Escenario político: quién levanta la bandera del albertismo en Bahía
El kirchnerismo tiene las espaldas cubiertas en nuestro distrito, pero ningún peronista defiende al presidente de los ataques K. ¿Hay candidatos a ocupar ese lugar?
Maximiliano Allica / [email protected]
En el divorcio con cama adentro que resultó el Frente de Todos parece haber dos grandes bandos. Por un lado, el kirchnerismo duro que tiene a Cristina como vértice y a La Cámpora como brazo ejecutor; y por el otro, un albertismo menos potente pero que maneja la lapicera y juega con la posibilidad de alinear a peronistas de cualquier credo que por distintas razones desean un debilitamiento K.
Transcurridos varios meses de la crisis post PASO y a unas cuantas semanas del voto dividido en el Congreso por el acuerdo con el FMI, todo indica que los sectores en pugna se van a seguir ladrando pero ninguno va a morder. Es decir, da la impresión de haber un pacto que permite exponer las diferencias internas, incluso de manera altisonante, pero nadie está habilitado a romper una coalición nacida en 2019 para ganar una elección y cuya principal razón de seguir existiendo es tratar de ganar la de 2023.
Sin embargo, hay un tercer sector no menos numeroso. Son aquellos integrantes del Frente que intentan la equidistancia y evitan embarrarse con la grieta interna. Al menos, hasta que surja un indiscutible ganador.
Ese grupo de "equidistantes" merece un análisis. La mirada más obvia es que están esperando hasta que la balanza se termine inclinando hacia uno de los lados, para correr a ponerse detrás en la fila. En esa lógica, la última instancia de acomodamientos podrían ser las PASO.
Es una postura válida, pero para las primarias falta más de un año y cualquiera sabe que quien apuesta antes y gana, les saca ventaja a los que se suman a último momento. Por eso resulta llamativo que en Bahía Blanca ningún dirigente se haya decidido a ser la voz local del albertismo. O, dicho de otro modo, a convertirse en el referente del peronismo no K.
El ala cristinista tiene las espaldas cubiertas en nuestro distrito con el camporismo y espacios afines de centroizquierda. Se los ve en las redes y en las declaraciones públicas. Pero nadie recostado hacia la centroderecha sale a gritar a los cuatro vientos que el presidente es el que manda y que el acuerdo con el FMI es la única opción, a diferencia de lo que aseguran dirigentes como Máximo Kirchner o el "Cuervo" Larroque, evidentes voceros de la vicepresidenta.
Por supuesto que jugarse por un presidente hiper desgastado suena a insensatez. Pero, visto desde nuestra ciudad, no diferenciarse del kirchnerismo tampoco parece una gran estrategia.
Porque nadie debería engañarse: en 2023, como hace casi 20 años, la discusión electoral va a ser kirchnerismo o antikirchnerismo.
Máximo Kirchner
El último fin de semana Máximo volvió a maltratar a Martín Guzmán, principal ladero presidencial: "Escucho en los últimos días que el ministro de Economía dice que no tiene apoyo político. Tenés el apoyo del FMI y de Kristalina Georgieva, de los movimientos sociales, del presidente y de Clarín. ¿Qué más querés?".
¿Qué pensarán los referentes del peronismo local cada vez que el diputado Kirchner suelta estas granadas? Lo último que se sabe es que toda la plana mayor del PJ bahiense firmó hace un año un apoyo al hijo de Cristina cuando anunció sus aspiraciones de presidir el partido a nivel bonaerense. Era otro contexto, es cierto, pero tampoco ocurrió en otro siglo ni durante otro gobierno. Juntos por el Cambio tiene listo ese comunicado lleno de firmas ilustres para hacerlo meme en la próxima campaña.
Volviendo al vacío de albertistas en esta zona, en algún momento pareció que Fabián Lliteras podría ocupar ese lugar, en especial cuando se alineó con su referente Sergio Massa para defender la propuesta de entendimiento con el Fondo que tanto vituperaban los K. Ahí daba la sensación de que el Frente Renovador podía convertirse en la trinchera del presidente, aunque rápidamente Massa se empezó a mostrar cercano a Cristina y todas esas presunciones se esfumaron.
En estos días, en algunos pasillos sonó el nombre de Iván Budassi, hoy funcionario de la Casa Rosada bajo la órbita de un hombre muy afín al presidente, Gustavo Béliz. Budassi fue precandidato a intendente en 2015 después de dirigir ARBA durante la gobernación de Daniel Scioli. Experiencia en campañas y proximidad con el poder no le faltan.
Pese a que tiene oficina en Buenos Aires, el exfuncionario municipal nunca perdió contacto con nuestra ciudad, adonde viene cada 15 días. Aquí mantiene un aceitado vínculo de trabajo con el titular del Puerto, Federico Susbielles, y el presidente de Zona Franca, Santiago Mandolesi Burgos.
No obstante, quienes mejor lo conocen aseguran que, al menos por ahora, no está enfocado en sumarse a las discusiones internas. Aunque vale aclarar: en su entorno tampoco descartan de plano que en el futuro intente retomar protagonismo. "Todavía no pensó en nada. Por lo pronto tiene demasiado trabajo en la dirección de Análisis Estratégico", aseguran.
Iván Budassi
¿Entonces? ¿Si no hay albertistas declarados en la ciudad es porque son todos K o, como mínimo, temerosos de los K? Puede ser. Sin embargo, la política siempre ofrece capas más complejas.
El objetivo de máxima del Frente de Todos para el año próximo es, naturalmente, retener la presidencia. Pero, a sabiendas de que la crisis económica puede dificultar ese camino, lo que no tolerará es perder la provincia de Buenos Aires.
"Lo de 2015 no nos pasa nunca más", prometen. Para mantener el gobierno en la provincia más importante, las distintas corrientes deberán abroquelarse e impedir la ruptura del frente electoral, lo cual demanda un trabajo de hormiga en cada uno de los distritos.
En Bahía el esfuerzo de la unidad se viene haciendo con puntillosidad y la demostración fue la lista única del PJ local de este año, sellada con una foto donde no faltó casi nadie. Estaban Susbielles, Marcelo Feliú, la camporista Ayelén Durán, Dámaso Larraburu, el camionero Roberto Arcángel, el exintendente Rodolfo Lopes y siguen las firmas.
Allí hay kirchneristas a cielo abierto y también equidistantes. Ningún albertista, al menos a capa y espada.
De todos modos, la unidad es condición necesaria, no suficiente, tal como quedó demostrado en las legislativas del año pasado. Los principales armadores provinciales están pensando en diferentes artilugios para mejorar las posibilidades de conservar la Gobernación y ser competitivos en diferentes distritos, por ejemplo Bahía Blanca, y para eso analizan promover el desdoblamiento electoral. O sea, despegar los comicios para gobernador e intendentes de la elección presidencial.
La intención es que los candidatos de abajo no sufran el lastre de llevar en el tope de la boleta a postulantes nacionales con dudosas chances. La principal resistencia interna al desdoblamiento, por lógica, vendrá de quienes aspiren a competir por el sillón de Rivadavia, ya que a estos les conviene que hasta el último candidato a consejero escolar tenga su suerte atada a la boleta del presidente.
Junto con los posicionamientos internos, esa es hoy una de las discusiones más intensas en la rosca. Y. a nadie debería extrañar. En buena medida, la meta de la política es la supervivencia.