Bahía Blanca | Viernes, 04 de julio

Bahía Blanca | Viernes, 04 de julio

Bahía Blanca | Viernes, 04 de julio

La riesgosa costumbre de ingerir la placenta por parte de las madres

No hay evidencia científica que compruebe sus beneficios, pero son muchas las personas que la consumen. ¿Qué sucede en Bahía?

Por Mario Minervino / [email protected]

   Placentofagia. Esa es la palabra que define la conducta de comer la placenta y otros restos del parto, generalmente practicada por la madre al finalizar aquel.

   Un poco por moda, otro poco por snobismo, otro por ciertas creencias, lo cierto es que en los últimos años se ha puesto en debate la decisión de algunas madres de comer la placenta en la que se ha formado su hijo. 

   Este órgano, de masa esponjosa, de 0,45 kg y adherida al útero, es el que establece el intercambio de oxígeno y sustancias nutritivas entre la madre y el embrión, al tiempo de actuar como un filtro para proteger al feto de toxinas y contaminantes.

   Esta práctica tomó cierta notoriedad a partir de hacerlo público varias mujeres famosas. 

   Por caso Kim Kardashian – modelo y empresaria estadounidense- que señaló que había ingerido la placenta de su embarazo en píldoras y que gracias a esa práctica se sentía “mucho más energizada y sin depresión”. También en su momento se aseguró que el actor Tom Cruise había comido la placenta y el cordón umbilical de su hija Suri.

   Consultados profesionales locales, no tienen datos certeros de que madres de nuestra ciudad realicen esta práctica, aunque sí mencionan que cada vez son más las mujeres solicitan llevarse la placenta a sus casas.

   El médico Sergio Mendoza, jefe del servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Penna y coordinador de la guardia obstétrica del Privado del Sur, explicó que “la placenta es propiedad de la usuaria, de la mujer que tuvo el bebé, y tenemos muchos casos donde las piden y nosotros se las entregamos luego del parto”, detalló.

   Para eso, la flamante madre debe cumplir un trámite muy simple que es la solicitud de la misma y en general la colocan en un recipiente o en una bolsa térmica. 

   “La retiran del  hospital con nuestro consentimiento”, amplió el profesional.

   Consultado sobre casos en que la madre proceda a comerse la placenta, señaló que “es raro ver eso en el hospital, aunque no sabemos qué hacen las madres que se las llevan, no sabemos qué pasa luego”, explicó.

    Acerca de una posible toxicidad de este órgano, Mendoza señaló que no existen estudios suficientes sobre el tema, aunque en los hospitales locales hacen análisis de manera periódica de este elemento.

    “La consistencia de una placenta es como la de un hígado crudo. Nosotros no vemos que brinde ningún beneficio ingerirla, pero para algunas personas sí. Hay culturas dónde es habitual hacerlo y también se difunde esta práctica cuando la hacen personas famosas”.

   No necesariamente la placenta se come cruda. Existen varias maneras de volverla más comestible, como es reconvertirla en tintura, crema o en cápsulas. 

   “En definitiva, no tengo conocimiento de que en la ciudad haya madres que coman su placenta. Sabemos de casos que las congelan, las pintan o las tienen como recuerdo. Pero no he visto a nadie comerla cruda, ya que de hacerlo debería hacerla analizar antes, para tener la certeza de no contraer alguna enfermedad. Pero en definitiva, cada uno decide que hacer”, finalizó.

   El médico Claudio Pastori, ginecólogo y ex secretario de Salud del municipio, no tiene constancia de que entre sus pacientes haya madres que se  coman la placenta, aunque sí muchas las piden para llevarla a sus hogares. 

   Mencionó además que no existen estudios concretos que aseguren que no genere alguna enfermedad y mucho menos beneficios. 

   “Pero bueno, es un tejido orgánico, propio de la mujer y en muchos lugares –no en nuestra ciudad— las preparan en pastillas”, indicó. 

Un perjuicio

   Mayo Clinic, prestigiosa entidad dedicada a la práctica e investigación clínica, con sede en Minnesota, dio a conocer hace unas semanas un estudio donde asegura que comer la placenta después de dar a luz “puede ser perjudicial para la salud”.

   La preparación más común es en cápsulas, a partir de vaporizarla y deshidratarla, pero muchos la comen cruda, cocida o en batidos o extractos líquidos.

   Lo preocupante, señala el estudio, es que esas preparaciones “no eliminan por completo las bacterias y virus infecciosos que puede contener la placenta. Su elaboración puede no ser segura si no se filtran adecuadamente los residuos y puede pasar enfermedades. Por eso emitieron una advertencia a partir de un recién nacido que presentó estreptococo B y se cree que se lo trasmitió la leche materna infectada por la bacteria que la madre contrajo al ingerir su placenta.

   Por último, la entidad informó que “tampoco existen estudios que confirmen que la placentofagia previene la depresión posparto, el suministro de leche o proporciona micronutrientes importantes”.

Camino animal

   Una de las teorías de porqué algunas personas ven con buenos ojos comerse la placenta es que se trata de algo que hacen de manera natural los mamíferos, especie a la que pertenece el ser humano dentro del reino animal.

   La placentofagia de estos animales ha sido interpretada como una forma de eliminar todo rastro del nacimiento de sus hijos para no atraer a los depredadores.

Los que fabrican

   Muchas empresas se encargan de convertir la placenta en cápsulas y enuncian sus “innumerables ventajas”.

   Al reincorporar la placenta la madre reintroduce lo que la placenta tomó de ella, especialmente el hierro. Un frasco de pastillas se cotiza en $ 4.000.