Bahía Blanca | Lunes, 29 de abril

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Análisis: el mejor partido del Mundial ante una Polonia que dio vergüenza

Argentina tuvo la pelota, encontró espacios y manejó los tiempos para vencer a un rival que, creáme, le faltó el respeto al fútbol.

   Así da gusto ganar. “Dibu” Martínez fue un espectador de lujo, Argentina lo peloteó y Polonia perdió hasta su dignidad regalando pelota y terreno como en esos partidos donde se enfrentan equipos de distinta categoría y el que menos poderío tiene se siente mental y futbolísticamente inferior al otro.

   Polonia le faltó el respeto al fútbol, pero a su vez le tuvo demasiado respeto a nuestra Selección, que cumplió con su mejor actuación en el Mundial sin depender exclusivamente de Messi o de algún arresto individual al que se suele suplicar cuando la manos viene complicada.

   Antes de seguir con los elogios para la Scaloneta, algo más del conjunto polaco: sumisión absoluta y una renuncia premeditada a cualquier ilusión de poder imponerse y ganar. Ni siquiera reaccionó con el gol de Mac Allister, siguió refugiado atrás mientras sus jugadores se enteraban que en el otro cotejo del grupo iba arriba México. Terminó clasificando por apenas un gol de diferencia. Vergonzoso. Los memoriosos dirán si recuerdan algún otro equipo que haya clasificado a octavos haciendo tan poco y jugando a no jugar.

    Pero es lo que menos nos importa. El DT argentino mete variantes de un encuentro a otro buscando la perfección, y hoy estamos en condiciones de afirmar que la Selección va en alza.

   Con un 4-3-3 que no se desdibujó nunca, con Di María y Julián Alvarez conectándose con los volantes más que Messi, la albiceleste eligió mantener la pelota en campo polaco y, con paciencia, ir de un lado al otro para encontrar ese detalle que le permita meter un estiletazo directo hacia un helado corazón adversario.

   Monopolizando el balón, con presión alta y marcando en ataque, el representante nacional dejó sin aire a un rival desalmado, desarticulado y con el cerebro absorbido por Lionel y compañía.

   Argentina tuvo la chance de ponerse en ventaja con un penal inventado por el VAR, pero el arquero de la Juve adivinó la intención de nuestro capitán, lo atajó con autoridad y arrojo y terminó haciendo justicia.

   No fue una desgracia desgraciada. Al contrario, Argentina replicó las energías, desdobló esfuerzos, mantuvo la postura,  recuperó el útil en forma inmediata cada vez que lo perdió y por los costados descosió a un oponente que solo se mantenía con vida gracias a Szczęsny.

  Argentina jugó suelto (y si lo dejan, atenete a las consecuencias),  demostrando que tiene más confianza en si mismo que en lo que puedan hacer los rivales.

   Una muestra de carácter, de ser lo que quiere ser, con esa mística de equipo con sangre caliente y un alma racional que sigue invitando a creer.