Bahía Blanca | Lunes, 30 de junio

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Es cantante, viajó a ver a Coldplay y visitó a la mujer que lo ayudó cuando estaba en la calle

Martín Morales tiene 39 años, es dueño de un bar en Viedma y trascendió como artista tras muchos veranos de presentarse en Las Grutas. Hoy lo contratan de todo el país. Desde chico atravesó grandes adversidades y estuvo en situación de calle. En 2005, una mujer de Villa Fiorito que tenía 7 hijos le salvó la vida. "Estuve, estoy y estaré eternamente agradecido", dijo.

Martín en el abrazo del reencuentro con Mirta Susana Franco.

    La historia de Martín Morales, hoy popular cantante de Viedma, compositor y dueño de un bar de arte, es de una resiliencia que supera muchos límites. Más allá de las adversidades que le tocó atravesar desde muy chico nunca bajó los brazos y, sobre todo, jamás dejó de agradecer a las personas que le dieron una mano. Así ocurrió con Mirta Franco, esa mujer que le ofreció todo lo que tenía al encontrarlo en situación de calle, un gesto que quedó grabado en su corazón.

   "En 2005, cuando tenía 22 años, me salvó la vida (literal) La noche me encontró solo y sin destino en Capital federal y la conocí. Estaba 'cartoneando' con su carro. Yo hacía dos días que no comía y ella me dijo: 'Tomá, andá a comprarte un sandwich y una coca, no podés andar sin comer'", contó.

   "Al ver que no tenía donde pasar la noche, me dijo textuales palabras: 'Mi casa no tiene lujos, vivo en piso de tierra, tengo 7 hijos, pero donde comen y duermen 7 lo hacen 8. No te quedes a la deriva, solo. Si aceptás,venite con nosotros'", rememoró.


Martín, feliz, rumbo a una de sus temporadas en Las Grutas. Siempre sonríe.

   En su viaje a ver a Coldplay, 17 años después de aquel episodio la buscó para abrazarla y recordarle su agradecimiento. 

   "Hoy, la vida me sonríe y mira distinto. Gracias a mi esfuerzo y sacrificio he logrado lo que más amaba: ser un artista y viajar cantando por todo el país", confió.

   La mujer también mejoró su calidad de vida ya que es la creadora de Jóvenes en progreso, una cooperativa de reciclaje que da trabajo a cientos de personas en territorio bonaerense y provee bolsas de residuos a las empresas más grandes del país.

   "No solo eso, rescata a chicos de adicciones y los interna para ayudarlos a sanar. Esta señora, en su momento, me dio TODO lo que tenía, no lo que le sobraba", aseguró.

   "Estuve, estoy y estaré, eternamente agradecido de por vida. Cada vez que vaya a Buenos Aires, será mi visita obligada a mimarla, abrazarla y decirle cuando la quiero y respeto. Las circunstancias buenas de la vida no te cambian, te delatan tal cual sos", subrayó.

   Martín nació en Mar del Plata en el seno de una familia trabajadora y de condición económica vulnerable, situación que empeoró con los años. Sus padres se separaron cuando él tenía 3 años y su papá regreso a Viedma.


Lección de vida: "No olvides nunca de dónde sos y hacia dónde vas"

   Su mamá quedó al frente del hogar con dos hijos más. Trabajaba en una fábrica de pescado pero al poco tiempo, por cuestiones de salud, ya no pudo seguir haciéndolo.

   "Allí comenzó la odisea de la carencia que tuvimos cuando eramos chicos", contó Martín.

   Él y su hermano vendían ajo por la calle y pedían casa por casa para poder comer. Tenían 5 y 10 años. 


Junto a Teresita, a quien considera su mamá.

   "Pasamos muchas navidades y años nuevos sin saber lo que era tener un regalito,un árbol de navidad o un cumpleaños", recordó.

   Muchas veces le tocó revolver el basural en busca de la comida vencida que arrojan allí los supermercados.

   Su mamá falleció el 9 de noviembre de 2001, cuando él tenía 18 años y él se fue a Viedma con su padre (Ya había vivido antes unos años con él) a pesar de que sabía que no hallaría la contención afectiva que necesitaba. Por el contrario, padeció lo que llamó "una vida a base de desnutrición emocional".

   Al menos tenía un plato de comida y un techo, pero era a costa de tolerar situaciones que lo vulneraban.

   "Como siempre fui muy carismático, entrador y honesto y no anduve en vicios, jamás estuve en drogas, ni probé un porro y pude salir adelante", contó.

   En Viedma logró terminar la secundaria y egresó como Perito Mercantil. Llegó a tener tres trabajos para pagarse los estudios.

   "Cuidaba a un abuelo de noche y, desde las 22 hasta las 7 de la mañana era recepcionista en la guardia del Hospital de Patagones. De día limpiaba vidrios en la estación de servicios para pagarme las fotocopias", confió.

   "Terminé la secundaria con promedio de 8.13 y asistencia perfecta. Siempre elegí rodearme de gente buena", dijo.


Cada vez reúne más gente en Las Grutas.

    Con el tiempo le prestaron una casa y empezó a cantar en fiestas "de caradura". Entraba, se ponía a cantar y no cobraba nada, lo hacía por algo para comer y tomar. Así entró también en el mundo de las peñas solidarias y empezaron a contratarlo en fiestas, pero muy de vez en cuando. 

    "La casa no tenía muebles, solo un jarro para hacer salchichas, una sartén, artículos de limpieza y un colchón y una radio donde escuchaba al negro (alejandro) Dolina", contó.

  En 2003 se animó a probar suerte en Las Grutas. La mamá de un amigo le prestó una carpa y empezó a "patear" la calle. No conseguía nada hasta que se animó a cantar en la primera bajada de la playa donde reunió a un grupo de personas. Año a año siguió yendo y cada vez le iba mejor.

   Entonces, sin rumbo ni destino y con unos pocos ahorros decidió ir a Capital Federal a probar suerte. Fue ahí donde conoció a Mirta Franco. Llevaba días buscando empleo sin resultados y ya no tenía dinero. Había quedado en la calle.

   "Tenía sueño, estaba cansado, en situación de calle y la vi saliendo de un comercio en la esquina de Corrientes y Callao.  Ella sacó diez pesos, que en ese momento era mucha plata, y me dijo lo del sandwich, Después de dos días sin comer fue el mas rico de mi vida", dijo.


Una canción de su autoría basada en una historia real de una mujer que esperaba con ansias convertirse en mamá.

    Mirta le presentó a sus hijos, lo invitó a su casa y Martín se quedó allí 10 meses.

   "Me trató como un hijo más, me super bancó. Como tenía carnet de conducir conseguí trabajo como remisero. No conocía nada de Buenos Aires, menos el conurbano pero fui de corajudo", narró.

   Luego de esos meses en la capital regresó a Viedma y, cada verano, a Las Grutas, otra vez. 


Junto a Muar, el pequeño vecino de sus temporadas en Las Grutas: "Yo fui a escuchalte cantal con mi papá Matim".

   "Siempre tuve en claro mi objetivo: quería cantar y ser feliz", remarcó.

   En 2006 ya juntaba hasta 200 personas, en las mejores noches y, en 2007, reunía unas 500. En 2012 empezó a tener un público de entre 700 y 800 personas por noche.

  "En la primera bajada he llegado a juntar 1500 personas. Me empezó a ir re bien y empezaron a contratarme de todo el país. Conocí gente con contactos que me abrió las puertas. Me veían un pibe sano y siempre bien presentable. Como fuera, siempre estuve presentable.", dijo.

    Hoy tiene casa propia, un vehículo particular y desde 2017 es dueño de Berlin Beer House, empresa que comenzó con dos socios y que hoy lleva adelante solo.


En Lobería.

   "Es un bar con puro arte, maravilloso, con muchas canillas de cerveza y un cuidado estético. Tengo un gran equipo de trabajo", comentó.

    Además de acercarle a Mirta, la vida le dio una mamá del corazón: Teresita.

   "Es mi  mamá y llegué a amarla incluso mas que a mi madre. Ella me dio lo que nadie me dio: todo el amor. Yo le digo mamá. Es mi mamá", remarcó.

   "Tengo una vida que me forjé en base a mucho sacrificio, por elegir a gente con mucha cultura que me nutriera, por escuchar. Fui un poco rebelde como cualquier adolescente pero siempre caí bien parado. Tuve suerte, me encontré con personas buenas. Entre esas personas maravillosas estuvo Teresita que es mi vida, mi sol, mi amor, mi mundo", expresó.

   Para el cantante los lazos se construyen y no se hacen de la noche a la mañana.

   "A pesar de tener muchas cosas en contra siempre luché por lo que yo deseaba. Facundo Cabral dijo en una de sus frases: 'Haz lo que amas y estarás benditamente condenado al éxito que llegará cuando deba llegar porque lo que deba ser será'?, destacó.

   Martín Morales confió en su voz, en su poder, en su carisma y en lo que era capaz de dar. Lo hizo contra viento y marea y a pesar de que recibía un discurso totalmente opuesto por línea paterna.

   Su mamá falleció a los 48 años, 

   Hoy, como empresario y cantante se siente en un buen momento.

   "Tengo mucho por aprender y mucho camino por andar. Así como cuando era chico que quería cantar. me gustaría seguir expandiéndome, seguir creciendo. Siempre con honestidad. He fallado, he acertado, pero nada ha sido con mala intención.Si uno no se equivoca no aprende nunca", reflexionó.

 "Uno no es víctima de su pasado sino un continuo aprendiz. Lo que llamamos problemas son lecciones de vida que nos ayudan a llegar a donde estamos hoy. Algunos lo toman con resentimiento y se dedican a drogarse, a robar o hacer cosas malas. Yo lo tomé para mi bien. Siempre me gustó leer y en 2015 logré viajar un mes por Europa", dijo animado.

   "¿Quién iba a imaginar que un pibe que de chico vivía en una villa podría recorrer tantos países del Viejo Continente?", señaló. 

   Un luchador que con su ejemplo inspira a más jóvenes a rodearse de buena gente y a hacerse fuerte en valores para salir adelante. A ver el vaso medio lleno de la vida y no aflojar. Es muy solidario y suele hacer shows a beneficio entregando importantes sumas de dinero a familias con necesidades o a niños enfermos. Todo lo gestiona a través de sus redes, para ser transparente.

   Su IG: @martinmoralesshow