Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Los clásicos siempre se renuevan: ¿se viene un nuevo plan Bonex?

Aunque el riesgo no es menor, canjear plazos fijos por un bono no sería algo ni inminente ni inmediato, coinciden analistas.

Archivo La Nueva.

   El recuerdo de los 80`s no sólo trae buena música, sino también malas memorias en materia económica. Una de ellas es el Plan Bonex, una medida que consistió en el canje de los plazos fijos de los ahorristas por un bono del Estado (el Bonex) y que fue puesto en vigencia un lejano 2 de enero de 1989.

   Por aquel entonces, los bancos recibían un interés a modo de compensación por la fracción de los depósitos que recibían y no podían prestar al público (los llamados encajes remunerados).

   Los encajes remunerados se usaban para influir sobre la cantidad de dinero, la que no sólo se incrementa a través de la acción del Central sino también a través de la de los mismos bancos toda vez que prestaban, restando los encajes, los depósitos que recibían. Esto constituye el corazón del negocio bancario, inmutable al día de hoy.

   La idea detrás de esta política era morigerar los elevadísimos índices inflacionarios de finales de esa década, que habían acelerado, crisis económica mediante, el traspasamiento del mando presidencial.

   El problema es que estos encajes, como un Frankestein que se rebela contra su creador, cobraron tal magnitud que pasaron a explicar el 65% de los depósitos del sistema financiero y exacerbaron una dinámica compleja: los bancos tenían que pagar cada vez más interés por sus depósitos (de lo contrario, sus clientes corrían al dólar) y exigían mayor encaje como remuneración compensatoria al BCRA, lo que hacía crecer la emisión de pesos y retroalimentaba, más y más peligrosamente, a la inflación.

   Como la tasa a la que se remuneraban los encajes era superior a la que recibía por el lado de los recursos, el Central por las colocaciones de sus reservas de dólares generaba un resultado negativo que llegó hasta el 5,9% del PBI en 1989, denominado déficit cuasi-fiscal.

   Así, por la dinámica arriba descripta, el abultado y creciente déficit cuasifiscal exigía ingentes cantidades de emisión para financiarlo, de modo que la drástica respuesta de las autoridades fue canjear los depósitos a plazo fijo de más de 1.000.000 de australes por un bono pagadero a 10 años.

¿Qué pasa hoy?

   Con una dinámica muy similar, el Central utiliza instrumentos de regulación monetaria en reemplazo de los encajes remunerados, actualmente conocidas como Letras de Liquidez (Leliqs), con la misma premisa: evitar que la emisión excesiva de pesos sume combustible a la inflación.

   “Las Leliqs, que no siempre se llamaron así, son un instrumento nacido allá por el año 2002 como respuesta a la primera emisión de pesos para salvar a un sistema financiero que estaba quebrado por la crisis. Como todo ese dinero que se dio empezó a generar presiones inflacionarias, se buscó la forma de sacar los pesos que sobraban y ahí nacieron”, explicó el economista y asesor privado Mauro Trellini.

   Para Trellini “el problema es que se emitió mucho para financiar al fisco. La respuesta del Central fueron las Leliqs, pero hay que pagar tasas cada vez mayores para colocarlas, por eso se arma esta enorme bola de nieve”.

   En la actualidad, el stock de Leliqs suma más de 7,5 billones de pesos, 2,058 billones más que en 2021, casi el triple de todo el déficit fiscal del sector público.

   Al igual que los encajes remunerados de los 80’s, las Leliqs son parte del activo de los bancos (recursos) y respaldan parte de los depósitos a plazo de los ahorristas argentinos.

   Pero ¿puede haber un plan Bonex versión 2022? “Yo estoy convencido de que vamos a terminar así. Hay que ver si la gente sigue renovando los plazos fijos. En la medida que la desconfianza siga creciendo, como en aquellos años, no lo va a hacer y vamos hacía allá”, alerta el experimentado economista Víctor Beker.

   Sin embargo, más allá de la fría lógica económica, está la política. “Es raro que el Gobierno a esta altura intente algo de esto. En el peor de los casos, va a emitir todo lo que sea necesario (N de R: se imprimen pesos, los bancos los canjean por las Leliqs y se los devuelven a los ahorristas) para evitarlo”, dijo Amilcar Collante, economista y colaborador del periodista “Maxi” Montenegro.

    Agregó que si el público comienza a demandar más pesos -algo que podría ocurrir ante un cambio favorable en las expectativas- el stock de Leliqs se desarmaría en forma progresiva. "Hoy, los depósitos a plazo fijo muestran una gran estabilidad, no hay retiros grandes. Si crece la gente que quiere tener los pesos y no los desarma, entonces se genera un círculo virtuoso que permite el pago de las Leliqs y su encogimiento progresivo", señaló.

   Su colega, el bahiense Jorge Pazzi, coincide. “No lo veo como algo inminente, pero el stock de Leliqs se hizo gigante y, si en algún momento no se le pone un coto, la historia nos enseña cómo terminan estas cosas”.

   Para Pazzi, “la evolución tiene menos riesgo de ser explosiva que en el pasado, porque la tasa que pagan las Leliqs está en línea con la inflación, no es altamente superior, como era antes”.

   El recuerdo del Bonex vuelve a las tapas de los diarios. Y los argentinos deseamos, más que nunca, que al hablar de los 80`s solo rememoremos algún tema de Soda, los inoxidables de Charly o algún lentazo de The Cars o Richard Marx.