Bahía Blanca | Jueves, 10 de julio

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Es noche de Reyes Magos: la magia se repite, una vez más

No eran tres, Baltazar no era negro y no eran magos. Pero nada importa a la hora de disfrutar de la magia de su paso esta noche.

Mario Minervino / [email protected]

   Esta noche pasan los reyes magos. Lo hacen de noche, en silencio, con la suficiente agilidad y destreza como para jamás ser vistos. Se mueven en camellos, lo cual hace más dura su tarea de dejar regalos a los niños de todo el planeta mientras sus animales se detienen en cada hogar a comer pasto y tomar agua. No hay arbolito de navidad, sino calzados. Una tradición que es parte de todas las infancias y que nunca fue motivo de decepción cuando se supo quienes estaban detrás de esa historia.

¿Eran tres los Reyes? ¿Se llamaban así?

   Uno solo de los evangelistas, Mateo, nombra a los Reyes, mencionando que llegaron a Belén luego de ver brillar una estrella y convencidos de que había nacido el Rey de los judíos, Jesús, a quien buscaban adorar. No eran magos, sino que eran sabios y con conocimientos de astronomía. ¿Eran tres? No se sabe con certeza. Pero así los comenzaron a representar los pintores del Renacimiento, para que cada uno pudiese entregar uno de los tres obsequios que el Nuevo Testamento señala le dieron a Jesús: oro, incienso y mirra.

   ¿Tenían nombres? Ninguno hasta casi mil años después de haber visitado el establo de Belén. Recién en el año 800 el historiador y clérigo italiano Agnello los nombró Melchor, Gaspar y Baltazar en su libro Pontificalis Ecclesiae Ravennatis.

El texto de Agnello que les pone nombre a los reyes, año 800

   ¿Baltazar siempre fue negro? No. No fue hasta 1500 que el pintor Jheronimus van Aken, popularmente conocido como el Bosco, le dio ese color de piel en su cuadro “Adoración de los Reyes”. Desde entonces se acepta que cada Rey representa con su piel y carácter a cada continente conocido por entonces: Melchor a Europa, Gaspar a Asia y Baltazar a África.

La obra de el Bosco que muestra por primera vez a Baltazar de piel negra

   ¿Dónde murieron? La tradición asegura que, tras la muerte de Cristo, Santo Tomás los encontró en Oriente, los bautizó y los ordenó obispos. A principios del siglo IV la madre del emperador Constantitno, Helena, halló los restos de los Reyes y como la valiosísima reliquia que era la llevó a Constantinopla, actual Estambul, en Turquía. Tres siglos más tarde, San Eustorgio, Obispo de Milán, Italia, viajó a Constantinopla y los recibió como regalo. En 1161, el emperador Federico I de Hohenstaufen, el mítico Barbarroja, asedió Milán y amenazó de muerte a su alcalde. El Arzobispo de Colonia y canciller del emperador, Rainald von Dassel, negoció recibir las reliquias de los Reyes a cambio de respetar la vida del gobernante.

   Así es como desde hace mil años los restos de la reyes se encuentran en la majestuosa catedral Gótica de Colonia, en Alemania, dentro de un atractivo relicario, donde son adorados por miles de visitantes cada año.

El relicario con los restos de los Reyes Magos, Catedral de Colonia, Alemania.

Con los ojos bien abiertos

   Más allá de todos estos datos históricos, de las imprecisiones, de las tradiciones y de una existencia idealizada, nada quita a esta noche un ápice de su magia. Es noche de Reyes Magos. Y si bien el sueño termina ganando la partida, niños y adultos no dejan de intentar mantener sus ojos abiertos hasta entrada la noche, con la esperanza de verlos pasar, vestidos como verdaderos Reyes, acompañados con sus fatigados camellos, siguiendo la misma estrella.