Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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En imágenes: las dos caras de una definición por penales que quedará en la historia

Villa Mitre eliminó a Olimpo en su cancha y jugará la final por el ascenso.

Arriba, pibe. Parace decirle Carlos Mungo a Ivo Di Búo, a quien le tocó fallar su penal. Fotos: Emmanuel Briane y Tomás Bernabé-La Nueva.

   Siendo detallistas todo es histórico, pero cuando se presenta un partido como el de esta tarde, La Historia (esa que se recordará por mucho tiempo) se está escribiendo en vivo.

   Eso se sintió hoy en el Roberto Carminatti, donde Villa Mitre eliminó a Olimpo por penales y avanzó a la final del Torneo Federal A ante Racing de Córodba, en busca de un ascenso a la Primera Nacional.

   Luego de igualar sin goles en el tiempo regular, el tricolor se impuso desde los 12 pasos (4 a 2) y buscará meterse nuevamente en el segundo escalón del fútbol argentino.


Mungo espera para saludar a Villar.

 

   Apenas Daniel Moyano, el héroe menos pensado, atajó el último penal a Claudio Cevasco, el festejo del plantel tricolor fue medido.

   Una corrida, seguida de una celebración entre ellos y rápidamente fueron a consolar a sus rivales.

   Incluso, algunos eligieron primero acercarse a saludar a los jugadores de Olimpo y luego sí desatar la euforia.

Guido Villar, a punto de sacar un penal.

Todos con Cevasco, quien falló el penal decisivo.

Braian Guille consuela a Diego Ledesma.

   Párrafo aparte para la gente de Olimpo, que fue digna en la derrota, incluso ante su clásico rival. Y que pese a sufrir como un puñal cómo se le escapaba otra chance de ascenso luego de un año casi perfecto, la gran mayoría despidió a sus jugadores con aplausos de agradecimiento.

   Porque el final no fue el deseado, pero el camino estuvo lleno de alegrías y victorias. Habrá que esperar la revancha.

Ivo pide perdón a la gente, que aplaudió a sus jugadores tras la eliminación.

El histórico Negro Cheiles acompaña a Mendoza en la salida de la cancha.

Antú Hernández celebra en pleno Carminatti.

Baila, Martín Peralta y un alocado festejo junto a sus compañeros.

Ham mira el suelo desconsolado. Guille, también, un poco más atrás.

 

   Mientras el Carminatti se vaciaba con las calles colmadas de camisetas amarillas y negras y algunas caras largas, el plantel de la Villa se dirigió primero al Fortín y luego a la sede para celebrar con sus hinchas.

   En una tarde que quedó para la historia, el fútbol, como la vida, mostró otra vez las dos caras de la moneda.

   Por suerte todo fue en paz, como debe ser.

Festejo tricolor en el Carminatti.

El saludo entre los jugadores tras el partido.