Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

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Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

Hoy se asoma Lautaro, como Lito, Beto, Polo, Manu, Pepe, El Puma...

El balcón principal del Teatro Municipal, lugar tradicional de celebración para el deporte de la ciudad.

La escenografía del campeón. Fotos: Pablo Presti y archivo-La Nueva.

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

 

   El Teatro Municipal -donde hoy se disfrutará de Lautaro Martínez, reciente campeón Mundial de fútbol- fue históricamente el lugar simbólico donde el básquetbol se reunió para festejar y agasajar a los jugadores locales después de alguna conquista relevante.

   Por caso, la más multitudinaria se registró en 1966, después de que Provincia ganara el XXXIII Argentino en San Salvador de Jujuy.

   El título lo consiguió el domingo 20 de marzo, tras vencer a Córdoba, por 82 a 72, con la presencia de nuestros representantes: Alberto Pedro Cabrera, Atilio Fruet, José Ignacio "Polo" De Lizaso, Roberto Requi, César Loustau y Pedro Castaldi, dirigidos por Rubén Ferrandi.

   Cuando tenían que emprender el regreso, un conflicto ferroviario retrasó el arribo de la delegación, que en Buenos Aires hizo trasbordo, para llegar a nuestra ciudad, en micro, el sábado 26.

Impactante cantidad de público.

   En el acontecimiento más numeroso de la historia del deporte bahiense, unas cuarenta mil personas fueron saludando durante el recorrido de una improvisada carroza, alcanzando en el Teatro el punto máximo de concentración.

   “Me parece mentira, ¿Quién iba a imaginar este recibimiento?”, señaló Alberto Pedro Cabrera.

   “¡Cómo no vamos a dejar todo en la cancha después de esto!”, exclamó, conmovido, el capitán Atilio Fruet.

   “No merecemos tanto. La verdad que el triunfo es de todos. Del que nos enseñó a jugar al básquetbol, hasta quienes nos permitieron dejar nuestras obligaciones de trabajo para poder concurrir al torneo”, destacó Lito, en medio de la multitud.

También el 2

   Más acá en el tiempo y a nivel internacional, en 2002 Argentina se consagró subcampeón en el Mundial de Indianápolis, con tres bahienses en el plantel: Manu Ginóbili, Juan Ignacio Sánchez y Alejandro Montecchia.

   La derrota ante Yugoslavia, por 84 a 77 no opacó el orgullo que generaba ese equipo, con integrantes de una generación que tocó el cielo cuando obtuvo el oro en los Juegos Olímpicos de Atenas, en 2004.

Lito levanta los brazos de Pepe y Manu.

   Primero arribó a la ciudad El Puma, desprendiéndose de la delegación, que permaneció en Buenos Aires para saludar al por entonces presidente Eduardo Duhalde, visita que Pepe Sánchez eligió evitar.

   De regreso, Pepe y Manu salieron a los balcones del Teatro, el jueves 12 de septiembre, saludando ante el cántico que surgió naturalmente: “Si esto no es Bahía, Bahía dónde está...”.

   “Muchísimas gracias”, fue lo único que pudo decir Pepe, desde el balcón central.

   Se secó las lágrimas y se tocó su pecho del lado izquierdo, en medio de la ovación.

Manu, Coco Ferrandi, Lito y Pepe.

   “No hicimos más que jugar al básquetbol. Gracias”, tiró Manu.

   Mientras, el canto que identificó a esta generación movilizó a todos.

   “Esta es la bandaaa... de la Argentinaaa... que está bailandooo... de la cabezaaa... se mueve paaara acá, se mueve paaara allá, esta es la banda más local que hay...”.

   Todos se sentían parte de la fiesta.

Con un anillo

   La última manifestación tuvo una diferencia: el reconocimiento fue al jugador, no hubo una Selección que movilizara, porque se trató del primer título de Manu con los Spurs, en la NBA.

   El 20 dio una conferencia de prensa el jueves 18 de julio de 2003 dentro del Teatro, la cual pudo observarse afuera en pantalla gigante, y después apareció en el balcón principal.

   “Oléee... olé, olé, oléee, Manuuu, Manuuu...”, cantó el público.

Puños en alto de Manu, agradeciendo.

   El clima, con llovizna, poco acompañó, más allá que el público se volcó para recibir al campeón y representante bahiense por el mundo.

   “Es increíble. No hay mucho para decir. Sé lo que han vivido estas finales y la temporada de la NBA, al menos trataron de explicármelo, Simplemente se los agradezco. No me imaginaba semejante movimiento, jugando tan lejos”, destacó.

   Hubo imágenes y recuerdos en la pantalla, hasta la despedida, porque en Bahiense del Norte lo esperaban para ponerle su nombre al gimnasio principal.

   Estos son algunos de los hechos más relevantes, que llevaron a abrir las puertas del balcón principal del Teatro, como sucederá hoy cuando aparezca Lautaro, otro hijo de la ciudad y campeón Mundial.

   ¡Que no pare la fiesta!