoísmo. ¿Había algo que se padecía de él, aun siendo algo positivo, como la exigencia para ser mejor a su compañero?

   —¿Sabés que no? Al menos cuando compartí equipo. Después, tal vez de más grande en la Selección exigió, como Scola, arrastrando a los más jóvenes. No exigía, pero sabías que todo lo que hiciera dentro de la cancha era positivo, ese creo que fue un cambio importante que mostró de Reggio a Bologna. Al principio era más impulsivo y después encontró el equilibrio entre la efectividad y el momento de hacerlo. Jugar con él era mucho más fácil, porque la mayoría de las cosas las hacía bien. Y no era un jugador sólo ofensivo, sino completo en los dos lados.

   —¿Transmitía más desde lo actitudinal que desde la palabra? No tenía necesidad del “vamo, vamo, vamo; huevo, huevo, huevo...”.

   —Tal cual. Así. Lo que pasa que no lo necesitaba, je. Sí, te ponías a su nivel o quedabas en evidencia.

   —Parece difícil que pueda moldearse otro jugador de estas tierras con tantas cualidades, por encima de haber estado en el momento justo y en el lugar indicado, como en San Antonio, ¿no?

   —Sí, o haber llegado a Bologna mismo, porque la otra posibilidad era Olimpiakos...

   —Y al segundo partido los griegos le tiraban un ladrillazo, je.

   —Sí, je. Por eso ha tomado decisiones correctas. Si hubo azar fue muy poquito, je. Aunque siempre hay que tenerlo, pero lo de él fue por mérito propio.

   —¿Cuánto te parece que influyó para hacer mejor a los Spurs como franquicia?

   —Yo creo que tuvo mucho que ver. RC Buford (CEO de los Spurs) y ellos deben estar pensando “a este pibe lo drafteamos y mirá lo que explotó, lo que generó, lo que nos dio durante todos estos años”. También ellos ayudaron en el crecimiento de Manu.

   —Fue mutuo.

   —Sí. No creo que esperaban que podía darles tanto. Creo que Manu tuvo mucho que ver en el éxito de San Antonio en estos últimos 20 años.