Lo que nos dejó la pandemia: los más chicos y el tiempo frente a una pantalla
El bahiense Sebastián Bortnik, autor del libro “Guía para la crianza en un mundo digital”, dijo que por las restricciones impuestas por el coronavirus creció exponencialmente la presencia de los menores ante un celular, una tablet o una computadora.
Por Pablo Andrés Pascual/ppascual@lanueva.com
La pandemia nos cambió la vida en muchos sentidos. Nada es igual desde la aparición del coronavirus.
En medio del aislamiento y las medidas para evitar los contagios, gran parte de las actividades y el tiempo libre se circunscribieron al mundo digital.
En el caso de los niños, niñas y adolescentes, la educación, recreación y forma de relacionarse entre pares se desarrolló fundamentalmente en ese ámbito, dando paso a hábitos muy difíciles de revertir.
“Las estadísticas marcan que el tiempo frente a la pantalla tuvo un aumento drástico. Algunos hablan de que hasta se duplicó. El tiempo que pasamos allí es una primera consecuencia de la pandemia”, comentó Sebastián Bortnik, especialista en tecnología y seguridad informática.
El bahiense, autor del libro “Guía para la crianza en un mundo digital”, se refirió a esta cuestión y los inconvenientes que provoca, además de brindar algunos consejos acerca de la manera de acompañar y cuidar a los más chicos.
Explicó que, en el caso de la adolescencia, se observan consecuencias asociadas “con la dificultad para reconectar con el tiempo sin pantalla. En este sentido, se ven dificultades para sociabilizar, ansiedad y depresión”.
Acerca de los pequeños, opinó que “adquirieron malos hábitos, porque en muchos casos no estaba el espacio para encontrar un uso progresivo y saludable” de la tecnología.
“Para los mas chicos fue la única manera de relacionarse con el colegio por dos años. Todo esto trae aparejada una consecuencia de fondo en cuanto a los hábitos y cuál es el rol de las pantallas”.
Inconveniencia
“Los primeros cinco años de vida es una edad en la que pediátricamente se recomienda limitar el uso de pantalla, porque se estudió que (el uso abusivo) puede causar daños cognitivos y trastornos de sueño. Es decir, hay un montón de cuestiones para pensar que el uso de pantallas puede ser nocivo en ciertos contextos y en cualquier edad, pero los primeros años se observan con mucha más claridad las inconveniencias”, agregó Bortnik, quien es uno de los fundadores de la ONG Argentina Cibersegura.
Explicó que durante la pandemia se hizo muy difícil limitar el tiempo de permanencia de los menores ante celulares, tablets o computadoras.
“Porque era la única manera de hacer ciertas cosas, porque no podíamos hacer otras y porque las familias no sabían qué hacer y era una solución”.
También consideró que, en la pospandemia, progresividad es un término fundamental en el trabajo para cambiar esos malos hábitos adquiridos.
“El uso de las pantallas tiene que ser progresivo y con límites hasta los 7, 8 o 9 años. Hay que entender que no da lo mismo usarlas mucho, poco, bien o mal. Después de una situación extraordinaria que vivimos como sociedad, querer resolver todo de un día para el otro es complicado”.
“El principal consejo es el trabajo hormiga, pequeños pasos, objetivos concretos y logrables. Nos va a llevar algunos años conseguir buenos hábitos”, siguió diciendo.
Desde chicos
Bortnik aseguró que “uno de los principales consejos del libro es que esto es algo de lo que nos tenemos que ocupar desde que nacen nuestros hijos y que lo que hagamos en la primera infancia es muy importante”.
“Una contradicción que me encuentro siempre es la siguiente: si estoy dando una charla para familias que tienen hijos adolescentes, el grito o el pedido es 'no logro que mi hijo suelte el celular' o 'le hablo y no me contesta'. El reclamo es cómo hacer para que dejen la pantalla y se conecten con nosotros. Cuando hablo con padres de chicos en edad de jardín y menciono que entre los 2 y 5 años se recomienda una hora de pantalla, entonces me responden que les resulta imposible”.
“Hay como un choque entre el reclamo de las familias cuando sus hijos son adolescentes o preadolescentes, y lo que hicimos en la primera infancia respecto a lo que les enseñamos”, agregó.
El profesional indicó que “cuando 10 años después nos piden que nos los molestemos porque están con la pantalla, sentimos que no tuvimos nada que ver con ese hábito. No nos hacemos cargo en lo más mínimo, entonces es problema de la adolescencia, de los que hicieron las aplicaciones, de Internet o de Bill Gates. No nos hacemos cargo de esa generación de hábitos”.
Más adelante, comparó la educación digital de los chicos con la manera de alimentarse.
“No puedo agarrar a un chico de 13 años que comió golosinas toda la vida y decirle que ahora me di cuenta de que hay que comer sano y debe dejarlas de un día para el otro. Si queremos que un chico tenga una buena alimentación, va a ser importante lo que le enseñemos en su primera infancia”, comparó Bortnik.
“La adolescencia no sería el mejor momento para enseñar cosas que son disruptivas, porque es una edad de rebeldía. Las cosas en las que me porté bien en esa etapa son porque las tenía bien en claro antes de que empezara. No es sano que deseemos crear buenos hábitos de un día para el otro”, mencionó.
Consejos para padre
Tarde o temprano. Sebastián Bortnik explicó que “nunca es temprano para empezar. Desde que nacen hay cosas para hacer y que van a generar buenos hábitos. No es un tema para más adelante, sí se lo debe adaptar a la edad del chico. También digo que nunca es tarde para comenzar. Por supuesto que es mejor generar los hábitos desde pequeños, pero eso no cambia que sea importante ocuparse”.
Progresividad. “Los buenos hábitos no se generan con una charla, una recomendación o un video. El uso sano y seguro de las tecnologías se logra a lo largo de los años, con el diálogo constante y la mención de estos temas", siguió diciendo.