Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

El Cabo Cañaveral argentino, a pocos kilómetros de Bahía

El Centro Espacial General Belgrano se encuentra a pocos kilómetros de Pehuen Co, en Coronel Rosales. "Es el lugar definitivo", aseguran desde la Comisión Nacional de Actividades Espaciales.

Fotos/Infografías: Archivo Prensa CONAE 

   Argentina y su carrera espacial son una noticia vieja. De hecho, desde hace varias décadas nuestro país está trabajando para colocar satélites nacionales en órbita, con medios propios. Y más allá del desarrollo de misiones satelitales como SAC, ARSAT y SAOCOM, en los últimos años se han hecho varios avances para llegar al espacio con cohetes fabricados en nuestro país.

   La novedad, entonces, pasa por el lugar donde se ubicarán la base y las plataformas de despegue que, a principios de la década que viene, pondrán en el cielo argentino un satélite íntegramente construido en nuestro país y que se convertirá, con el paso del tiempo, en el Cabo Cañaveral del sur americano. 

   Ese sitio está ubicado a unos pocos kilómetros de Bahía Blanca, en terrenos de la base Puerto Belgrano, donde hace un buen tiempo se viene trabajando en ella para acondicionarla de cara al sueño de alcanzar el cielo. “Esa es la base definitiva”, aseguran desde la Comisión Nacional de Actividades Espaciales.

   Para que todo esto llegase hasta el Sudoeste Bonaerense hubo que esperar varios años. Los primeros ensayos fueron a principios de los 60, previos a la CONAE, y se concentraron en Serrezuela, Córdoba, cerca del límite con La Rioja y Catamarca, sobre el lago Salinas Grandes. Después, todo se mudó unos kilómetros al oeste, a Chamical, en territorio riojano. En aquellos tiempos, el objetivo principal era mejorar los motores e ir ganando en altura; la desolación de aquellos parajes permitía hacer esos experimentos sin riesgo para la población.

   El problema, por calificarlo de alguna manera, llegó a partir de los avances que se iban consiguiendo: a medida que llegaban más alto, los restos de los cohetes caían cada vez más lejos. Había que encontrar una nueva ubicación para seguir con los experimentos; y los ojos de los científicos se posaron en la costa bonaerense.

   En todo el mundo, salvo alguna excepción, los lanzamientos se hacen hacia el mar. Debido a la geografía argentina, por la cobertura que deberían realizar los satélites una vez girando alrededor del globo, las trayectorias seguirían un recorrido de polo a polo. Por esto, la única posibilidad que ofrece nuestro país es “la panza” que forma la costa bonaerense.

   Hasta el momento, el lugar designado para estos ensayos es el centro espacial Punta Indio, al norte de la Bahía de Samborombón, pero desde hace unos años se están haciendo obras en un lugar próximo a Bahía Blanca, con la idea de que se convierta -estableciendo una comparativa- en el Cabo Cañaveral argentino. Es más, la intención es que el primer lanzamiento desde el lugar se lleve a cabo a fin de esta década y que, no muchos meses después, también desde aquí se ponga por primera vez un satélite en órbita lanzado desde suelo argentino.

   El Centro Espacial General Belgrano está, justamente, emplazado en terrenos de la Base Naval Puerto Belgrano, a no muchos kilómetros de Pehuen Co. Cuenta con varias zonas principales, a grandes rasgos: una de soporte y servicio general; otra de reservorio de combustible o planta química; una donde se concentrará la usina o el sector de provisión de energía, y la restante para el sector de lanzamiento. Entre el ingreso y este último hay unos 8 kilómetros.

   Por el momento, en el lugar ya funciona un módulo de oficinas y un SUM, pero todavía quedan por hacer las obras principales. La idea es terminar cuanto antes la usina y la plataforma de lanzamiento, junto con dos hangares para guardar equipos.

   Así y todo, falta mucho para los lanzamientos. Los cálculos más optimistas indican que se necesitan al menos cuatro años para contar con la infraestructura mínima necesaria, a la que se sumarían la obra civil, el sistema de carga y descarga de propelente. Recién pasado ese tiempo se podría pensar en poner un satélite en órbita desde el Sudoeste Bonaerense.

   “Este es el lugar definitivo: el Centro Espacial General Belgrano será la base de lanzamiento”, asegura el ingeniero Juan Cruz Gallo, subgerente del Segmento de Vuelo y Servicios de Lanzamiento, de la CONAE.

   De cualquier modo, aclara, esto no significa que no se siga trabajando en otros lugares del país, como Punta Indio. Allí, por ejemplo, continuará funcionando un sitio de pruebas, y de ensayo y manufactura de estructuras e integración.

   Actualmente, la base en Coronel Rosales se encuentra operativa. Una decena de personas trabaja allí en forma diaria y se entiende que el número se irá incrementando a medida que avancen las obras. Hay una guardia permanente de Infantería de Marina, custodiando todo el lugar.

   El plan de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales contempla actualmente el desarrollo de tres cohetes del modelo Tronador II: dos que serán de prueba de distintos elementos y que tendrán diferentes tamaños, y un tercero -aún más grande- que será el que lleve un satélite en su interior. El primero de ellos, el más pequeño, se lanzará en 2026 desde Punta Indio y los dos restantes se elevarán al cielo desde el centro espacial General Belgrano en no más de una década.

   A esto se suma la incorporación de recursos humanos, profesionales, científicos y tecnológicos que puedan sumarse desde las instituciones locales o regionales.

   “Contamos con todo lo que existe a nivel de educación, ciencia y tecnología para este proyecto -reconoce-. De hecho, el desarrollo de las plantas de kerosene-cohete, lo hicimos con el Plapiqui, del Conicet y la UNS, en conjunto con Y-TEC”.

   La idea a futuro, señala, es extender esta colaboración con otras empresas de la región.

   “Es parte de lo que hace la CONAE, un desarrollo que en Argentina provoque un derrame, un movimiento en ese sentido -aclara-. Poder apoyarnos en organizaciones y empresas públicas y privadas, y que ese conocimiento resuelva cuestiones puntuales en el proyecto”.

   Gallo afirma que el centro espacial podría ser utilizado por otros países vecinos para poner en órbita sus propios satélites, lo mismo que otros organismos nacionales.

   “Uno puede pensarlo regionalmente, pero lo cierto que en el espacio un satélite circula alrededor de todo el globo terráqueo”, explica.

   “Entonces, esta base podría ser el sitio de lanzamiento para todos los países de la región que estén interesados, y para los cuales nuestro lanzador sea competitivo”, agrega.

 

Virtualmente cero

 

   En cuanto a los peligros que significa tener una base de estas características relativamente cerca de dos centros urbanos como Bahía Blanca y Punta Alta, Gallo explica que “el riesgo hacia la ciudad es virtualmente cero, ya que se encuentra altamente minimizado y muy controlado”.

   “Usamos tecnología lo más limpia que podemos y que no es más sucia que las que utilizamos para desplazarnos de un lado a otro, en cantidades que no son monstruosas. Incluso, un cohete carga menos combustible que un avión Jumbo”, aclara.

   En ese sentido, señala que “hay más combustible almacenado en la base Espora” que el que se proyecta tener en el Centro Espacial General Belgrano cuando se encuentre en funcionamiento.

   “Los cohetes funcionan con oxígeno líquido y kerosene. Un derrame de oxígeno solo sería más oxígeno en el aire y el kerosene es menos peligroso que la nafta súper. Entendemos que el riesgo de cualquier lanzamiento será igual o menor al despegue de un avión”, asegura.