Con la pelota parada, a Olimpo le cerró el “Círculo” y ganó en el debut

Redacción de La Nueva.

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Por Sergio Daniel Peyssé / peche1503@hotmail.com

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   “Hay que ganar sí o sí”, “en el debut no se puede perder”, “de nuestra cancha nadie se puede llevar nada”…

   Ciertas apreciaciones de la cultura filosófica del fútbol mismo ya no retumban como demonios asesinos en cada integrante del plantel de Olimpo, que después de su regreso al Federal A (temporada 2019-2020) nunca había podido triunfar en un debut como local.

   No es lógico, y ni siquiera ético, hacer un análisis profundo del primer examen del aurinegro en el torneo, pero sí hacer hincapié en el “debe y el haber” tras el sacrificado pero merecido 3-2 sobre Círculo Deportivo de Nicanor Otamendi.

   En un campo de juego que lució espléndido, sin barro ni agua acumulada después de un feroz temporal y más de 100 milímetros de lluvia, el dueño de casa tuvo un rápido poder de reacción al quedar abajo en el marcador dos veces en los primeros 8 minutos.

   Sí, porque el “papero” se puso en ventaja con un golazo (apilada a puro coraje) de Enzo Benítez, lo empató Juan Perotti, volvió a desnivelar la visita por intermedio de Imanol Enríquez tras una contra bien elaborada y Brian Guille equilibró otra vez el tanteador con un tiro libre que se desvió en el único hombre que estaba en la barrera y que descolocó al arquero Pave.

   No soy de contar cada uno de los goles, pero lo hice para que usted se dé cuenta como arrancó el encuentro, a puro festejo y con dos equipos enceguecidos en ir para adelante pero desguarnecidos y sin consistencia del medio hacia atrás.

   Con el 2-2 puedo empezar a desmenuzar el trámite, y ahí marco el teorema existencial con el que Olimpo salió a jugar el partido: ansioso, dubitativo y descoordinado en el retroceso (lo atacaron dos veces y dos veces la fue a buscar adentro del arco).

   Más allá de ser un equipo intenso, de tener la motivación por el cielo, de ser agresivo en el juego aéreo, de querer siempre provocar el error ajeno con la presión alta, de ser directo y de ser y sentirse protagonista en todo momento, el conjunto bahiense mostró desinteligencias tácticas frente a un rival que se paró de contra pero que no se dedicó a cuidar su quinta y nada más.

    Primero: en cada salida desde el fondo, el olimpiense desplegaba alas, los laterales se adelantaban a la zona media, Sebastián Fernández se metía entre los centrales y abanicaban el balón hasta que podían meter algún pase recto o largo a las puntas, aunque eso le traía consecuencias, porque cuando el adversario recuperaba la pelota, con velocidad en el traslado dejaba a más de medio elenco locatario desfasado y adelante de la línea de la pelota.

   Segundo: cuando el de Otamendi lograba sortear la presión alta que hacían Vila, Guille y los dos volantes externos, había mucho espacio para jugar en el medio y siempre el anfitrión quedaba descompensado ante el ataque en masa de la visita, que gravitó y mucho porque se lo permitieron.

   La manta corta que le dicen: si te tapás la cabeza, se destapan los pies, y eso fue lo que le suecedió a los dirigidos por Carlos Mayor.

   Cada vez que Círculo convirtió, armó línea de cuatro defensores y pasó del 3-4-1-2 al 4-3-2-1, aunque reiteradamente en la etapa inicial modificó su dibujo táctico, quedando a veces con un 3-3-2-2 o un 4-4-1-1. Y eso también desconcertó a Olimpo por momentos.

    En el complemento, Olimpo pasó de activo a pasivo. Por momentos su andamiaje se hizo lento y casi siempre sus intenciones fueron predecibles.

   El DT aurinegro entendió que el volumen de juego estaba muy bajo, que sus dirigidos habían dejado de lastimar, que el hecho de mover el esférico de un lado para el otro solo era un beneficio para el oponente, y como lo que estaba viendo no lo convencía, a los 16 minutos realizó tres cambios juntos: Abel Mendez por Hadad, Alejo Blanco por Ramírez y Da Silva por Vila.

   Olimpo renovó el aire y reaccionó con las asociaciones que en un triángulo imaginario formaron Blanco, Méndez y Guille.

   Pave le sacó un pelotón a Guille y desvió con esfuerzo un zapatazo de Mendoza, aunque no pudo hacer nada con el cabezazo esquinado de Martín Ferreyra, que le devolvió el alma a los numerosos cuerpos de seguidores olimpienses que coparon el 60 o el 70 por ciento del estadio.

   Otra a favor del ganador: las tres conquistas surgieron de la pelota parada, un argumento de ley en este certamen donde los equipos se especializan en defender y enredar antes que arriesgar para pretender cosechar puntos de a tres.

   Ganó Olimpo y se escuchó: “ohhh… vamos a volver, a volver, a volver, vamos a volver…”. Una exigencia del hincha con el mismo tamaño que la ilusión de un plantel y de todo un club.

La síntesis

Olimpo 3 (4-1-3-2)

Villar 6

Mendoza 5

Capraro 6

Ferreyra (c) 7

PEROTTI 7

S. Fernández 6

Amarilla 5

D. Ramírez 4

Hadad 5

Guille 7

Vila 5

DT: Carlos Mayor

Círculo 2 (3-4-2-1)

D. Pave 7

Vedda (c) 4

Motroni 5

C. Sain 6

Vértiz 5

Amato 6

E. Benítez 6

G. Ramírez 4

R. Pérez 5

Lucero 3

Enriquez 7

DT: Norberto D’Angelo.

PT. Goles de E. Benítez (C), a los 2m.; Perotti (O), a los 4m.; Enriquez (C), a los 8m. y Guille (O), a los 11m.

ST. Gol de Ferreyra (O), a los 25m.

Cambios. 61m. Méndez (5) por Hadad, A. Blanco (7) por D. Ramírez y Da Silva (6) por Vila, 80m. Di Buo por Amarilla y 90m. S. Alvarez por Guille, en Olimpo; 68m. Vilanoba (3) por Vértiz y L. Verón (5) por R. Pérez, 78m. Astiz Rojas por Vedda y 86m. R. Rodríguez por E. Benítez, en Círculo.

Amonestados. Capraro (51m.), en Olimpo; Vedda (17m.), Vilanoba (69m.) y Motroni (85m.), en Círculo.

Arbitro. Bruno Amiconi (8,5)

Cancha. Olimpo (8).