Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

Alberto Fernández, en su inexplicable laberinto

La columna dominical de nuestro corresponsal en Casa Rosada.

   Impensadamente, al menos por la velocidad con la que se desencadenan los acontecimientos en el Frente de Todos, un nuevo escenario parece imponerse sobre los otros ya conocidos. Tiene que ver nada menos que con las chances reales o ficticias que tendría a estas alturas Alberto Fernández de ser reelegido el año que viene. 

   La curiosidad, si se puede llamarla así aunque podríamos estar frente a un verdadero y repentino sacudón interno, responde -aquel cambio de mirada- a dos aspectos puntuales. Por un lado, en apenas un puñado de días se han conocido pronunciamientos en general privados y algunos más osados de albertistas o colaboradores del Presidente que ahora ponen en duda su apoyo a la reelección de su jefe. O, en todo caso, lo que han empezado a poner en duda es sobre las capacidades que a estas alturas tendría Fernández para intentar el salto hacia la reelección. 

   De reinventarse después de tantas contradicciones y ofrecer una imagen potable de un dirigente que maneje la lapicera y no ande tirando frases al voleo de un día para el otro. Encima en un escenario de inflación desbocada, emisión descontrolada y una economía que cruje por los cuatro costados.

   Las incontinencias verbales del Presidente finalmente terminaron de explotar entre aquellos colaboradores que, condescendientes, trataban hasta ahora de minimizar esos mal tragos. Una es de estos días y al parecer fue el catalizador de las reacciones: por ahora nadie se anima a hablar de huida o estampida de buena parte del entono y de los círculos no tan cercanos. 

   Ocurrió en la gira por Europa, en la escala en Madrid, poco antes de partir hacia el siguiente destino en Berlín. El mandatario atendió un reportaje a un canal de la televisión española, durante el cual reafirmó entusiasmado que estaba dispuesto a buscar la reelección y a enderezar la economía. 

   Al salir del canal, lo encaró un enviado especial de un diario argentino que le preguntó si seguía pesando en la reelección. “Ahora mismo no estoy pensando en la reelección y no estamos discutiendo con Cristina”. En un despacho de la Casa Rosada bramaron. “¡Ah no, así no se puede seguir más, después se amarga porque dice que nos toman en joda!”.

   Ése y otros dirigentes que hasta ahora bancaban las actitud del Presidente y sus peleas que nunca termina de resolver con Cristina, han comenzado a sospechar de un dato que no es menor: Fernández carecería de estructura política suficiente para afrontar aquel desafío, y con el autoproclamado ”albertismo“ más algunos otros aliados no le alcanza si el año que viene debe enfrentar a una maquinaria aceitada y poderosas como es el cristinismo, con su nave insignia La Cámpora a la cabeza.

   Hay quienes se preguntan por qué razón este faltante salta justo ahora, en medio de la inexorable pelea con la vicepresidenta, y cuando por otro lado sus equipos de campaña oficial aseguran que la economía está arrancando, y que para fin de año la inflación va a estar domada en alrededor de tres puntos porcentuales, datos que no avalan ningún estudio serio de las consultoras más importantes o de las cámaras empresarias.

   “Alberto se sobrevendió todo el tiempo, nos aseguró que las cosas eran así y que cuando lanzó el desafío de ir a las PASO contra quién sea lo hizo convencido de que la recuperación llegaría más temprano”, se escuchó en los despachos de los quejosos.

   Hay que mirar un poco al interior de la fuerza que encabeza Fernández con la que se asoció a Cristina para ser Presidente en 2019 para desnudar el escaso poder que existe en ese espacio, que nació a la política a través del Grupo Callao, donde militaban o todavía lo hacen varios de los que después se sumaron a los equipos de Gobierno: Santiago Cafiero, Julio Vitobello, Claudio Moroni, Alberto Iribarne, Cecilia Todesca Bocco, Jun Manuel Olmos, Juan Pablo Biondi, Vilma Ibarra, Eduardo Valdez, aunque habitualmente golpea en ambas puertas, y algunas firmas más.

   Un caso especial es el de la diputada bonaerense Victoria Tolosa Paz, se sumó a esos grupos pero ahora ha tomado cierta distancia según refieren varios confidentes. Incluso uno se animó a revelar que Tolosa, espantada por las incontinencias de Alberto, se cansó. “Se fue a hacer política a la provincia, sigue soñando con ser intendenta de La Plata”.

   La verdad relatada por fuentes del Gobierno sostiene que lo que acaba de ser puesto a la vista es que el soporte político, sindical y social del Presidente no alcanza para encarar el desafío, y que entonces no pocos de esos sectores decidieron tomar distancia. 

   Hoy el jefe de Estado contaría, en un magro recuento, con el apoyo de tres o cuatro gremios de los “gordos”, entre ellos el del líder de la CGT Héctor Daer. También integra ese grupo el movimiento Evita, de los empoderados Fernando “Chino” Navarro y Emilio Pérsico. Y un puñado de intendentes que contiene el ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta.

   La otra gran razón que se está palpando es de perogrullo: el poder territorial y político de Cristina sigue intacto. Ella conserva sin reservas la decisión de nominar a un delfín para el año que viene. Y los intendentes, gobernadores, gremios, movimientos sociales, temen ese poder de fuego de la vice.